Consumado el golpe y planeados los próximos ataques, en el Senado y en las calles se escucha el ruido de una crisis que no se cerró.
Viernes 2 de septiembre de 2016
Haciendo un primer análisis tras el golpe institucional en Brasil, se puede decir que el impeachment no parece resolver la crisis política. Los movimientos que se hicieron para garantizar los “derechos políticos” de Dilma y la crisis que esto abrió en el tucanato (miembros del neoliberal PSDB), son muestras de la continuidad de esta crisis o, al menos, de un profundo reordenamiento de la estructura política y sus actores. Por otro lado las muestras de resistencia en la juventud también plantean nuevos interrogantes. En medio de estas múltiples tendencias, puede emerger una izquierda que saque las lecciones del golpe y de cómo el PT no preparó una resistencia seria al mismo. Veamos un poco mejor.
Temer conmemoró con una larga sonrisa su asunción como presidente en una apresurada ceremonia. Felicitó a sus ministros y los exhortó a superar el nuevo desafío: la retórica de “unir al país” es en realidad el duro trabajo de “readecuar las relaciones entre los trabajadores y los empresarios”. Un ejercicio eufemístico para referirse en realidad a la defensa de los profundos ataques a las pensiones y a los derechos laborales.
Soprendentemente, mostrando que va a dar respuesta a las exigencias de los empresarios que ya estaban empezando a apretar, Temer defendió esas mismas contrarreformas en su discurso por cadena nacional. Ese discurso fue recibido con cacerolazos y gritos de “Fuera Temer” en varias ciudades, al mismo tiempo que se realizaban actos con importante peso juvenil en todo el país. En el mismo discurso Temer ni siquiera escondió sus intenciones privatistas y entreguistas en su gira internacional que empezó tan solo unas horas después de tomar posesión del cargo.
Esta línea de ataque a los trabajadores ya venía sonando al unísono desde los editoriales de los diarios de la mañana en que se consumó el golpe. Algunos incluso añadieron que era “necesario reprimir a los alborotadores”. Compitiendo en el afán de atender los reclamos de la “sociedad civil organizada” (en formato tabloide), la Policía Militar de Alckmin (San Pablo), se dedicó a cazar manifestantes durante horas, mientras que la Brigada Militar de Santori (Rio Grande do Sul) hizo lo suyo. Por su parte Aloysio Nunes, exguerrillero devenido en tucano y ahora parte del gobierno golpista tildó a los manifestantes de fascistas que deberían ser reprimidos.
Temer vino para garantizar el ataque y para eso recurrieron a un golpe institucional
Para esto representaron la patética escena en la que 61 senadores oligarcas y criminales secuestraron el voto de millones de brasileños. Escena que tuvo el mismo tono que el de la Cámara de Diputados, con la abogada de la acusación Janaína haciendo referencia a dios como articulador del golpe y, sin vacuna antirrábica, el heredero de los señores de ingenio, de familia esclavista y líder del partido DEM, Ronaldo Caiado, anunció que si fuese por él, querría el fin del PT y el fin del petismo (entendido esto como todos aquellos que tengan alguna reivindicación social), o el notorio corrupto, Cássio Cunha Lima, líder del PSDB de Paraíba, hablando de ética.
La votación del impeachment y nuevas señales en la crisis política
La votación a favor del impeachment por amplio margen, 61 senadores a 20, no sorprendió. Al siguiente minuto, sin embargo, la articulada decisión de que Dilma mantuviese sus derechos políticos (que no se la inhabilite para ocupar cargos políticos) abrió una crisis en las fuerzas golpistas y nuevos interrogantes en una crisis política que el golpe no cierra.
Incluyendo un discurso de Renan Calheiros, cacique del PMDB de Michel Temer y presidente del Senado, refiriéndose a la Constitución Federal, 19 senadores pasaron del voto “sí” al imepachment al voto “no” o “abstención” en la impugnación de los derechos políticos de Dilma Rousseff. Minutos después, el “tucano” Aloysio Nunes, intempestivo como los ataques que el diario Estadão impulsa contra los derechos laborales, anunciaba que ya no podía ser líder del gobierno en el Senado, el probo tucano de paraiba Cunha Lima llamaba a su partido a romper con Temer, y Aécio Neves (PSDB) corría a las cámaras de televisión para declarar que no, que lo pensarían con calma y que Temer lo había llamado para que juntos entren en acción ante la Corte Suprema por la inconstitucionalidad de la maniobra. Horas después descubrimos que tanto Temer como todo el tucanato suspendieron esa acción. Solidariedade y otros miembros del golpismo “hard core” lo harán, a riesgo de abrir cuestionamientos a la constitucionalidad del conjunto de la obra.
