El primer mes del gobierno del empresario Sebastián Piñera dio cuenta de una ofensividad por parte de la derecha que, aunque inicialmente logre instalar su agenda, paralizar a la “oposición” y ensayar sus primeros ataques parciales, sigue siendo acechada por el fantasma de las “calles” que vuelve a rondar.
Miércoles 18 de abril de 2018
Piñerismo ofensivo: acuerdos para cambiar la agenda e impedir “las calles”
Ya se cumplieron cinco semanas de la asunción de Sebastián Piñera al gobierno y, más de conjunto, el gobierno de la derecha ha logrado mantener la “luna de miel” y abrir un clima favorable a su política. En un escenario de crecimiento económico y bajo nivel de lucha de clases y movilizaciones, tomó la iniciativa en sus manos y pudo imponer “su agenda” propia, en este primer tramo.
Con un sello de “centro”, a través de la estrategia de los 5 “acuerdos nacionales” y la formación de comisiones de trabajo (Infancia, Seguridad, Salud, Araucanía y Desarrollo), puso a la defensiva y dividió a toda la llamada “oposición” (desde la DC al Frente Amplio), que titubea entre la colaboración en las comisiones, o levemente mascullar algunos desacuerdos, pero sin mostrar ninguna alternativa ni estrategia para enfrentar a la derecha, frenar sus planes y reponer las demandas de las “calles” al centro.
Esto ha permitido que de forma relativamente rápida el gobierno haya pasado algunos “ataques” parciales, pero controvertidos, contra el movimiento de masas, todos “vía administrativa”: primero, el protocolo de aborto en 3 causales del Ministerio de Salud, que amplía la objeción de conciencia “institucional” en clínicas y consultorios privados (que reciben millonarios subsidios del Estado, encabezados por la Iglesia y la UC), y que da rienda suelta a que, por ejemplo, en Osorno actualmente ninguna mujer pueda interrumpir su embarazo bajo la causal de violación, o lo sucedido con Estefanía Cabello, joven embarazada con alto riesgo que falleció en hospital tras no aplicarle el procedimiento de aborto; luego las 11 indicaciones a la Ley Antiterrorista, en el marco del fracaso de la anti-mapuche Operación Huracán y la crítica situación del machi Celestino Córdova, quien se encuentra en prisión; y la guinda de la torta, el fallo del Tribunal Constitucional que permite “lucrar” a grandes controladores en las universidades, abriendo así un relativo descontento y actividad en importantes sectores del movimiento estudiantil, y la posibilidad de que el principal opositor al gobierno de Piñera en su primera mandato abra un nuevo escenario, con el llamado a las primeras movilizaciones nacionales para este 19 y 22 de abril. ¿Podrá ser un factor que limite la “buena racha” del gobierno?
A lo anterior se suma que a través de la agenda Migración- que plantea una discriminación, por ejemplo, contra los inmigrantes haitianos- y considerando que se ha logrado instalar un cierto sentimiento masivo de “control” y “restricción” de la entrada de inmigrantes al país, el gobierno profundiza estos sentimientos populares más reaccionarios para generar un clima a la derecha, favorable a sus intereses. Pero, ¿qué busca con todo esto Piñera? ¿Cuál es el objetivo central del gobierno de la derecha? La importancia de una estrategia “gradualista” mediante los acuerdos nacionales busca el objetivo más general de terminar con un ánimo de “reformas” en amplias franjas de la población, imponer la agenda de los empresarios, e impedir que aparezcan nuevamente “las calles”.
Fortaleza relativa de una derecha sin hegemonía
El momento favorable que vive el nuevo gobierno, su fortaleza, es más bien producto de la debilidad de sus adversarios que de su propia fuerza. Así, ya empezamos a ver sus primeras debilidades que hacen al límite más general de la relación de fuerzas, o la ausencia de “hegemonía” y que pueden abrir mayores contradicciones al gobierno y reavivar al temido fantasma de “las calles”. Algunas debilidades estructurales ya se empiezan a notar:
La “oposición”: ¿enfrentar a Piñera con el diálogo social y la colaboración?
