La continuidad procesista se abre paso. Hace falta construir una alternativa anticapitalista y de clase, que supere el rol de “conseller sin cartera” al que aspira la CUP en esta legislatura.

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Lunes 17 de mayo de 2021
La CUP está de enhorabuena. Los esfuerzos de los últimos días, en los que ha actuado como un auténtico partido con “responsabilidad de Estado”, han llegado a buen puerto. Habrá govern, y este será casi idéntico a los de la última década. Pere Aragonés y Jordi Sánchez han hecho público este lunes el acuerdo de gobierno con el que se desbloquea la investidura del candidato de ERC.
Catalunya tendrá pues otro govern “procesista” para los próximos años. Como tal, habrá algo de ilusión republicana y autodeterminista de cara a la galería. Un nuevo espacio de “coordinación y consenso para la estrategia independentista” que le baja el precio al Consell de la República y a Puigdemont. Pero lo central, y en lo que se han centrado gran parte de las negociaciones, es que seguirá habiendo un gobierno que mantenga la continuidad de las políticas económicas y sociales de los precesores.
Hoy se han repartido las carteras. ERC mantendrá Educación y tomará Cultura, Empresa e Interior. JxCat asume Economía, Salud, Asuntos Exteriores y Universidades. Además, han fijado un sistema de gobierno colegiado de los fondos europeos, la pieza capital de los próximos presupuestos para auxiliar a las empresas catalanas y llevar adelante reconversiones en sectores como el turismo o las energéticas.
El portavoz de la CUP, Xavier Pellicer, ha salido a los medios a confirmar que podrán contar con las 9 diputadas y diputados de su formación. Pellicer se ha esforzado en parecer exigente. Ha resaltado que no se trata de ningún “cheque en blanco” y que si no se cumple su Acuerdo de Legislatura con ERC – de por sí ya un documento lleno de renuncias- no “habrá gobernabilidad”.
¿Qué le hace pensar a la CUP que se respetará? Y más importante ¿Por qué tendríamos que creerles en esta especie de “bueno, esta pase, pero a la próxima seguro que rompemos con vosotros”? Parece el eterno “Día de la Marmota”. Si votar en contra hoy a la investidura del enésimo govern procesista supondría “desperdiciar el 52% de votos independentistas” o “no poder empezar a hacer políticas en favor de la gente” ¿No será acaso este el mismo mantra con el que se seguirá justificando respaldar para no hacer caer a un govern encabezado por el neoliberal de Aragonés y con los herederos del pujolismo en el Consell?
Si la CUP quiere pruebas de que su acuerdo con ERC es ya “papel mojado”, solo tiene que mirar algunos de los hechos de los últimos días. Aragonés les prometió no hacer uso de los antidisturbios para ejecutar desahucios, y ahí están, como el otro día en el Raval donde dejaron decenas de heridos y 4 detenidos. Aragonés se comprometió a trabajar por defender los puestos de trabajo en la industria, y ahí están las y los trabajadores de Nissan manifestándose porque la Generalitat, a un año del anuncie del cierre, sigue permitiendo que 25 mil familias se queden en la calle. Aragonés se comprometió a reforzar la sanidad y la educación pública, pero las y los sanitarios tuvieron que ir a la huelga en marzo por la falta de recursos y en educación el 27 de mayo lo harán en contra de la interinidad y las externalizaciones. Aragonés habla de economía sostenible, pero el escándalo de los parques eólicos demuestra que su proyecto es el de seguir engordando las cuentas de las grandes eléctricas a costa del deterioro del territorio.
Si a estos hechos le añadimos el currículum de los gobiernos del procesismo aplicando los peores recortes sociales, privatizaciones, mega proyectos urbanísticos, un modelo sanitario en manos de las mutuas y la patronal del sector, la criminal gestión de la pandemia, reprimiendo todo tipo de protestas sociales o llevando adelante la gran claudicación posterior al 1-O, las dudas se terminan de despejar.
Ese es el gobierno en funciones al que hoy simplemente se le ha aprobado una prórroga de 4 años con un intercambio de carteras entre los dos partidos que llevan años gobernando para las grandes empresas. La CUP viene denunciando estas actuaciones, pero la próxima semana esas denuncias quedarán en nada cuando sus 9 diputados y diputadas den un “sí” a que continúen. Eso representa el govern Aragonés-Sánchez.
La deriva a la moderación de la CUP no convence a una buena parte de la izquierda independentista. El rechazo del 40% de su militancia al Acuerdo de Legislatura con ERC así lo demostró. Es hora de que este malestar no se quede de puertas para adentro, y que todos estos sectores rompan con una formación que acelera un curso hacia la integración en el régimen catalán. Lo mismo para grupos que se reclaman socialistas o revolucionarios, como Lluita Internacionalista, que cuestionan este “nuevo ciclo” pero siguen avalándolo con su permanencia en la CUP.
Es hora de convertir este rechazo y malestar en una fuerza material que pueda construir una alternativa, algo por otro lado clave para combatir la desmoralización que esta claudicación sin precedentes puede generar. Desde la CRT venimos planteándoles a estos sectores la necesidad de construir un agrupamiento en base a un programa anticapitalista y de independencia de clases, así como dar pasos inmediatos en unir esfuerzos para fortalecer las luchas que desde empresas, barrios y centros de estudio empiezan a darse.
Este nuevo govern procesista tendrá enfrente a quienes pelean contra los desahucios; a las y los trabajadores que enfrenten cierres y EREs, en cuyas luchas el Departament d’Empresa – de ERC- y el de Economía – de JxCat- seguirán jugando el papel de abogado de la patronal; a las y los estudiantes que luchan por la universidad gratuita; a las y los trabajadores sanitarios y usuarios de la sanidad pública que exigen el fin del modelo de gestión privada; o a las y los interinos y subcontratados de la educación que preparan una huelga para la próxima semana.
Si la CUP quiere jugar el papel de “conseller sin cartera” del govern de ERC y JxCat, estará ya eligiendo en que lado quiere estar. Es urgente rodear de solidaridad y trabajar por la coordinación de todas estas luchas, y al mismo tiempo dar pasos en construir una alternativa política que pelee por un programa anticapitalista, que retome la lucha por el derecho de autodeterminación tomando las lecciones de 2017 y mantenga la más absoluta independencia de los partidos de la burguesía independentista.

Santiago Lupe
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.