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Red Internacional
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Una visión crítica sobre la convocatoria a Tevez. El lobby del pueblo

Carlos Tévez volvió a la selección. Tres años e innumerables pedidos mediáticos vencieron la resistencia de un grupo que no lo quería

Lionel Pasteloff @LionelPasteloff

Miércoles 29 de octubre de 2014

Fotografía: Alfonso Jimenez

"La selección, la selección, se va a la puta, que la parió". Aquel video de un casi adolescente Carlitos Tévez, insultando al equipo nacional a modo de pedido para jugar la Intercontinental con Boca en 2003, hoy es casi inhallable. Constituye, posiblemente, el primer desencuentro entre el delantero de la Juventus y la celeste y blanca. No es casual que esa evidencia haya desaparecido: Quienes hicieron (y hacen) lobby por él no pueden darse el lujo de sustentar detractores.

El Apache jugó por última vez en la selección en la Copa América de 2011. Aquella vez erró un penal que costó la eliminación de local en la competición. Lo cuestionable no fue su yerro, sino el camino previo. En 2010 se bajó de un amistoso que el por entonces equipo de Batista jugó contra Brasil. A los pocos días jugó como si nada para el Manchester City. Batista no lo quería y Grondona le había bajado el pulgar por algunas cuestiones del ciclo Maradona. El plantel empezaba a verlo de reojo.

Ya en 2011 Carlitos se permitía actos demagogos como besarse las canilleras con los colores argentinos al marcarle a Stoke City (la clase de gestos que permite alimentar esa fábula de "sentir más la camiseta"). Antes de la Copa América, Brown (ayudante de Batista) intentaba calmarlo, tras la visita del entrenador a Manchester, donde sólo charló con Zabaleta. La respuesta que recibió el DT alterno fue terminante: "Si no voy a la Copa América, no cuenten más conmigo"

A un mes de la Copa, Tévez acompañó a Scioli en un acto. Su presencia no fue casual. El delantero supo exprimir su carisma para sacar rédito de sus vínculos con el poder. En ese momento se forzó un encuentro entre Grondona, Batista y el por entonces jugador del City, quien no se privó de sacar chapa de la presión que podía meter si se quedaba afuera. El presidente de AFA y su DT optaron por convocarlo y apagar el incendio. Tiempo después, el Checho admitiría haber cedido a cuestiones externas a la hora de convocar al jugador.

Entró por la ventana a un grupo que venía jugando sin él y no veía con buenos ojos sus actitudes. Llegó con sobrepeso, mal entrenado y con pedidos poco amigables, como tener su propia habitación. Jugó (mal) los dos primeros partidos, y tras ser suplente en el tercero, se quejó por "no haber jugado de 9". La historia se cerró con el penal errado ante Uruguay, tras otra floja actuación.

Pasaron los meses y la ausencia de Tévez no hizo ruido....mientras él quiso. En 2012, cuando el equipo jugaba la clasificación para Brasil, se permitió confesiones muy lejanas a las que haría un jugador del pueblo: "No extraño a la selección. Mirándola desde afuera estoy más contento. Me gustó el equipo, pero yo por ahora no quiero estar".

Hacia fines de 2013 y durante 2014, con un buen rendimiento del ex Boca en Juventus, se encendieron las alarmas. Los medios de siempre, Olé, Clarín, TyC y sus repetidores (dentro y fuera del grupo) clamaron por su presencia, exaltaron hasta los laterales bien hechos y acomodaron la realidad de formas insólitas con tal de instalar una necesidad que no era tal: Argentina tenía los mejores delanteros del mundo y no necesitaba a un gran jugador que en la selección jamás fue el mismo que en sus clubes (sólo 13 goles en 64 partidos, 2 rojas) y que además, no se bancaba ser suplente, bordeando el conflicto ante la mera posibilidad.

Pasó el Mundial. Sabella, quien resistió estoicamente las críticas a sus jugadores fetiche (luego consagrados) como Romero, Rojo o Biglia y priorizó el grupo por sobre la presión pro-Tévez, se fue. Llegó Martino, quien después de charlar con líderes del plantel y analizar sesudamente la situación, eligió convocarlo. La noticia hizo ruido. Los medios se regocijaron y se miraron socarronamente, a sabiendas de haber cumplido la misión. Esta vez, les costó más de la cuenta.

Dependerá de Carlos Tévez convertirse en un jugador imprescindible en la selección o cerrar su ciclo en la misma como hasta ahora: Con más ruido de lobby que gritos de gol.