El que fuera el favorito de Jaime Guzmán, el ex UDI Pablo Longueira, apareció desde su escondite en el sur de Chile, esta vez para tirarse contra el plebiscito, pero no lo hizo solo, fue rápidamente secundado por Andrés Allamand (RN).
Viernes 12 de junio de 2020
Mientras el imputado por corrupción del caso SQM, Pablo Longueira, habla desde la ultratumba; Allamand se ha levantado junto a su pareja, Marcela Cubillos, como los paladines de la derecha contra el cambio constitucional.
El que fuera el favorito de Jaime Guzmán, el ex UDI Pablo Longueira, apareció desde su escondite en el sur de Chile, esta vez para tirarse contra el plebiscito, pero no lo hizo solo, fue rápidamente secundado por Andrés Allamand (RN).
Longueira, una de los fundadores de la UDI, en entrevista a la Revista Capital (Grupo Claro), aseguró que "la base de ese acuerdo debe ser eliminar el plebiscito de entrada, está absolutamente de más (...) es necesario que los constituyentes se elijan en listas nacionales, pudiendo optar por los mejores de la derecha, el centro y la izquierda".
Palabras que fueron en la misma línea de Allamand, pero que radicalizó asegurando que de no realizarse este año, este plebiscito debería cancelarse y aprovechar las elecciones parlamentarias, para que del mismo Congreso salieran las y los constituyentes, yendo contra el mismo acuerdo que firmó su coalición el 15 de noviembre, tras la "cocina" en la que participaron los partidos del régimen, incluyendo a sectores del Frente Amplio, y que tuvo como objetivo iniciar el desvío de la rebelión popular.
Allamand dijo en una entrevista a El Mercurio que “ante una posible nueva postergación del plebiscito, lo que solo se justificaría por razones sanitarias y frente al recargado calendario electoral de 2021 con ocho elecciones, me parece atendible la idea de elegir un Congreso con especiales facultades constituyentes, evitando así que dos organismos funcionen en paralelo”.
Es que la herencia de la dictadura es el legado sagrado de Pinochet, y sus guardianes están desesperados por protegerla.
Porque aunque los acuerdos del 15 de noviembre- que hicieron que se sentara la misma UDI y RN a discutir sobre un posible cambio constitucional, fruto de la gran movilización del 12 de noviembre, donde la clase obrera con sectores populares y de la juventud salieron en una gran huelga histórica-, no fue lo que la gente pedía en las calles, y a la que la vieja Concertación junto con sectores del Frente Amplio terminaron firmando un "Acuerdo por la paz y Nueva Constitución", con sellos que le daban amplios rangos de maniobra a la derecha que se encontraba en el suelo.
Una salida de conjunto a la crisis
La crisis que hoy vive el país, nos enfrenta aún más a qué oportunidades se nos abren para no volver a lo mismo de antes, donde vía palacio siguen gobernando esos acuerdos entre partidos, que nada tienen que ofrecer a las y los trabajadores y los sectores populares. Tal como hoy lo vemos con la "segunda cocina" que quieren imponer con el llamado "acuerdo nacional", que solo busca desviar el actual descontento social, evitar futuras movilizaciones- como lo mostraron incipientemente las "protestas del hambre"-, entregar migajas para "calmar las aguas", y otorgarle financiamiento y regalías a los empresarios.
Por eso hoy más que nunca se pone al centro una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana, basada en la movilización y sin ningún veto de la derecha. Donde seamos nosotros y nosotras, la mayoría de la población, la que decida qué camino seguirá el país y cómo dar respuesta a las necesidades sociales y problemas estructurales del país.
¡Fuera Piñera y su gobierno! ¡Asamblea Constituyente Libre y Soberana! ¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
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