Durante los primeros días de Julio se dio a conocer la denuncia por violencia de género contra Tea Time, que incluía junto a un detallado relato, las fotografías de las consecuencias en el cuerpo de la ex pareja del vocalista recientemente expulsado de “Los Tetas”. Además de abrir el debate sobre las formas de afrontar la violencia de género de manera cotidiana, no está demás profundizar en como esta se refleja también en la industria musical.
Martes 4 de julio de 2017
A propósito de la denuncia de la ex pareja de Camilo Castaldi Lira, ex integrante de la reconocida banda chilena “Los tetas”, aquí una reflexión acerca de cómo la violencia de género se presenta como una cuestión cotidiana y naturalizada también, dentro del mundo musical.
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Y es que si lo pensamos bien, en la industria es común escuchar letras cargadas de misoginia, machismo, sexismo y la cosificación de las mujeres tan naturalizada en diversos géneros musicales en mayor o menor nivel.
Pero lo anterior, que es una cuestión sabida y cada vez más cuestionada debido a los debates que ha puesto en la palestra pública el movimiento internacional contra los femicidios y la violencia de género, #NiUnaMenos, no es la única expresión de machismo en el rubro musical.
El machismo naturalizado en el ámbito musical
Son diversas artistas mujeres con éxito de renombre mundial como Bjork, Madonna o Grimes las que han salido a denunciar por ejemplo, la subvaloración del trabajo cotidiano realizado, en contraste a la sobrevaloración de las figuras masculinas. Los comentarios respecto a su trabajo han pasado de enardecer a sus productores, compañeros musicales, e incluso a asociar el éxito a razones vinculadas a la estética y no al propio talento, y de paso cuestionar sus prácticas tanto dentro como fuera del escenario en base al estereotipo de mujer asociado.
En Chile el panorama es aún peor, puesto que ya las oportunidades para surgir en el ámbito musical son escasas debido a la visión del arte como hobby. Para las mujeres, ha resultado aun más difícil conseguir un nombre propio dentro de la música.
Artistas reconocidas como Francisca Valenzuela, Ana Tijoux, o Javiera Mena, se han referido en distintas oportunidades a la discriminación que han experimentado por parte de los periodistas y la desigualdad que se vive dentro de la industria de la música cuando eres mujer.
Sin embargo hoy son cada vez más artistas las que se han referido a las problemáticas de las mujeres en este rubro, y que antes estaban invisibilizadas y naturalizadas.
Mientras tanto la premisa de que en el escenario musical “no hay reglas si eres hombre, pero sí las hay cuando eres mujer”, sigue vigente para cualquier escenario de la vida cotidiana, pues sin duda, el arte y la cultura han sido expresión histórica de las contradicciones y realidades del sistema capitalista.
Hoy ante la respuesta de la funa que ha primado para el caso de Tea Time, falta poner énfasis también, en cómo prevenir y enfrentar de raíz la violencia de género en todas sus formas, no solamente la que es ejercida por un individuo en particular.
El Estado chileno es cómplice de esta violencia y el Gobierno tampoco ha sabido dar respuestas que apunten a erradicar de raíz y no seguir perpetuando el machismo desde los espacios educativos, en el ámbito laboral, de la salud, y en la vida cotidiana.
El alcance que tienen este tipo de denuncias ayudan a evidenciar cómo el sexismo y machismo se vive también en el mundo artístico, y es un punto de partida para poder seguir abriendo los ojos a millones de mujeres que hoy están dejando de naturalizar la violencia de género a nivel mundial, que se comienzan a plantear la organización como un medio para acabar con este sistema de explotación y opresión del cual el Estado es cómplice.