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Red Internacional
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Salud. El paciente más grave: los sistemas de salud

En estos días se conocieron los datos de la cantidad de trabajadores de salud en todo el mundo contagiados de coronavirus. Una explicación desde la crisis.

Pablo Minini

Pablo Minini @MininiPablo

Miércoles 22 de abril de 2020 14:13

La pandemia de SARS Cov 2 - COVID 19 fue comparada con muchas cosas, entre ellas con una película de terror. Y en las películas de terror los únicos desprevenidos son los protagonistas, mientras que el director y la audiencia sabe muy bien qué está pasando: dónde meterse, de quién huir, qué puerta no hay que abrir. Incluso hay quienes gritan a la pantalla, condolidos con los pobres personajes.

¿Qué es lo que muestra esta película? Una cosa que me llamó mucho la atención: en España el 16 % de los infectados son trabajadores de salud; en Italia, el 10 %. El 14 % en Argentina. En Inglaterra y en Estados Unidos los datos no son claros.

Ginés González García, Ministro de Salud de Argentina, dice que este número se debe a que los trabajadores de salud son unos omnipotentes que van a trabajar con fiebre y contagian a sus compañeros. En Italia se acusó a la idiosincrasia de los trabajadores: les gusta abrazarse y besarse. En EE. UU. se dijo que la culpa de todo es de los chinos.

Aunque tal vez si vemos las cosas un poquito más de cerca encontremos otra explicación.

España

Con 200 mil infectados y 21 mil muertos al día de la fecha, el Sistema Nacional Sanitario viene demostrando que su calidad descendió muchísimo. Lo ven los pacientes y lo ven sus trabajadores. Una enfermera dice a los medios: "Estamos totalmente desbordados, los sanitarios ya no pueden más física ni emocionalmente. Es un infierno. Las cifras que estoy viendo en la TV son falsas. ¿Por qué son falsas? Pues porque no se le están haciendo los tests a la gente."

Las autoridades dicen que el presupuesto en salud aumentó en 2019 un 7,76 %. Lo que no dicen es que entre 2010 y 2014 se recortaron 8161 millones de euros, un 10 %. Tampoco dicen que en 2007 se atendían en el sistema público 61 millones de consultas, mientras que en 2014 el número subió a 72 millones. Y, claro, tampoco dicen que el 50,3 % de los trabajadores tienen contratos temporarios y precarizados. Se ha dicho que el SNS es una gran empresa de trabajo temporal.

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Italia

De primera mano nos tiran el número: el gobierno aumentó el presupuesto en salud un 6,57 % y se gastan 1900 euros por persona. Lo que no dicen es que faltan camas, insumos, Equipo de Protección Personal (EPP), falta personal y la mayoría de los trabajadores hacen turnos de 12 horas continuadas.

Se dijo en algunos medios que la población de Italia está envejecida y por eso la cantidad de muertos. Lo que no se dijo siempre es que en el epicentro de la enfermedad, en Bergamo, la zona más industrial y rica del país, las patronales y los alcaldes locales se negaron a tomar las mínimas medidas de cuidado de los obreros: ni cuarentena, ni parar la producción, ni barbijos."Bergamo is running", decían, incentivando a que la gente saliera a trabajar. El resultado: el domingo 12 de abril se difundieron fotos de las calles de la ciudad repletas de camiones militares cargados de cadáveres.

¿Quién estuvo a la cabeza de esta matanza? Gianfelice y Paolo Rocca, dueños de Tenaris, fueron los directores de esta película de terror. Incluso son dueños de hospitales privados, como el Humanitas Gavazzeni, centro de salud que no daba el mínimo EPP a médicos y enfermeros.

Italia tiene también el récord de suicidios de trabajadores de salud por las jornadas extenuantes o por temor a contagiar a sus compañeros.

Nota: Paolo Rocca en Argentina no pudo mantener su actividad. Por eso despidió a 1450 trabajadores en plena pandemia en un acuerdo homologado por el Ministerio de Trabajo con aval de la Unión Obrera Metalúrgica.

Reino Unido

Cuando los números oficiales hablaban de 9288 muertos, la Oficina de Estadísticas Nacionales decían que en realidad el número es de 13121. ¿La diferencia? El gobierno no contaba a los muertos en sus casas.

Otros números: Inglaterra redujo en la última década el presupuesto en salud un 9,18 %. Muchos trabajadores de salud en la isla son europeos que, ante el Brexit y el discurso xenófobo, decidieron volver a sus países. ¿El resultado? 60.000 profesionales comenzaron su éxodo. De forma tal que al National Health Service le faltan un total de 100.000 trabajadores. En el último año corrió el rumor de una posible privatización. Acá la trama se vuelve repetida: años de desfinanciar el sistema de salud para luego imponer la idea de una privatización.

