Si bien es necesario reconocer el acto de valentía de Mamoudou Gassama, escalando los cuatro pisos de un edificio en el distrito 18 de París para salvar a un niño colgando, uno no debe dejarse engañar por la operación mediática de parte del gobierno, ni que su naturalización por su valor significa una tregua.
Domingo 3 de junio de 2018
Designar al Sr. Gassama como "el primero de la cuerda" migratoria, retrocede finalmente a querer "separar el grano de la paja", el migrante "meritorio" del resto de sus compañeros y justificar los desalojos y las violaciones a los derechos elementales contra los exiliados que no cesan de acentuarse.
Macron, rey taumaturgo
Mamoudou Gassama fue recibido en el palacio del Elíseo bajo los oros de la República, naturalizado y prometido de un futuro de bombero salvavidas. Pero es Emmanuel Macron quien aprovecha la luz fugaz lanzada sobre el joven maliense, convertido en francés por la grande gracia presidencial.
La operación de comunicación se asemeja mucho al gesto del toque real, que se suponía que curaba todas las heridas, todas las infamias, pero sobretodo curaba la ira social y la impopularidad del monarca. Además de los reflectores y los periodistas. Y si la maniobra vale algunos puntos suplementarios en las encuestas.
A unos meses de la aprobación de la ley de asilo e inmigración, fuente de división dentro de la mayoría parlamentaria, era necesario distinguir bien la imagen del presidente de la que se adhiere a la piel su fiel Ministro del Interior, Gérard Collomb. Y si la naturalización de Mamoudou Gassama permite al mismo tiempo expulsar a los refugiados que ocupan los muelles del Canal de la Villette en paz, este es el boleto ganador.
Así que, subrayar que un Mamadou Gassama "merece" ser naturalizado, tener papeles para vivir dignamente - como también repite Alexis Corbières, diputado por France Insoumise - para participar en una ceremonia con gran pompa para reconocerlo, es sobre todo quitar ese mérito a todos los demás.
Es, decretar con engaño, que los refugiados, en su mayoría, merecen las terribles condiciones de recepción que les son hechas, expulsiones, confinamiento, calle, frío, carpas y mantas desgarradas, violencia policial, mutilaciones, los muertos.
Es decretar que no merecen que se respeten sus derechos fundamentales, algo por lo que Francia ha sido regularmente señalada por ONG’s internacionales. Es distinguir la excepción del buen migrante para poder descalificar a todos los demás.
Detrás del discurso, un aumento en la represión contra los refugiados
Esto es lo que permite a Gérard Collomb asegurar ante el Senado, al día siguiente de la recepción de Mamoudou Gassama en el Elíseo que "los migrantes hacen benchmarking" (comparación de características) entre los Estados para elegir su territorio de refugio. Después de la "compra del asilo", el "benchmarking". Con Collomb, Emmanuel Macron puede caminar sobre su pierna derecha. El ex alcalde del Partido Socialista de Lyon es atractivo con respecto a los a los fillonistas (seguidores de Francois Fillon) o incluso el electorado del Frente Nacional.
Por eso en términos de represión en las fronteras, la política de Emmanuel Macron es mucho más dura que la de Nicolas Sarkozy, más ofensiva desde el punto de vista del discurso. La acentuación de los desalojos, la ley de asilo e inmigración que aumenta el tiempo de la detención administrativa, restringe las posibilidades de solicitar el derecho de asilo, establece un delito de solidaridad, las repetidas expulsiones en Calais o París, están ahí para recordárnoslo. Como el enjuiciamiento penal de Cédric Herroux, o recientemente los 5 meses de prisión, a que fue condenada la activista de Amnistía Internacional, Martine Landry, por haber socorrido a dos adolescentes que intentaban alcanzar el norte de Francia.
La naturalización de Mamoudou Gassama no debe hacernos olvidar que son miles de migrantes que los que enfrentan cada día los mares, el frío, el hambre y las fronteras, que a menudo rozan la muerte para dejar un país en medio de guerras, miseria, violencia física, amenazas a sus vidas.
Como Moussa, perseguido por su homosexualidad en su país y amenazado de expulsión por las autoridades. Un joven migrante encontrado muerto, electrocutado en el techo de un tren en Menton. De Blessing, una joven de 20 años, encontrada ahogada en el Durance, tratando de cruzar la frontera de los Alpes y de escapar de la policía, hace unos días. De todos los otros a los que el Estado francés no lleva ayuda alguna y los deja morir.
Publicado en Révolution Permanente el 30/05/2018.
Traducido por Estefanía Santamaría