En lo que sigue, trataré de mostrar que, en ciertos discursos, la apelación “el terrorista islamista” se desliza fácil hacia “los islamistas”, “los musulmanes”, “los árabes”, “los palestinos”, “los antisemitas”. Por cierto, estos deslices léxicos favorecen políticas estatales de exterminio, de genocidio, de academicidio, de apartheid, de limpieza étnica, de robo y apropiación de tierra y agua ajenas, de supremacismo, de colonialismo. Quien comete tales confusiones de vocabulario en aras de cumplir con su condición de propagandista de un Estado genocida, no cumple con los fines de la Universidad de la República, por lo tanto no puede ser contratado como docente.
Viernes 31 de mayo de 2024
“repito
1:32:49
todo todo este asunto de la laicidad allí en Europa está filtrada por el problema con
1:32:54
el islam
1:33:00
Ah sí sí”
(Alberto Spektorowski, “Conversatorio” en Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, mayo de 2023)
Me referiré aquí al caso de la contratación por parte de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Universidad de la República) del señor Alberto Spektorowski, invitado como especialista en “laicidad” a intervenir en un curso obligatorio de la maestría en Educación. Apoyándome en declaraciones en medios de prensa y en sus exposiciones en FHCE, mostraré su condición de propagandista del Estado genocida de Israel, condición reñida con los fines de la Universidad de la República.
1. Un enemigo a la medida de la fantasía occidental
Yo nunca fui Je suis Charlie, aunque alguna vez haya sido Nous sommes tous des juifs allemands, eslogan escandido en mayo del 68 en París como respuesta a la orden de expulsión del territorio francés de Daniel Cohn-Bendit, entonces portavoz de un movimiento estudiantil que sin saberlo estaba inventando el “mayo francés”. Por esos días, en un semanario de extrema-derecha, Jean-Marie Le Pen escribía: “El Cohn-Bendit ese, porque es judío y alemán se cree un nuevo Karl Marx”. Y seguía: “Al Cohn-Bendit habría que agarrarlo por el cogote y conducirlo a la frontera, sin más vueltas”. Nada sordo, el Estado francés había ordenado la expulsión, y los estudiantes reivindicaban para sí la situación del apátrida Cohn-Bendit, nacido en Francia de padres comunistas alemanes judíos. Esa identificación colectiva –“somos todos”- con una figura de indefensión –“judíos alemanes”- a menudo se me presenta como una forma noble e inteligente de la política. Y, como la trituración que opera la máquina estatal no cesa, la identificación generosa con quienes quedan atrapados continúa ignorando nacionalidades, etnias y religiones, afortunadamente.
En enero de 2015, los parisinos Chérif y Saïd Kouachi, en pocos minutos de una mañana de trabajo en Charlie Hebdo, terminaron con la vida de dibujantes, periodistas, correctores, limpiadores y policías. Los Kouachi, para matar, no distinguieron entre apellidos franceses, occitanos, árabes, italianos o polacos; tanto menos distinguieron entre religiones. Al día siguiente, Amedy Koulibaly, oriundo de la región parisina y amigo de los Kouachi, copó sangrientamente un supermercado kosher y mantuvo secuestrados a quienes había capturado. Dos días más tarde, una multitud encabezada por presidentes y ex presidentes (Hollande, Merkel, Abbas, Netanyahu…) desfiló en París oficializándose el Je suis Charlie.
Doble tragedia, por los asesinados y por los asesinos, niños a la deriva que terminaron en Al Qaeda (así lo reivindicaron) de donde recibieron algún sentido para vivir, antes de recibir órdenes de asesinar y morir. “Terroristas islamistas” es la etiqueta que los sobrevive, pegada a los cuerpos y a las palabras de quienes participaron en la “marcha republicana”, como se la llamó. Sobrevive también la convicción de que Al Qaeda, como luego Daech (Estado Islámico, Califato), fueron (son) instrumentos letales creados por los servicios de inteligencia occidentales para operar encubiertos en países extranjeros, para propiciar la impunidad represiva, el temor permanente, la sensación de inseguridad y de amenaza constantes, para crear la necesidad de control, de vigilancia, de obediencia: para imponer un enemigo ideal, un enemigo a la medida de la fantasía occidental, el terrorista islamista.