Estados Unidos

Trump es la pobre víctima de los chinos, que son muy malos. Incluso son tan malos que no les quisieron vender insumos al resto del mundo. Incluso obligaron al gobierno a activar la Ley de Producción de Defensa de los años ’50s para obligar a la General Motors a producir respiradores (claro: la realidad es que fueron los mismos trabajadores de la GM los que llevaron adelante la huelga exigiendo la reconversión de las plantas). Además, según Trump, los trabajadores estadounidenses no quieren dejar de trabajar, porque América avanza y no con el país cerrado.

Pero la realidad es diferente. 11 millones de indocumentados que no van a los hospitales para no ser deportados; 27 millones de ciudadanos sin seguro médico; más millones con un seguro insuficiente. ¿Por qué los trabajadores en ese país no quieren ir al médico? Porque no tienen el dinero para pagar la cuenta del hospital y porque no existen licencias pagas por enfermedad: si no trabajan, no comen. Eso explica que, además de esta pandemia, en EEUU hay un sub diagnóstico de otras enfermedades infecciosas. Entre la poblaciones afro y latinas el covid está haciendo estragos. En Milwaukee el 70 % de los muertos son afroamericanos, aunque son sólo el 26 % de la población. En Nueva York el 29 % de la población es latina, pero la cantidad de muertos latinos es de 34 %. Oh, casualidad, las autoridades dicen cínicamente que esas poblaciones son las que menos oportunidades tienen de quedarse en casa.

A los trabajadores de salud no se les da el equipo necesario para atender, se los obliga a pagarlos de su bolsillo, y a la par se cavan fosas comunes en Nueva York y se compran camiones frigoríficos para guardar cadáveres.

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Argentina

En 2019 el presupuesto en salud fue de 150.000 millones de pesos.

Pero claro, había que pagar la deuda contraída. Solo en 2018 el macrismo pagó 553.000 millones de pesos por servicios de deuda pública o sea, por cada peso para salud hubo 4 para los acreedores.

Pero esto no empezó durante el macrismo. En 2003 el Plan Federal de Salud de Ginés González García ordenó la descentralización del sistema público, dejando que cada provincia y municipio se haga cargo de sus gastos en salud. También entre 2003 y 2015 se tomó deuda por 3000 millones de dólares con el Banco Mundial para comprar medicamentos a laboratorios privados. 12 años sin inversión en infraestructura, 12 años de precarización laboral con programas como Médicos Comunitarios, 12 años con sistemas de seguros como el Plan Remediar que sólo beneficiaron a los proveedores privados, 12 años sin inversión en los laboratorios de producción nacional.

Sin contar con que en 2014 el entonces ministro de salud Juan Manzur metió a Argentina en el plan privatizador de la OMS: la Cobertura Universal de Salud, que en 2018 destinaba... 500 pesos por paciente, por año, por todo concepto. La receta ya es conocida: avanzar en la destrucción del sistema público para luego privatizarlo. Por ejemplo: los trabajadores de salud tiene que mantener más de un trabajo. No solo se exponen al contagio en los centros de salud, sino en el transporte público.

Esta es la película de terror que dirige la burguesía en cada país: salvar a los bancos en plena crisis de 2008, año en que empezó la debacle de los sistemas de salud. Privatización. Impulso a las empresas privadas de salud (España a partir de 2010 dio 4.000 millones de euros a la salud privada; en Argentina entre 2003 y 2015 las empresas de salud aumentaron sus ganancias un 200 %). Tener el mínimo posible de trabajadores de salud.

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Una salida desde los trabajadores

En cada país analizado el panorama es el mismo: trabajadores que cumplen jornadas extenuantes, falta de camas, falta de respiradores (en Italia tienen que elegir a quién dejan morir).

Se dice que los trabajadores de salud son superhéroes que no necesitan descansar, que tienen una voluntad de hierro. Y también se los llama omnipotentes que no se cuidan. Superhéroes o supervillanos, de acuerdo a cómo den los números.

Los recursos están. ¿No queremos trabajadores contagiados? Hay que darles el equipo necesario. ¿No queremos que trabajen infectados? Hay que darles las licencias pagas y realizar testeos por covid. ¿Queremos que no haya contagio horizontal, es decir, entre trabajadores? Nuevamente: licencias pagas, testeos, equipo adecuado y mejoras en la infraestructura, pues en Argentina trabajamos hacinados en centros precarios en barrios con alta contaminación ambiental. ¿No queremos el síndrome de Superman ni el burn out? Es necesario contratar más trabajadores, estudiantes avanzados de medicina, enfermería, psicología, kinesiología, etc. y reducir las jornadas laborales. ¿Faltan recursos? Pues bien, tres caminos: en países como Argentina no pagar la deuda; impuestos progresivos a las grandes fortunas; que el Estado centralice todos los recursos de salud privados y públicos con control de sus trabajadores y las comunidades. Y poner en pie los comités de crisis y emergencia como se viene haciendo en distintos hospitales del país, donde los trabajadores organizados en asambleas reclaman a sus direcciones sindicales que tomen en sus manos estas exigencias a las patronales y direcciones.

La alternativa es sencilla: a esta película la dirigen los patrones y su sed de ganancias o la dirigimos los trabajadores para beneficio de todos.