Tras el recital del Indio Solari en Olavarría y sus lamentables consecuencias, La Izquierda Diario difunde opiniones del show.
Jueves 16 de marzo de 2017
Las consecuencias trágicas del recital del Indio Solari dispararon una serie de debates, que aún con posiciones que parecieran diferentes y antagónicas, dejan de lado cuestiones importantes a analizar. Si de un lado, solo se pide la cárcel lisa y llana para el cantante, del otro se lo sigue idolatrando de la manera más absurda que se pueda, pero ninguna de estas posiciones aporta elementos para analizar uno de los fenómenos más importantes y complejos de los últimos treinta años en nuestro país: el Indio Solari y la influencia que ejerce sobre la juventud y el público en general. Quiero aportar algunos elementos que parecen ser minimizados, cuando no ninguneados, sobre el hecho trágico de la muerte de dos personas el pasado sábado.
Tu negocio es muy difícil de explicar y fácil de enseñar
Considerar al Indio como un empresario de la música y un burgués de la peor calaña, no solo no aporta a la discusión, sino que hasta aburre por lo reiterativo. Quien se empecine seguir discutiendo su obra bajo este argumento, se ahorraría el esfuerzo de la repetición (tanto oral, como escrita): es el propio cantante quien desde que es solista en reiteradas entrevistas afirma estar más pendiente de la planificación y del armado de los shows (esto es, dinero, dinero y más dinero), que de las dos horas donde hace su gracia arriba del escenario.
Cualquier interesado en corroborar esto, no tiene más que buscar en Youtube sus propias palabras. Ahora, quien escribe esto es trotskista, así como aprendí desde muy pequeño a comer cuando sentía hambre, abrigarme cuando hace frío, también comprendí que no existen burgueses buenos y malos, que los empresarios que extraen plusvalía exprimiendo la vida de otras personas, pertenecen a una clase social antagónica e irreconciliable a la de un trabajador. Un burgués es un explotador y punto.
Entonces, ¿Por qué seguir escuchando la música del Indio y concurrir masivamente a sus recitales? Porque es el creador de una música y una poesía que maravilla a cualquiera, como ningún otro artista lo hizo en el país y difícilmente lo hará.
¿Decir esto es afirmar o sugerir avalar todo lo que hace el Indio? ¿Es olvidarse del silencio cómplice ante la muerte de Walter Bulacio y la eterna lucha que llevó adelante su abuela hasta la tumba? ¿Por disfrutar su música estoy olvidándome de la vida de lujo que lleva adelante, en su suntuosa mansión, con su cuenta millonaria en el banco y su vida la mitad de año en lujosos hoteles de New York, Londres, etc.?
El Indio es lo que es para el público y sus seguidores, a pesar del modo de vida que lleva adelante, a pesar de haber enterrado hace casi 30 años los sueños de Oktubre, los tics de la revolución y el implacable rocanrol que solo podían ofrecer los Redondos.
Si antes de corear y repetir a lo pavote que el tipo es un cerdo capitalista, nos preguntamos qué hace que cientos de miles de trabajadores y pobres se conmuevan con sus letras, busquen refugio en su música, y logren la felicidad ante la vida miserable que nos ofrece el capitalismo, ayudaríamos a comprender este fenómeno sumamente complejo. Si es verdad lo que alguna vez dijo Engels “la historia del capitalismo es la historia de la barbarie”, ¿Por qué deberíamos aceptar que un empresario de la música que solo busca lucrar con su arte, nos lleve a protagonizar peripecias imposibles para verlo en vivo?
El Indio es uno de los responsables de las dos muertes que hubo el sábado, eso no debería estar en duda y solo un necio podría negarlo, ¿Pero ahí se acaba el tema o de ahí debemos partir para analizar otras cuestiones?