En lo que sigue, trataré de mostrar que, en ciertos discursos, la apelación “el terrorista islamista” se desliza fácil hacia “los islamistas”, “los musulmanes”, “los árabes”, “los palestinos”, “los antisemitas”. Por cierto, estos deslices léxicos favorecen políticas estatales de exterminio, de genocidio, de academicidio, de apartheid, de limpieza étnica, de robo y apropiación de tierra y agua ajenas, de supremacismo, de colonialismo. Quien comete tales confusiones de vocabulario en aras de cumplir con su condición de propagandista de un Estado genocida, no cumple con los fines de la Universidad de la República, por lo tanto no puede ser contratado como docente.
2. El artículo 2 da marco universitario al artículo 3
La Ley Orgánica de la Universidad de la República en su Capítulo I, Art. 1º declara la condición de persona jurídica de la institución y su carácter de ente autónomo; en el Art. 3º, bajo el título “Libertad de opinión”, se consagra “La libertad de cátedra” como “un derecho inherente a los miembros del personal docente de la Universidad”. Y también: “Se reconoce asimismo a los órdenes universitarios, y personalmente a cada uno de sus integrantes, el derecho a la más amplia libertad de opinión y crítica en todos los temas, incluso aquéllos que hayan sido objeto de pronunciamientos expresos por las autoridades universitarias”. Claramente, el artículo 3º consagra la libertad de cátedra para los docentes, y la libertad de opinión para docentes, estudiantes y egresados, incluso cuando se va en contra de las opiniones expresadas por las autoridades. Por esto, una vez difundido el propósito de contratar al señor Alberto Spektorowski, los pedidos de anulación de su intervención en el curso de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación fueron interpretados como violaciones a la “libertad de cátedra”.
Sin embargo, antes del artículo 3º, la Ley Orgánica consta de un artículo 2º, en el que se formulan los “Fines de la Universidad”. Incumbe a ésta “la enseñanza pública superior” así como le incumbe “a través de todos sus órganos, en sus respectivas competencias, acrecentar, difundir y defender la cultura; impulsar y proteger la investigación científica y las actividades artísticas y contribuir al estudio de los problemas de interés general y propender a su comprensión pública; defender los valores morales y los principios de justicia, libertad, bienestar social, los derechos de la persona humana y la forma democrática-republicana de gobierno”.
Dicho de otro modo, la “libertad de cátedra”, derecho inherente a los miembros del personal docente, queda precedida y enmarcada dentro de los “Fines de la Universidad”, en los que se estipulan las obligaciones a las que está ligada esa libertad de cátedra. El derecho que es la libertad de cátedra está ligado a obligaciones intelectuales (“impulsar y proteger la investigación científica”, “el estudio de los problemas de interés general y propender a su comprensión pública”) y ético-políticas: “defender los valores morales y los principios de justicia, libertad, bienestar social, los derechos de la persona humana y la forma democrática-republicana de gobierno.”
De manera clara, para la Ley Orgánica de la Universidad de la República, la “libertad de cátedra” implica obligaciones ligadas a los conocimientos –“impulsar y proteger la investigación científica”, “el estudio de los problemas de interés general y propender a su comprensión pública”- en su articulación con “los “principios” -“justicia, libertad, bienestar social”- y “los derechos de la persona humana”.
De manera también clara, el señor Spektorowski no cumple con las obligaciones ligadas a la libertad de cátedra, tal como se desprenden del Art. 2º titulado “Fines de la Universidad”.
3. Genocidas a su pesar
Resulta fácil mostrar la condición de simple propagandista del Estado de Israel que prevalece en las declaraciones mediáticas del señor Alberto Spektorowski.
