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Red Internacional
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EXPLOTACIÓN LABORAL Y FORDISMO. El primer carro Ford y el aumento de la explotación obrera

En 1908 Henry Ford desarrolló el primer carro de la época, nombrado “Modelo T”, fue diseñado en la fábrica automovilística de Detroit gracias al incremento de la explotación obrera

Lunes 22 de julio de 2019

En el capitalismo el aumento de la productividad del trabajo no significa mejores condiciones para los trabajadores, sino mayores ganancias para los capitalistas. Producir más en mejor tiempo es algo que todas las empresas buscan, sea con ritmos de trabajo más intensos, con la incorporación de avances tecnológicos o con una combinación de ambas.

El fordismo

A partir de la segunda Revolución Industrial a finales del siglo XIX, la industria tuvo grandes modificaciones principalmente en la producción y el transporte con el desplazamiento de las máquinas de vapor, incorporando el petróleo y la electricidad como nuevas fuentes de energía. De tal modo que se transformó a diferentes ramas industriales en la economía mundial, posicionando al acero, la construcción mecánica y la producción de automóviles como principales sectores de la economía durante esos años.

La historia de la industria automovilística de Henry Ford comenzó cuando visitó los mataderos de Union Stock Yards en Chicago y observó los cuerpos de animales avanzar en carros frente a los carniceros que permanecían quietos. Esta situación lo llevó a modificar la organización del trabajo dentro de la fábrica a partir de la línea de montaje en cadena o montaje en serie, conocido como fordismo.

Esta nueva organización del trabajo de Ford, tiene como antecedente el sistema de producción taylorista que hace alusión a Frederick Taylor quién incorporó la medición del tiempo con cronómetro en la línea de producción y cuyo objetivo fue eliminar los tiempos muertos de los obreros para incrementar la productividad, por lo que esta nueva forma de trabajo implicaría un incremento de la tasa de explotación de los trabajadores.

Ante estas nuevas bases disciplinarias dentro de las fábricas, Henry Ford en 1913 aumentó la producción del inédito “Modelo T” a partir de la línea de producción en serie, la división del trabajo, la especialización del trabajador y el estudio de los tiempos.

El estudio de los tiempos formó parte fundamental para la reducción del ensamblaje de los automóviles, es decir, en 1912 un chasis era ensamblado en 12.5 horas, de tal manera que con la introducción de la cadena de montaje móvil pasó a ser de una hora 33 minutos, generando la duplicación de la producción y como resultado una mayor alienación en la jornada de trabajo aunado a fatigas corporales, capacidades físicas atrofiadas y trastornos de ansiedad que sufrían los trabajadores como consecuencia de la realización de tareas monótonas y repetitivas.

Fordismo mexicano en el siglo XXI

El fordismo fue uno de los sistemas de producción que impulso y reestructuró al capitalismo durante los años de la primera y segunda Guerra Mundial, para 1930 el peso en el sector automotriz de Ford era uno de los más consolidados. La expansión de este capitalista fue enorme, el 23 de junio de 1925 se creó Ford Motor Company en la Ciudad de México. Con el tiempo este emporio creció en el país, y para los años 1983 y 1986 fueron inauguradas dos grandes plantas en Chihuahua y Sonora, respectivamente.

Sin embargo, el avance de esta empresa se encontraba y se sigue encontrando en la contratación de mano de obra barata, explotación y precarización laboral, al igual que el resto de la industria automotriz en el país.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el sector automotriz en 2018 aportó al PIB nacional 3.8 por ciento, es decir 118,412 millones de pesos generados con el esfuerzo físico y mental de los trabajadores quiénes reciben un salario de 1.10 a 2.1 dólares la hora.

A 111 años de la construcción del primer carro Ford, es evidente que la búsqueda de mayor explotación laboral es inherente al capitalismo. Los trabajadores son quienes sostienen este sistema y, sin embargo, los avances en la ciencia o en la reorganización de la producción que podrían permitirles vivir mejor, son utilizados para continuar el enriquecimiento de un puñado de grandes propietarios.