Teresa Meana, filóloga, docente y feminista española, especialista en el uso del lenguaje no sexista, expuso en las III Jornadas de Debate Feminista que se desarrollan desde el lunes 4 al miércoles 6 de Julio en Montevideo, organizadas por la ONG Cotidiano Mujer.
Martes 5 de julio de 2016
Meana expuso bajo el título Lengua y Sexismo – El Lenguaje como territorio de poder. Con su modo cordial, ameno y haciendo reír al público, comenzó su alocución planteando que “el lenguaje sexista invisibiliza a más de la mitad de la humanidad”.
La exposición giró sobre los obstáculos que la sociedad pone para poder cuestionar la actual lengua y poder construir y aceptar un lenguaje inclusivo y no-sexista. “Podemos cuestionar mucho, pero no el idioma”, decía Teresa. Es que las trabas que pone la sociedad para modificar el lenguaje son a veces desproporcionadas, y obedecen a concepciones profundas que se encuentran arraigadas en nuestra lengua, que no es otra cosa que expresión del patriarcado. “Todas las lenguas son sexistas porque el patriarcado es mundial”, nos comentaba.
Los efectos más nocivos del lenguaje sexista son la invisibilización de la mujer por un lado, y la exclusión por el otro.
Teresa nos explicó que la lengua determina una manera concreta de ver el mundo. Pero que la lengua es una construcción que está viva, y por tanto en constante evolución. “Si cambia la realidad, cambia la forma de nombrar” afirmó.
La especialista hizo una crítica despiadada – y no exenta de sarcasmos – al Diccionario de la Real Academia Española, que aún hoy mantiene definiciones con un claro contenido androcéntrico, ubicando a la mujer en una condición de inferioridad respecto del hombre. Y dio muchísimos ejemplos, como la definición de sombrero, que en el hombre sirve para “vestirse” pero en la mujer se usa para “adornarse”.
Asimismo, Teresa pasó análisis también a aquellas posturas que se resisten a reconocer que el masculino no es un genérico, ya que más que incluir, habilita a veces y niega otras. Y que las feministas no cuestionamos los géneros gramaticales, sino que bregamos por la posibilidad de construir un lenguaje inclusivo. No es menos económico decir “niñas y niños” sino que aclara una realidad que quiero detallar, ya que si solo se dice “niños” hay una parte de la realidad – las niñas - que no se está nombrando.
En sintonía con el falso genérico masculino, y tomando la cruel realidad que viven quienes hoy buscan refugio en Europa, Meana afirmó que “no es lo mismo hablar de refugiados que de refugiadas, porque las refugiadas están bajo el riesgo de la policía, de la mafia y de sus propios compañeros”.
La exposición concluyó con un público más que satisfecho por la ponencia, y con la reafirmación de Teresa de que la lengua es un producto social, y por tanto, merece ser transformado.