En el mes de diciembre, cuando las masacres de palestinos llevaban más de dos meses, en una nota de El Confidencial (16/XII/2023), aquí, Spektorowski se expresó con un tono en el que suena su claro sentido de la irresponsabilidad, parafraseable en algo así como “y bueno, decime vos cómo querés que hagamos, para matarlos sin que se note”. Vean si no: “Podemos hacer un genocidio mañana, en dos minutos. El hecho de que no hay genocidio es lo que está pasando. 20.000 muertos es mucho, pero eso no es genocidio. Cómo se puede pelear de otra forma, que me expliquen.”
“Que me expliquen”; ja, ya te quiero ver a vos, teniendo que “pelear de otra forma”.
La irresponsabilidad trasuntada por sus palabras se corresponde con la irresponsabilidad de fondo, a saber, con la que corresponde al Estado de Israel – “podemos hacer un genocidio mañana, en dos minutos”-, Estado genocida por obligación. Spektorowski reanuda así con una tradición sionista que, asumiendo el embuste letal de Golda Meir según el cual Palestina era “una tierra sin gente destinada a una gente sin tierra” (los judíos europeos), cuando encontraban gente en Palestina (los palestinos), y “tenían” que expulsarla o matarla para apoderarse de sus tierras, sucedía esto por exclusiva responsabilidad de esa gente, los palestinos, que permanecía en las aldeas para hacerse matar o que, inclusive, engendraba hijos para que los israelíes los asesinaran, hijos concebidos para arrojarlos a la boca de los fusiles sionistas. Véase si no esta otra patraña macabra de Golda Meir: “Podemos perdonarles a los árabes que hayan matado a nuestros hijos. No podemos perdonarles que nos hayan obligado a matarles a sus hijos”. Como si, desde las fundaciones del Estado, Golda Meir siguiera sosteniendo: “seremos genocidas, pero a nuestro pesar”.
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En diciembre de 2023, ya con 20 000 gazatíes asesinados, esta es la línea argumentativa de Alberto Spektorowski: Sinwar, el dirigente de Hamás, es tan inteligente que se dio cuenta de que para destruir a Israel, único propósito que lo guía, solo tenía que hacer que Israel matara a muchos palestinos, o a todos, de ser necesario. Porque, claro está, a Sinwar, a Hamás, a los palestinos no les importan los palestinos; en consecuencia, Israel se ve obligada a matarlos, cosa que hace muy a su pesar. Porque: “¿Cómo se puede pelear de otra forma, que me expliquen”, ruega, o desafía, compungido Spektorowski en diciembre de 2023 a los lectores de El Confidencial.
¿Puede decirse que esta perspectiva sionista supone, como impone el citado art. 2º, “el estudio de los problemas de interés general y propende a su comprensión pública”? ¿Puede decirse que “defiende los valores morales” y “los derechos de la persona humana”? ¿Es admisible que una Facultad, entregada durante decenios al estudio de los mecanismos y los efectos del Terrorismo de Estado, considere que se trata de una perspectiva digna de ser transmitida, sin reparo alguno y en boca de un invitado especial, a los estudiantes uruguayos? Este razonamiento -los palestinos nos obligan a matarlos- ¿es trasladable a los muertos del plan Cóndor, por ejemplo? ¿O solo se trata de una exclusividad para los “radicales musulmanes”? Y en las masacres de poblaciones indígenas centroamericanas cometidas por las dictaduras de los años 70, 80 y 90, documentadamente asesoradas por el Estado de Israel aquí ¿fueron las familias campesinas mayas las que obligaron a los genocidas a masacrarlas?
Pero no solo sucede que el Estado de Israel, según Spektorowski y el sionismo, está obligado, por los palestinos, a matar a los palestinos, sino que además ocurre que sus amigos lo abandonan: “Los movimientos de derechos humanos o el feminismo no tuvieron ni el más mínimo sentido de compasión hacia los que fueron asesinados por Hamás. Ahora mismo, el israelí y sionista ya no puede participar en ninguna causa global como el antirracismo”. La victimización, como mecanismo ideológico siempre listo para la desreponsabilización, vuelve a golpear: no solo los palestinos nos obligan a que los matemos, sino que los movimientos de derechos humanos y el feminismo pretenden que no nos consideremos de los suyos: nos excluyen.