Ese movimiento responde a múltiples movimientos dentro del régimen y muestra que la crisis no se resuelve fácilmente con el golpe. Por un lado, el tucanato puede estar moviéndose en actitud electoral (con miras a octubre) y hacia la sucesión de 2018 (o antes de eso en caso de un “accidente” físico, judicial o de la lucha de clases golpee a Temer). Por otro, Calheiros puede estar en movimiento con la compleja base de senadores del nordeste que eran base del PT, votaron por el golpe pero no pueden exponerse tanto ante su electorado, o yendo más lejos, articula algo con el PT y Lula para componer un polo dentro del régimen, sea eso para negociar, más y mejor, con Temer o algo más estable, articulado.
Muchas interrogantes cruzan los movimientos parlamentarios del régimen. Aun hay que ver otros importantes actores que todavía no se han mostrado, como los poderosos “partido mediático” y el arbitrario “partido judicial” con su operación Lava Jato. Más aun otro actor, ausente gracias al PT, el proletariado, la lucha de clases.
Dilma subió el tono, contrastando con el que tuvo el PT ante el golpe
Dilma, destituida, elevó el tono en su discurso. El contraste es tan fuerte que hay que hacer un trabajo arqueológico para desenterrar una declaración del siempre verborrágico Lula ese día histórico. Después de meses de ver a Lula con protagonismo mediático y protagonismo en una política de negociados con la derecha, intentando comprar votos en la Cámara de Diputados y después en el Senado, hoy el tono fue beligerante. Beligerancia que no se vió por la suma de huestes cutistas en las manifestaciones que animaron las ciudades esa noche. A la juventud, menos controlada por el PT, cupo el grito de oposición al golpe.
El PT actuó sistemáticamente todos estos meses para impedir la confluencia de las múltiples luchas en curso cuando Temer asumió el poder interinamente. Hizo de jornadas nacionales de movilización farsas no construidas en los lugares de trabajo y sigue sin oponer resistencia a los ataques, iniciados por Dilma y aumentados y acelerados por Temer. Ejemplo flagrante de eso ocurre en Petrobras, donde incluso con tantas privatizaciones parciales en ejecución, sigue sin articular una huelga nacional.
En las calles, un grito de resistencia, una chispa para incendiar la lucha de los trabajadores en un país en crisis orgánica
De parte de la juventud hay vivas muestras de disposición a la lucha. Para derrotar al golpismo es necesario un nuevo junio, como dijo Diana Assunção, columnista de Esquerda Diário y candidata a concejal del MRT por el PSOL: “Mucha gente también se dió cuenta que el PT no enfrentó este golpe y fue quien abrió espacio a la derecha (…) Es hora de luchar. Necesitamos retomar las jornadas de junio de 2013, tomar las calles, pero ahora con las lecciones que ya podemos sacar: necesitamos que la lucha sea política, directamente contra este gobierno golpista, que sea coordinada en las bases y desde los lugares de trabajo y estudio, que sea en alianza de la juventud con la clase trabajadora. Abajo el gobierno golpista de Temer!”
La crisis no se resuelve con el golpe institucional
El imperialismo en diversos artículos de sus principales diario da cuenta de una visión más sobria que las de los efímeros festejos con fuegos de artificio que se vivieron en día en que se consumó el golpe.
Es que horas después de la votación en el Senado, una derecha confusa con la división de los tucanos frente al gobierno de Temer, prefirió guardar silencio.
Con tamaña crisis económica, con la continuidad de la crisis política y sus nuevas manifestaciones, no faltan motores que alimenten una mayor crisis y polarización social. En el centro de San Pablo muchos vecinos se peleaban e insultaban. En muchos barrios del país esta imagen seguramente se repite. Un efecto directo de la polarización social, una suerte de “grieta” argentina, pero en versión brasilera.
Lejos de la pacificación que quiere Temer
El país está muy lejos de la pacificación que dice querer Temer, salvo que por pacificación entendamos los métodos de policía de Alkmin. Pero en ese caso, como ocurrió en las jornadas de 2013, puede que se esté alimentando una llama con gasolina.¿Puede el jefe del Senado Renan Calheiros (PMDB) articular con el silencioso Lula alguna alternativa, o pacto, como dice Capiberibe del PSB? ¿Hay una forma de que el PT esté al frente de la pacificación de la rabia de la derecha, y la rabia de la derecha contra cualquier manifestación? ¿Hay forma de pacificar los intereses de los trabajadores que van a ser profundamente atacados, sin ninguna respuesta? Las poderosas burocracias sindicales pueden, pero necesitarán dar un paso más en el rol que vienen jugando, para cumplir un papel de contención y desvío en este escenario.
Frente a cualquiera de estos escenarios es preciso tomar las calles y romper con los límites que el PT puso al desarrollo de la lucha de clases antes del golpe y durante el mismo. Hay que dar una respuesta a los ataques de los golpistas. En necesario sacar las lecciones de la conciliación del PT con la derecha y con los empresarios, para levantar una voz anticapitalista que contribuya al desarrollo de los trabajadores como un sujeto político independiente frente a esta crisis nacional.