La detención de Édgar Veytia, hoy nombrado el "narcofiscal", ha puesto en cuestión a políticos cercanos, entre ellos el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, por su presumible conocimiento de los lazos del ex fiscal con el narcotráfico e incluso su posible complicidad.
Viernes 7 de abril de 2017
Édgar Veytia, conocido también como El Diablo, fue detenido por autoridades estadounidenses y es por el Departamento de Estado y el fiscal del distrito este de Nueva York de traficar cocaína, metanfetamina y marihuana a Estados Unidos.
Sin embargo, estas denuncias no son nuevas y ponen en entredicho la actuación del gobierno de Nayarit frente al narcotráfico, poniendo en el centro del cuestionamiento al gobernador Sandoval, quien desde su inicio impulsó la carrera política de Veytia.
Desde 2008 cuando Sandoval asumió la presidencia municipal de Tepic, nombró a Édgar Veytia director de Tránsito y Vialidad. Posteriormente, en agosto de 2009 lo asignó secretario de Seguridad Pública, Tránsito y Vialidad. Al asumir la gubernatura, en septiembre del 2011 lo designó subprocurador de Justicia, para finalmente darle el título de Fiscal de la entidad.
Las acusaciones hacia Veytia, aunque tomaron de sorpresa a algunos como Sandoval y a "Layín" el alcalde "que roba poquito", también muy cercano al Diablo y que quiere postularse para gobernador del estado. En realidad, no tienen que sorprender a nadie pues ya desde diciembre del 2013 se señalaron sus presuntos nexos con el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Diversas denuncias fueron presentadas desde esas fechas ante la PGR, las secretarías de Gobernación y de la Función Pública, así como la CNDH, por pobladores del lugar quienes señalaron situaciones de despojo, desaparición de personas, secuestro, extorsión, levantones y asesinatos, en las que existía una vinculación con las acciones de Veytia. Estas acciones provenían de las operaciones que realizaba para las organizaciones delictivas de los Beltrán Leyva, Los Zetas y posteriormente, para el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Veytia creó nuevos cuerpos a su mando: la Policía Nayarita, compuesta de efectivos que siempre portan capucha y usan vehículos sin placas y con cristales polarizados. Este cuerpo ha sido acusado de acompañar redadas, levantones y otras acciones de grupos criminales.
Aunque ahora los ojos están puestos en la entidad de Nayarit, tampoco son noticia los vínculos que existen entre políticos e instituciones de gobierno con el narcotráfico. Tan sólo para este caso, las denuncias interpuestas los años atrás donde se vinculaba a Veytia con grupos criminales, fueron -en la práctica- desechadas por los otros niveles de gobierno, primando además en varios de los casos el desplazamiento forzado de los denunciantes por amenazas.
Mientras que la militarización del país para según "combatir el narcotráfico" ha causado cientos de miles de muertos, desaparecidos y desplazados, la relación de asociación que mantienen los diferentes niveles de gobierno con grupos del narcotráfico ha brindado la protección para el crecimiento de las ganancias de este negocio ilegal de dolor y muerte, a sabiendas de que este desarrollo de la competencia entre los grupos se da con expresiones muy violentas ante la pasividad o complacencia de los diferentes niveles de gobierno.