Aunque en verdad, la queja mayor del señor Spektorowski consiste en que los palestinos no solo obligan al Estado de Israel a que los mate, sino que arriba de todo no quieren hacer lo que Spektorowski y sus amigos consideran que los palestinos deben querer hacer: “que Gaza fuera como Las Vegas”. O mejor: “Con tres o cuatro años de paz, puedes hacer de eso Punta del Este, un mercado financiero. Eso nos venía bien a todos, nunca se iba a llegar a un acuerdo de paz, pero era asumible”.
¿Puede considerarse intelectualmente valiosa y éticamente defendible la idea de que la guerra -es decir el genocidio de palestinos- continúa porque los palestinos no quieren querer lo que el Estado de Israel –“eso nos venía bien a todos”– quiere que ellos quieran, a saber, convertirse “en Punta del Este, en un mercado financiero”? ¿Una Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación puede considerar legítimo que a sus estudiantes un profesor invitado les enseñe que “el problema de los palestinos” es que no quieren convertirse en un lugar para la especulación inmobiliaria, el lavado de dinero –“un mercado financiero”– y la vida farandulera? ¿Para eso, tanta antropología, tanta politología, tanta ciencias de la educación, tanto “respeto del otro” y tanta “convivencia”? ¿Para enseñar que es lícito bombardear una ciudad hasta que acepte ser Las Vegas?
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Como colmo del carácter colonialista de Spektorowski, valga el convencimiento supremacista, colonialista, con que miente y muestra su hilacha: “Los palestinos no quieren un Estado, si lo hubiesen querido lo hubiesen tenido, quieren que no haya Israel. Y si hicieran un Estado palestino, sería radical musulmán. ¿Quién se va a arriesgar a una cosa así?”.
¡Cómo! ¿Y la autodeterminación de los pueblos? ¿Y la soberanía de las naciones? ¿Corresponde al Estado genocida de Israel determinar cuál es el buen gobierno y el buen Estado que debe tener Palestina, y que naturalmente ha de ser el que a Israel le conviene?
Se dirá, bueno, estos extremismos de colono sionista que avanza apoderándose de tierra palestina y victimizándose fueron en diciembre pasado, para El Confidencial, pero ahora, luego de la suspensión del curso de Fhce, Spektorowski experimentó alguna forma de anagnórisis, o por lo menos decidió ser más prudente. Para nada. Por ejemplo:
“No creo en los números”, sostiene Spektorowski refiriéndose al número de muertos y heridos y, como prueba de su ecuánime incredulidad, agrega que no cree ni en los números de Hamás ni en los números de Israel. El problema es que, además de Hamás y de Israel, está la Onu, con sus números que siempre coincidieron con los proporcionados por Hamás, aunque desde mayo, la Onu tome los números proporcionados no por Hamás sino por el ministerio de Salud de Gaza, perteneciente al gobierno de Hamás, y no porque discrepe con los montos totales, sino con su distribución entre hombres, mujeres, niños, etc.
Declarar “No creo en los números” no es prueba de un radical espíritu crítico, bienvenidamente universitario, sino que es escabullirse con una parodia de “duda metódica”. Por cierto, esta parodia de incredulidad concluye rápido. Véase este florilegio de Spektorowski, que reproduzco a poco de haber leído acerca de los francotiradores israelíes que disparan sobre los niños de Gaza, práctica denunciada por Marie-Aure Perreaut, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) y por la doctora Fozia Alvi, quien trabajó recientemente en el enclave, en donde vio a un grupo de niños gazatíes alcanzados por francotiradores israelíes. De ese grupo, solo dos llegaron al hospital con el corazón todavía latiendo, pero ya en estado vegetal; tenían unos 11 o 12 años, dijo Fozia Alvi. Aquí.
Alega Spektorowski:
“Los muertos son terribles. Pero una cosa es cuando uno va intencionalmente a matar niños y otra cosa es cuando es un daño colateral. Moralmente es diferente”, dijo el profesor Alberto Spektorowski a propósito de la guerra en Gaza.
