Exitosas películas como Día de la Independencia o Guerra Mundial Z pintaron un retrato del Estado Norteamericano heroico y abnegado ante las catástrofes que choca de frente con el rol de Trump y el imperialismo yanqui ante la crisis del coronavirus.
Domingo 19 de abril de 2020
Imagen: Tati Serra
En películas taquilleras de ciencia ficción como Día de la independencia (1996) o en Guerra Mundial Z (2013), la industria hollywoodense nos mostró las construcción de situaciones distópicas con una técnica brillante y, a la vez, representaciones ideológicas que hoy fueron aplastadas por una realidad que se impuso de forma más distópica que en las películas.
La industria cultural de masas nos quiso vender un Estado capitalista "maternal” (para usar un término que puso en circulación Rita Segato, respecto del rol del Estado) y bélico, representado por USA aggiornado con un discurso mesiánico de proteger no solo a los estadounidenses sino a todo el planeta a partir de la industria armamentística, enfrentando alienígenas, elementos externos no humanos, infectados o sus derivados.
En Día de la Independencia luego de la invasión alienígina el gobierno de EEUU se pone a la cabeza de destinar todos los recursos del Estado al servicio de las mayorías, contra la amenaza inminente de la destrucción de la vida en la Tierra. Incluso, llegando a un paroxismo cínico, son tan entregados a la causa que el mismo presidente encabeza una flota de aviones para combatir a los extraterrestres.
En Guerra mundial Z, la ONU, principalmente el Estado norteamericano dentro de ella, intenta buscar una cura al virus que se propagó aparentemente desde Corea del Sur y manda a un séquito de expertos para que la busque por el bien de la humanidad. Finalmente, el protagonista con la colaboración de unos científicos de la OMS descubren cómo hacer para que los infectados no maten a los seres humanos, ya que solo atacan a personas sanas.
Los relatos del cine ante la realidad del coronavirus en EEUU
Cuando la pandemia del Covid.19 llegó a EEUU no hubo discursos grandilocuentes, humanitarios y sensibles cargados de patriotismo como en Día de la independencia sino que mostró la verdadera cara del Estado capitalista norteamericano.
El primer impulso de Trump fue el negacionismo del Covid-19. Cuando los contagios empezaron a potenciarse tuvo que retroceder y plantear como mínimo una cuarentena. Mientras tanto, los discursos de funcionarios públicos dejaban entrever algunas definiciones cruciales. El vicegobernador de Texas planteaba que los abuelos de Estados Unidos estaban dispuestos a morir por coronavirus para salvar la economía.
Trump decía que la Casa Blanca no podía dejar que el remedio sea peor que la enfermedad y, por ende, no se podía detener la economía del país en un plazo mayor al de Semana Santa, aunque la OMS anunciaba que el país norteamericano sería el próximo epicentro del virus. Más allá de las advertencias, Trump acusó de “Chinocéntrica” a la OMS por “ocultar información” del virus y quiere quitarle el apoyo económico. Nada más lejano que el heroico presidente de Día de la Independencia.
El sistema de salud americano además de ser privado se encuentra colapsado. Ni los demócratas ni los republicanos tuvieron una política para nacionalizar el sistema sanitario y que sea gratuito. Hasta el día de hoy, incluso en la mejor época del “obamacare”, los intereses de la industria del cuidado de la salud permanecen intactos.
Algunas fotografías tales como los indigentes de Las Vegas durmiendo en rectángulos pintados en el pavimento de un estacionamiento, o la construcción de las fosas comunes en el estado de New York para administrar los cadáveres en el epicentro de la pandemia del país mostraron el rostro más verdadero del imperialismo yankee adicto a Wall Street.
La ONU como organismo internacional se encuentra desaparecida en medio de una pandemia a nivel planteraria y todavía no ha emitido opinión sobre el criminal bloqueo de insumos médicos a Cuba y el intento de desfinanciamiento de la OMS por parte de EEUU. Un exacto opuesto a la acción a favor de la salud mundial del Estado norteamericano y la ONU en Guerra Mundial Z.
No hay relato patriótico o nacionalista que pueda ocultar la desidia de las políticas del imperialismo yanqui que se dedica a administrar la muerte en este contexto crítico. No queda lugar a la construcción de héroes individuales ni tampoco de un Estado capitalista “maternal”, humanitario, ni mucho menos solidario.
En medio de otra de las grandes distopías que nos ofrece el capitalismo, pierden cualquier efecto de verosimilitud las ficciones que idealizan a la clase dominante y su Estado. El único relato optimista posible es el de la lucha de los trabajadores de salud y servicios esenciales que se encuentran en la primera linea de la crisis sanitaria alrededor del mundo, y a la cabeza de la pelea por los recursos necesarios que el Estado niega, y la certeza de que los de abajo son los que mueven el mundo y podrían organizarlo en función de las necesidades de las grandes mayorías y no del lucro.
A la industria de la cultura de masas ya le queda vieja y residual la operación ideológica de los tanques taquilleros de ciencia ficción de apoyarse en el elogio de un estado imperialista heroico y "maternal" cuando bajo el mando de la ganancia capitalista todos los sistemas sanitarios y las economías del mundo colapsan.