La llamada “oposición” fue absorbida en la estrategia de los acuerdos del piñerismo. Fue una maniobra ágil de la derecha, no solo mudando a un discurso de “centro”, sino anulando a sus adversarios, en el marco que de conjunto, son “mayoría” parlamentaria. Así, dividieron a la ex Nueva Mayoría, que con su crisis histórica se debate entre la “marginalidad” y las enormes divisiones que cruzan al interior de sus partidos. Mientras la DC y el PR apoyaron las comisiones, y formaron su bancada “moderada”, el PS y el PC llamaron a rechazarlas.
El caso de mayor impacto fue el Frente Amplio, que supuestamente mostraría una “alternativa” de cómo enfrentar a la derecha. No fue muy distinto el efecto de la jugada del gobierno aquí, donde encontró el rápido apoyo de Boric y Sharp, dos figuras centrales del FA, que en alianza con el centroizquierdismo de RD apoyaron las “comisiones” y la política de los acuerdos. Algunos incluso le pusieron “comisión Boric” a la mesa de trabajo que aborda Infancia, y del conjunto del establishment político salieron a apoyar a Boric y su abierto dialoguismo. Pero, lo más crítico es que además de participar con el gobierno, el diputado de MA no ha presentado ningún programa propio, en el marco que en Infancia Piñera busca fortalecer los empresariales “organismos colaboradores” con el aumento del 25% de los subsidios; y en Seguridad su agenda es fortalecer la policía y represión en el marco de la mayor crisis de su historia, y seguir fortaleciendo los aparatos de Inteligencia con que luego criminalizan a movimientos y causas, como es el caso de los luchadores mapuche.
No obstante, esta política de conciliación, que se ha impuesto como hegemónica en el FA, ha abierto tensiones en su interior, con el PH de Pamela Jiles denunciando “por izquierda” los acuerdos, vía Twitter y en la prensa, donde hizo una analogía entre las “cocinas parlamentarias” que hacía la NM y la derecha, con la participación en estas comisiones prelegislativas. Este actuar del FA hace preguntarse ¿dónde está Nueva Democracia, Izquierda Autónoma o Izquierda Libertaria cuestionando estos acuerdos, siendo supuestamente el “ala izquierda”? En verdad no hay tal “ala izquierda”.
La política frenteamplista de Boric, Jackson y Sharp, con su colaboración en los acuerdos, ha fortalecido al gobierno en este inicio con la “luna de miel”, y le ha permitido sacar del centro del debate demandas como la educación gratuita, el fin de las AFP, los abusos laborales y despidos, entre otros cuestionamientos que podrían volverse “explosivos” para el gobierno. Lejos de fortalecer una agenda de las calles y los movimientos de los últimos años- ¿hemos visto acaso una ofensiva de la bancada frenteamplista para impulsar las movilizaciones?-, la colaboración con el gobierno ha fortalecido el intento de descomprimir un escenario para que se expresen procesos de lucha de clases que puedan debilitar al gobierno empresarial de Piñera.
Sin embargo, el propio FA, en el marco de la disputa por el liderazgo de la “oposición” en el marco de la crisis de la vieja Concertación, buscará combinar una política de “diálogo” con la “presión de los movimientos sociales” donde tienen más fuerza, y desde allí generar “hitos” de movilización para fortalecer su estrategia de presión y “oposición parlamentaria” y ampliar su fuerza e influencia para proyectar una alianza con el “progresismo” hacia las elecciones municipales del 2020 y el 2022. En este sentido, se trata de una estrategia electoralista que buscará alianzas con el viejo “progresismo” burgués, y mostrar un FA que garantice “gobernabilidad” como futura alternativa de gobierno.
En el caso del PC, si por un lado está “a la izquierda por arriba”, por ejemplo, rechazando la participación en las comisiones, busca la “unidad de la oposición” con el viejo concertacionismo empresarial, y “por abajo” desde la CUT tienen una política abiertamente de colaboración con la CPC y el gobierno, y anti-movilizaciones; ni siquiera convocan a movilizarse el 19 y el 22 por No + AFP.