“Ahora sí podemos llegar a discutir si la respuesta de Israel fue, como dice Biden, over-the-top, y yo creo que sí, en cierta forma, Biden tiene razón. Es decir, over-the-top, un poco exagerada, puede ser, puede ser, eso sí. Es una materia de discusión, sin ninguna duda.” “Las armas están en los túneles debajo de las escuelas. ¿Qué hacemos ante eso? ¿No hacemos nada?”
Estas palabras de Spektorowski, que parecen comentarse solas, sin embargo suenan más atroces -el asesinato de niños como daño colateral, el bombardeo de escuelas- cuando quien las profiere es invitado para enseñar en una maestría sobre laicidad, en un Instituto de Ciencias de la Educación, en una Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Como surge de los números, en los que sí creeremos, muchos maestros y profesores de Anep cursan la licenciatura o la maestría de Ciencias de la Educación: ¿estos estudiantes deberán aceptar como lícito que las autoridades de la Facultad y del Instituto y de la maestría sean anfitrionas de un invitado especial que considera el asesinato de niños como “daño colateral” o que concede, magnánimo, que tal vez Biden tenga razón y la respuesta de Israel haya sido “un poco exagerada” y “en cierta forma over-the-top”? ¿En qué situación quedan estos estudiantes? ¿Oír y aprobar al invitado especial especialista en laicidad y, de paso, aprobar la materia obligatoria que debieron cursar? ¿Oír y abandonar asqueado el curso obligatorio? ¿Oír y decir bueno, sí, el profesor especialista en laicidad es un poco exagerado, él también tiene pasiones, claro, hay que pensar en el Holocausto, y en las que ha pasado el pueblo judío a lo largo de la historia? ¿Es “educativo” poner a los estudiantes en situación de aguantar lo abyecto en aras de obtener créditos para sus estudios o de inventar alguna excusa para no cursar el curso obligatorio o de alejarse para siempre de una Universidad tan ciega?
¿Qué significa en una facultad de “Humanidades y Ciencias de la Educación” plantear que “moralmente es diferente” que un Estado asesine niños deliberadamente o asesine niños sin que haya deliberación? ¿Qué significa esta distinción cuando los niños asesinados son miles? ¿Miles de niños asesinados sin querer? Esta postura ¿se condice con el art. 2º del Capítulo I de la Ley Orgánica que claramente considera, entre los “Fines de la Universidad”, la defensa de los “principios” de “justicia, libertad, bienestar social” y “los derechos de la persona humana”?
Por otra parte, desde el punto de vista de la obligación docente de contribuir a la comprensión de asuntos de interés, cuando Spektorowski traslada una justificación de uso corriente –“perdón, lo hice sin querer”, “perdón, no tuve más remedio que hacerlo, pero fue sin mala intención hacia vos”- a un asunto atroz como es la justificación de un genocidio, ¿acaso está ignorando la abundante documentación sobre los calculados costos en vidas humanas que acompañan los bombardeos de Gaza supuestamente destinados a “derrotar a Hamas” y a liberar a los rehenes? aquí.
¿Acaso no corresponde a Spektorowski, por las obligaciones intelectuales y ético-políticas inherentes a un cargo docente, preguntarse si el proyecto del Estado genocida de Israel no es, antes que recuperar a sus rehenes o vencer a Hamas, apoderarse del territorio de Gaza, como sigue apoderándose de Cisjordania y de Jerusalén, aunque ahí no haya Hamas ni rehenes israelíes aunque sí hay miles de presos palestinos encarcelados sin juicio alguno? ¿Acaso a Spektorowski no le llama la atención la expansión de los territorios ocupados por el Estado de Israel, expansión que transcurre desde 1948, en detrimento de las aldeas y ciudades palestinas? ¿No será que se bombardea hasta la muerte total a niños, mujeres y hombres -la muerte total: de manera deliberada- para que solo queden, si alguien queda, los dispuestos a que Gaza sea Punta del Este o Las Vegas? ¿No será que el bombardeo de niños, escuelas, hospitales, mujeres, médicos, enfermeros, periodistas, bibliotecas, iglesias, mezquitas, universidades, es la manera de hacer realidad la vieja mentira de Golda Meir, “tierra sin gente para gente sin tierra”? Al señor Spektorowski, quien gusta de presentarse como muy experiente en negociaciones de paz, no se le ocurren estas preguntas, ya que su respuesta está pronta desde siempre:
“Para Spektorowski, la ocupación a Gaza “podría haber terminado de otra forma”, pero desde el bando palestino “no lo quisieron”. “Admito los errores y las falsas visiones que tuvo Israel en la negociación. (Pero) los palestinos podían tener un estado libre hace mucho tiempo y lo rechazaron”, sentenció el politólogo”.