El rock tuvo que lamentar muertes varias veces en los recitales: en 1992 en un show de Hermética murió un seguidor, a Divididos le ocurrió lo mismo en 1995, a Kapanga en 2005, la masacre de Cromañón que tuvo a Callejeros como protagonistas , las víctimas que debió lamentar la Renga. No estoy diciendo que sea lo mismo, solo señalo que el rock (su negocio oscuro y macabro) debió enlutarse en diferentes momentos y eso también obliga a analizar muchas cuestiones.
Oportunismo en el flanco derecho y sectarismo en el izquierdo
Quienes viajaron a Olavarría acordaran que todo fue pésimo, desde las salidas en micros y combis desde los barrios, con viajes truncados, ya que los responsables de los mismos se quedaron con la guita y obligaron a viajar de manera alternativa con el doble de gasto que implicaba, a los que nos vimos afectados, como quien suscribe (quizá los sectarios también querrían echar la culpa al Indio por esto). Sin mencionar que una vez llegado al lugar, muchos se volvieron dejando a pata a miles. La llegada de más de 300 mil personas (se rumorea mucho más) para un lugar de menor capacidad y para una ciudad que tiene poco más del tercio de la población, no obligo a ninguno de los opinólogos en boga, un llamado a la reflexión previa al show y una alerta sobre las posibles consecuencias.
La organización de la productora, como hace siempre en los recitales del Indio, fue soberbia y de poca ayuda: los puesteros de todo el merchandising que hay fuera del lugar son contratados por la gente del Indio, hasta este punto llegó la ambición del cantante, los que debían controlar en la entrada para que podamos arribar al lugar, ni se mosquearon, además ni siquiera llegaban a ser una cantidad considerable para lidiar con las más de 300 mil personas que fueron.
El Indio deja a las claras su rol de ganar guita a como dé lugar en estas cuestiones. A esto se debe agregar que el intendente de Olavarría dio permiso para realizar el recital en ese predio, aún sabiendo que no estaba habilitado. Me recuerda al capítulo de los Simpsons cuando el jefe de policías Gorgori pregunta a Homero si no vio al señor “billetin”, a ese tal “soborno”. No es difícil imaginar una escena como esta, reemplazando al jefe policial de los Simpsons por el intendente de la ciudad. El combo de esto debía no podía menos que producir cosas nada alentadoras, y la podredumbre de mierda salto de la peor forma: cobrándose víctimas fatales.
Otra cosa a analizar es el rol de los fans del Indio. Demarcándonos de la caza de brujas que se desató con la juventud en todos los medios y del fanatismo ciego de una parte importante de los seguidores. Sobre esto es necesario decir algunas cosas. El público del Indio es fanático religioso, no es un secreto decir esto. Los esfuerzos que hacemos por verlo en cualquier lugar que toquen, merecería poblar las páginas de miles de libros sobre la historia de la música y la cultura en general. Lo hacemos aún sabiendo que el ex Redondo no tiene nada que ver con nuestra manera de vivir. Esa misma cultura, muchas veces adquirió estatus de reviente, que hace flaco favor a los recitales, lo hace en shows de cientos de personas, miles. Los pibes que llevan a sus hijos recién nacidos al medio del pogo, exponiéndolos a cualquier tipo de empujones y saltos, deberían considerarlo mucho más. De la misma forma los que están en estados deplorables, son los primeros que molestan y hacen pasar malos momentos a las mujeres. Decir esto, no es abogar por mayor pedido de policías ni nada que se le parezca, sino que ayuda a pensar los problemas sociales que salieron a la luz después del sábado, junto con la desidia capitalista y la sed de ganancias de parte del Indio.
Lamentablemente el Indio otra vez se equivocó, en el recital trágico y hasta en la letra de uno de sus temas, que esta vez nos tocó a nosotros “pagar toda la puesta fiesta”, y lo hicimos con muertos. Si el Indio sigue o no su carrera no merece mayor comentario, si la exigencia de una comision que investigue lo que pasó el sábado y de confirmarse la culpabilidad de todos los responsables, la exigencia de que vayan a la cárcel.