El fantasma de “las calles” y la necesidad de una alternativa de lucha de clases e independiente a los empresarios y partidos del régimen
Como señalamos más arriba, la iniciativa que ha tenido el gobierno contra estudiantes, mujeres, pueblo mapuche encontró las primeras respuestas con el anuncio de movilizaciones estudiantiles y de profesores para el 19 de abril, y del movimiento NO+AFP el 22 del presente, las que podrían abrir un nuevo escenario que irrumpan las calles y ponerle límites a todos los planes de Piñera.
Aunque esté por verse cómo se desarrollarán las movilizaciones anunciadas, lo claro es que el gobierno de la derecha le teme profundamente a la idea de que las calles vuelvan a escena y al centro del debate, tal como ocurrió en su primer mandato con la irrupción del movimiento estudiantil. Lo más complejo para Piñera sería no lograr avanzar en el principal objetivo estratégico de la burguesía chilena: cambiar la correlación de fuerzas impuesta en el 2011, y sacar de una vez por todas de la vida política a la juventud, a sectores de trabajadores, a los movimientos sociales. Esto con el propósito de cerrar los cuestionamientos y la impugnación al régimen político y sus instituciones, como es el caso de Carabineros; sin embargo, si se desarrolla la lucha de clases, se radicalizan los movimientos y se unen sectores como los trabajadores y estudiantes en las calles, se podrían terminar todos los planes de la derecha y también de la vieja oposición patronal del progresismo concertacionista.
El que las contradicciones y limitantes para el gobierno se acentúen dependerá bastante del desarrollo de luchas de trabajadores, de estudiantes, mujeres, pueblo mapuche, y de la vuelta a escena o no de los principales movimientos que han remecido al régimen político los últimos años. En un recurso contra la movilización y el paro convocado por los estudiantes para este jueves 19A, Piñera llamó a terminar con el “lucro en universidades” y lanzó un proyecto de aumentar la gratuidad en IP y CFT. Lo cierto es que busca “dialogar” con las calles para descomprimirlas y sacarlas de la escena, en este caso hablándoles a los estudiantes técnicos, con engaños parciales como esta gratuidad, que mientras solo beneficia a 13.000 nuevos estudiantes, transfiere enormes recursos a los privados.
Tanto la movilización del 19 y del 22 mostrarán si el fantasma “de las calles” volverá a ser un dolor de cabeza y una traba para los planes de la derecha. Pero, para esto, se debe fortalecer y poner al centro el camino de la movilización, auto-organización y unidad en las calles, de forma completamente independiente a los partidos del régimen, permitiendo así que se desarrollen los procesos más profundos de movilización con los reclamos del pueblo trabajador, estudiantes y mujeres.
En este sentido, el camino a recorrer lo muestran los trabajadores de la industria, ferrocarril y los profesores que vienen denunciando despidos injustificados y ataques contra su organización sindical en la región de Antofagasta, donde se han realizado movilizaciones, paros, cortes de calle y concentraciones. También los estudiantes del Pedagógico que resisten la crisis de endeudamiento en su universidad y los estudiantes de la Usach que decidieron paralizar el 19A junto a profesores y trabajadores. Lo muestran los trabajadores de LAN que luchan por la reducción de la jornada laboral con la huelga, enfrentando a uno de los principales empresarios del país (ligado a Piñera); y lo muestran las estudiantes del liceo Carmela Carvajal hoy en toma, y numerosas universidades donde estudiantes se organizan para salir nuevamente a las calles y luchar contra el negocio educativo.
Enfrentar a la derecha pasará por las calles, por la movilización y auto-organización de la clase trabajadora, estudiantes y el pueblo; con unidad en las calles y desde las bases, confiando en las propias fuerzas y no en el diálogo con el gobierno ni en las alianzas con los viejos partidos de la transición pactada como pretende el FA. Desde La Izquierda Diario y el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) buscaremos construir una izquierda anticapitalista de los trabajadores, las mujeres y la juventud, que ponga el centro en la movilización y organización independiente; la única que puede defendernos frente a los ataques y abrir un curso para conquistar nuestras reivindicaciones, en el camino de luchar por un gobierno de los trabajadores de ruptura con el capitalismo, que tire abajo la herencia pinochetista y se proponga la conquista íntegra de la agenda de las calles.