“Y sobre, obviamente que, esto trae, las consecuencias son bravísimas, porque muchísima gente ha muerto en esto. Pero no es algo que lo empezó Israel, es cierto, podemos analizar las bases del conflicto, y la profundidad, todo eso, todo es un tema que se puede analizar.
Pero lo que estamos viendo en estos momentos es lo concreto, lo coyuntural y lo coyuntural acá fue un ataque barbárico de un movimiento peor que fascista como Hamas, porque aparte es teocrático y una respuesta muy violenta de Israel”.
La desresponsabilización histórica vuelve –“no es algo que empezó Israel”– agregando la índole del enemigo: “peor que fascista”. En consecuencia, las más de 36 000 personas asesinadas en Gaza, más los miles de personas sepultadas bajo los escombros, más los miles de personas arrestadas y torturadas, más los cientos de miles atenazados por la sed, el hambre y las enfermedades, más las ocupaciones de tierra y los asesinados en Cisjordania, más las invasiones a la mezquita Al Aqsa en Jerusalén: todo esto “no es algo que empezó Israel”. Es más, ni lo empezó Israel, ni lo quieren terminar “los palestinos”. De esto, claramente se deduce que quienes denuncian el carácter colonialista y genocida del Estado de Israel solo pueden ser movidos por fuerzas espurias:
“El profesor emérito también fue crítico con las manifestaciones pro Palestina que ocurren en distintas partes del mundo. “Son a nivel de absurdo. No les interesan los muertos palestinos. Les interesa la derrota de Israel”, remarcó.
“No les importa la vida de los palestinos. Si alguien le importa es a Israel que trata en lo posible, no digo que sean defensores de derechos humanos, de evitar que haya muertos inocentes, y en Gaza es imposible”, sostuvo el docente”.
“Todas estas manifestaciones al igual que Sinwar, al igual que Hamas, no son de Derechos Humanos, no les interesan los Derechos Humanos.” “En cuanto a los estudiantes es una copia.”
¿No corresponde acaso a una Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, con su Instituto de Historia, reconocer la condición de simple funcionario propagandista del Estado genocida de Israel que tiene el invitado “especialista en laicidad”? ¿No corresponde a la Universidad de la República reivindicar la historia de su solidaridad y su cercanía con el pueblo palestino?
4. No hay dos señor Spektorowski
Se dirá: “bué, esta es la dimensión militante y fogosa del señor Spektorowski, pero él fue invitado para impartir sus conocimientos sobre “laicidad”, sobre algo ajeno a estos debates del momento”.
De hecho, esto es lo que afirma el propio señor Spektorowski: “Tomaron la decisión de posponer el curso, que no era mío, es un curso sobre laicidad, que me propusieron dar una clase. Algo que nada tiene que ver sobre Israel”, explicó el politólogo, quien incluso afirmó que hubiese hecho el curso “voluntariamente” y sin pedir dinero”.
Y también, entre otros, lo dice la organización B’nai B’rith Uruguay, según la cual Spektorowski fue invitado a dar dos clases en un curso “que nada tiene que ver con Israel, ni con el judaísmo, ni con el sionismo, sino con laicidad, principio histórico en nuestro país del que los uruguayos nos enorgullecemos”.
