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Internacional. El “momento Mayo ‘68” de los estudiantes sudafricanos

Sudáfrica está viviendo el mayor movimiento de protesta estudiantil desde la caída del apartheid. Los estudiantes universitarios comenzaron una importante lucha contra el fuerte aumento en las cuotas de inscripción, matrícula y alojamiento, que van del 8% al 12%.

Jueves 29 de octubre de 2015 13:25

LAS PROTESTAS de los alumnos de la Universidad de Witwatersrand (Wits) el pasado 14/10 en Johannesburgo, contra un alza del 10,6% en las matrículas y del 6% en las inscripciones, actuaron como la chispa que encendió el fuego de las movilizaciones. El 21/10 tuvo lugar una protesta a nivel nacional que incluyó una marcha al Parlamento de más de 3.000 estudiantes de la Universidad de Ciudad del Cabo. En escenas que recuerdan la era del apartheid, la Policía lanzó granadas aturdidoras para impedir que los estudiantes, que demandaban ser atendidos por el ministro de Educación Superior Blade Nzimande -secretario general del Partido Comunista de Sudáfrica-, entren al Parlamento. Varios estudiantes fueron detenidos: los cargos de traición contra ellos tuvieron un efecto incendiario, comparable a la acusación a los sobrevivientes de la masacre de los mineros Marikana con el asesinato de sus compañeros. Al día siguiente fueron recibidos como héroes por sus camaradas de lucha. La mayor manifestación tuvo lugar el 23/10 en los Edificios de la Unión, sede del gobierno, y la oficina del propio presidente Jacob Zuma. Más de 10.000 personas exigieron la derogación de los aumentos. Los estudiantes reclamaban que apareciera Zuma a “dar la cara”, pero el gobierno no dudó en enviar a sus fuerzas de represión utilizando gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes.

Un primer triunfo de los estudiantes

Estamos ante la protesta estudiantil más grande desde el levantamiento de Soweto en 1976. Tan es así, que la combatividad de los estudiantes obligó al gobierno de Zuma a retroceder en su ataque y salió a decir que no aumentaría el arancel universitario durante 2016. Sin embargo, a pesar de este retroceso, el lunes varias universidades seguían movilizadas. Como los mismos estudiantes dicen, la FASE 2 es ahora para lograr que las tasas disminuyan. La matrícula sigue siendo la misma. No hay nada que celebrar. Otro estudiante decía: no estamos luchando solamente contra este aumento. Luchamos para que la Universidad elimine cualquier aumento desde 2011”. El reclamo no es casual. Las matrículas varían según la Universidad, pero pueden alcanzar los 60.000 rands (4.000 euros). Esto en un país donde las familias blancas ganan hasta seis veces más que las familias negras, según cifras oficiales. Y lo distintivo del movimiento actual es que alcanza a las universidades tradicionalmente blancas que fueron bastiones de privilegio blanco durante años y han experimentado una gran afluencia de estudiantes negros principalmente los hijos e hijas de la nueva clase media negra que se desarrolló entre fines de los 90’ hasta mediados de la década de 2000.

El descontento de millones

La actual ola de protestas es un nuevo punto de inflexión en la dinámica de la lucha de clases que abrió la masacre de los mineros en Marikana en 2012, cuando los trabajadores en huelga fueron acribillados por la policía con un saldo de 36 muertos y casi 80 heridos. La emblemática huelga contra la inglesa Lonmin Platinum dio un nuevo impulso a las luchas obreras y abrió un gran proceso de organización independiente encabezado por cientos de nuevos activistas que dirigieron numerosas huelgas de miles de obreros mineros, automotrices y de servicios. Este proceso enfrentó la reaccionaria alianza entre las grandes patronales imperialistas, el gobierno cipayo, la burocracia sindical y las fuerzas represivas. La actual lucha estudiantil muestra que sectores medios de la población están hartos de las tarifas exorbitantes, de las condiciones en que viven y las malas perspectivas de empleo después de estudiar. Y también del dinero del estado que se desperdicia en la brutal corrupción de la nueva elite política negra post apartheid, de la cual Jacob Zuma es una de las encarnaciones más patéticas.

El creciente descontento de millones que viven en la pobreza se expresa en diferentes formas de movilización y protestas, teniendo Sudáfrica hoy el título de “capital de protesta del mundo”, con una media de 35 protestas por día. Las movilizaciones se dan fundamentalmente contra las terribles condiciones de vida, crisis habitacional, falta de luz, agua y saneamiento, entre otras. A pesar de ser un país de ingresos medios, una de cada cuatro personas en Sudáfrica se acuesta con hambre cada noche y el desempleo sigue aumentando, especialmente entre los jóvenes.

El engaño empieza a caer

El telón de fondo del levantamiento estudiantil es la peor crisis económica desde el fin del apartheid (1994). En este marco, la Alianza del Congreso Nacional Africano, el Partido Comunista y la COSATU (central sindical) que llevó a Zuma al poder, está en ruinas. Está dividida a raíz de la expulsión de su principal filial, el sindicato metalúrgico (NUMSA, en ingles) de 320.000 miembros, después de su decisión de romper con la Alianza y su anuncio de planes para lanzar un frente único, un Movimiento por el Socialismo y un Partido de los Trabajadores. Las protestas estudiantiles han golpeado fuertemente al gobierno y al establishment académico, 21 años después que el CNA, dirigido por Mandela, entablara una transición a una república parlamentaria multirracial, que a cambio de algunas concesiones garantizó la supervivencia del dominio econó- mico y de parte del aparato del estado de la burguesía blanca. Hoy, sectores de la población comienzan a tomar conciencia del fraude.

Las acciones de los estudiantes han revelado una insatisfacción nacional mucho más amplia con respecto a la política de igual representación para los negros. La realidad es que la transición o transformación solo ha beneficiado a una pequeña élite negra. El despertar y el salto en la conciencia del movimiento estudiantil sudafricano es un grito de aliento para los oprimidos y explotados del mundo entero.


Juan Chingo

Integrante del Comité de Redacción de Révolution Permanente (Francia) y de la Revista Estrategia Internacional. Autor de múltiples artículos y ensayos sobre problemas de economía internacional, geopolítica y luchas sociales desde la teoría marxista. Es coautor junto con Emmanuel Barot del ensayo La clase obrera en Francia: mitos y realidades. Por una cartografía objetiva y subjetiva de las fuerzas proletarias contemporáneas (2014) y autor del libro Gilets jaunes. Le soulèvement (Communard e.s, 2019).