En las reuniones paritarias la Gobernadora ofreció un 15 % de aumento queriendo imponer a su vez el presentismo. Usan el “modelo mendocino” para atacar las licencias por enfermedad y al derecho a huelga.
Lunes 26 de febrero de 2018 10:53
Foto Radio Provincia
La gobernadora María Eugenia Vidal quiere imponer un tope salarial miserable a los docentes, en una paritaria que busca transformarse en referencia para el conjunto de la clase trabajadora, en el marco de un contexto de inflación que el propio Gobierno reconoce.
Se trata de un aumento del 15 % en tres cuotas, que implica que un salario inicial de maestra llegue a los $ 14 mil. A eso agregó la propuesta de un bono para quienes no falten nunca en el año ($ 6 mil), para quienes falten hasta cuatro veces ($ 4.500) y para quienes se ausenten hasta ocho veces ($3 mil). Se contemplan algunas excepciones como Maternidad, Vacaciones, Profilaxis, ART y otros, pero ataca la enfermedad de los hijos y familiares, la salud de las y los docentes y el derecho a huelga.
Los gremios rechazan en forma unánime este plus, argumentando que “se pone el salario por encima de la salud”. Es decir que con este premio al “presentismo” se niega el derecho a enfermedad y el derecho constitucional a huelga.
De qué hablan las estadísticas
El Censo Nacional de Personal de los Establecimientos Educativos realizado por el Ministerio de Educación de la Nación en 2014, dio como resultado que 1.057.136 docentes se encuentran en actividad en el país. Tres de cada cuatro son mujeres, más de la mitad (55%) tiene entre 25 y 44 años. Y el 89 % del total que trabaja en las escuelas no vive solo y de esta proporción, el 59% lo hace con sus hijos menores de 18 años.
Las enfermedades más comunes y específicas del trabajo docente son: padecimientos como las várices, disfonía, lumbalgias, hasta manifestaciones psicosomáticas como el estrés, gastritis, hipertensión arterial, disfonía, llegando a la angustia y la depresión. El síndrome de Burnout, o de “estar quemado”, también es muy común y se expresa en un agotamiento emocional, sensación de estar sobrepasado, despersonalización o endurecimiento emocional. Algunas de estas enfermedades laborales no están contempladas en la legislación actual y el “esfuerzo extra” nunca tuvo reconocimiento salarial.
El 73 % de las y los docentes que trabajan en el sector privado padecieron alguna dolencia, pero concurrieron a trabajar enfermos, según una encuesta realizada por el sindicato Sadop a 4.500 afiliadas y afiliados de todo el país. El 60 % de las personas encuestadas manifestó haber padecido “resfríos, rinitis, dolor de garganta”, “problemas urinarios, renales”, ”hipertensión arterial” y “alergias respiratorias” y concurrieron enfermos a trabajar. El 73 % padeció “disfonías/nódulos en cuerdas vocales” y concurrieron enfermos al aula, a pesar de que es una enfermedad profesional reconocida por la Ley de Riesgos de Trabajo.
Además, un 70 % manifiesta haber sufrido en el último año “fatiga, cansancio, desánimo”, “dolores de cabeza, jaqueca”, y más de un 60 % dice “estar estresado”, entre otros malestares con los que concurren diariamente a dar clase producidos por el régimen y las condiciones laboral.
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En Mendoza el “Ítem Aula” es una parte del salario docente. En una entrevista realizada por Clarín en julio del año pasado al ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro, el funcionario dijo: “Sí, llamémoslo ítem aula, presentismo, continuidad pedagógica o como sea. Es un premio al que va, no un castigo al que falta, porque al docente que falta no se le descuenta”.
Pese a la falacia oficial, esto es un claro castigo a las y los docentes que por cualquier razón, necesitan faltar a la escuela, inclusive cuando esas “ausencias” sean por enfermedad. Hablan de ausentismo, para no hablar de las enfermedades laborales en la educación.
Si consultamos a los docentes
Las jornadas laborales docentes son realmente extenuantes. Veamos por ejemplo el caso de una maestra de grado que trabaja sólo dos cargos de una escuela de jornada simple. Empezando el día con un mínimo de media hora de viaje, veinte minutos antes de su horario laboral se debe presentar para recibir a los chicos, cuatro horas de una escuela, media hora de viaje hasta la siguiente escuela, cuatro horas de la escuela de la tarde. Y una vez en el hogar sigue el trabajo, ya sea planificando, pensando en cómo resolver los conflictos que surgieron en el día, corrigiendo, haciendo boletines o yendo a una capacitación para, algún día, lograr titularizar y tener estabilidad laboral. Y en el caso de las mujeres, mayoría en el gremio, con el trabajo doméstico.
Además de los problemas que se enfrentan a diario dentro del aula, carencias edilicias, de vivienda y otras tantas que la sociedad busca en la escuela un apoyo, un oído o soluciones.
La salud de las y los docentes está expuesta a miles de circunstancias, muchas son sostén de hogar con hijos, alquilan en un gran porcentaje pensando cómo llegar a fin de mes con salarios bajos, precios que aumentan a diario cuando van al supermercado, con tarifas de luz y gas que han crecido en este último tiempo sumado al aumento del transporte, entre tantos y esto altera o produce cambios en su cotidianidad. Si un hijo menor se enferma, la madre es quien tiene que estar al cuidado, si ella se contagia necesita días de reposo o muchas van resfriadas o con tos muchas veces, a trabajar.
Estás cuestiones no están contempladas a la hora de poner en discusión las licencias, la salud de los docentes y su familia, desconociendo u omitiendo la problemática. Las autoridades políticas ponen foco exclusivamente en las ausencias al trabajo de maestras, maestros y profesores, sugiriendo respuestas de tipo económico administrativas (premio por presentismo, control de ausentismo) para atacar los derechos laborales en la educación, mientras desinvierten en la escuela pública.
Este tipo de postura “simplifica” de forma brutal un problema complejo y obstaculiza un análisis profundo, ya que oculta las reales condiciones laborales en las escuelas y cómo afecta a la salud de los trabajadores de la educación.
La propuesta de bajar el ausentismo para aumentar los sueldos, esconde el plan macrista de flexibilizar y atacar las condiciones laborales de los docentes. Esto pone en duda los múltiples problemas de salud originados en la labor docente avasallando los derechos estatutarios conquistados y atentando contra la calidad educativa.
Es necesario organizarse contra estos ataques, exigiendo al Suteba provincial que “si hay presentismo extorsivo no haya acuerdo” y preparándonos para luchar, impulsando asambleas en nuestras escuelas junto a la comunidad educativa. Exigimos al sindicato provincial asambleas de afiliados y no afiliados, donde debatamos y votemos un plan de lucha hasta vencer.