La objeción a esta nueva desresponsabilización es doble. Por un lado, el programa del curso declara de manera explícita el enfoque eminentemente político del curso sobre “laicidad” (¿podría un tema como “laicidad” no tener un enfoque político?). Véase si no, en esta reproducción del programa del curso anfitrión del señor Spektorowski, la recurrencia del término “política”: “su relación con la política”, “laicidad y política”, “…la religión, las culturas, la política, la educación”, “sus componentes histórico-políticos”, “su relación con el liberalismo político”. Aunque en este programa no aparezca nombrada la palabra “Israel”, Israel parece difícil de soslayar, cuando se traten puntos como “La laicidad en (…) Medio Oriente”, o “Judíos y Musulmanes frente a la Laicidad”. Este es el programa completo, tal como fue anunciado en la web:
“Fundamentación: En el Uruguay el concepto de laicidad es un concepto prestigioso, sin embargo, poco estudiado. Analizaremos el concepto de laicidad desde un punto de vista filosófico, histórico y comparativo con otros países. Su relación con la cultura y la política. El vínculo estrecho entre laicidad y cultura, laicidad y política, laicidad y educación. Objetivos: Objetivo general: Analizar el concepto y la historia de laicidad en relación a la religión, las culturas, la política y la educación. Objetivos específicos: ● Analizar el concepto filosófico-educativo de Laicidad según Martha Nussbaum, Micheline Milot, Charles Taylor y Reina Reyes, entre otros. ● Analizar la historia de la laicidad y sus componentes histórico – políticos en relación a la educación. ● Analizar los aspectos pedagógicos relacionados con la laicidad. ● Analizar la laicidad en otros contextos y su relación con las identidades culturales y religiosas. Contenidos Unidad 1: El concepto de laicidad ● La relación de la laicidad con el proceso de secularización. ● La laicidad en su relación con el liberalismo político y la ilustración. ● La laicidad y sus diferentes concepciones. Unidad 2 Laicidad y educación ● Laicidad y su relación con la democracia y la educación. ● La laicidad y la ética en la educación, la “actitud laica”. ● Laicidad y libertad de cátedra y de opinión en la educación en diversos niveles. Unidad 3: La Laicidad en Uruguay: su historia Los debates sobre el concepto de Laicidad en la Historia. De 1930 a 1960 y de 1960 a nuestros días. Unidad 4 La laicidad en el Mundo. Tipos de Laicidad ● Laicidad del Uruguay comparada con otros países latinoamericanos ● La laicidad en Europa y Medio Oriente. Su relación con las identidades. Tipos de Laicidad: La Laicidad de combate o la Laicidad Crítica. Judíos y Musulmanes frente a la Laicidad.”
En resumen, está claro que las clases del señor Spektorowski versarían en este curso, explícitamente, sobre “política”, sobre “judíos” y, casualmente, sobre “musulmanes”.
No obstante, a esta obviedad, que solo el señor Spektorowski, la organización B’nai B’rith Uruguay y sus amigos pueden negar, se suma otra, de peso decisivo. Me refiero al hecho de que no hay dos señores Spektorowski: uno que, militante, en los medios de comunicación defiende a sangre y fuego el derecho de Israel de causar miles de “daños colaterales” (niños asesinados), mientras fuerza un destino de “plaza financiera” para Gaza, dictamina qué gobierno debe haber en ese enclave y defiende la apropiación de Jerusalén y de Cisjordania; otro que, doctamente, expone sobre “laicidad”, para enriquecimiento intelectual y ético-político de los estudiantes de maestría de Ciencias de la Educación, dado que el señor Spektorowski “conoce otra realidad” (sic).
No, no hay dos, hay un solo señor Spektorowski, siempre el mismo propagandista del Estado genocida de Israel, tal como se desprende del “Conversatorio”, charla que impartió el señor Spektorowski el 11 de mayo de 2023, en el mismo Instituto de Ciencias de la Educación.
5. El “problema palestino” y el “no problema judío”
A lo largo de la hora y media de su “Conversatorio” sobre “La identidad republicana: la laicidad y la política de identidades en época de transición” aquí el señor Spektorowski, al igual que en sus entrevistas mediáticas, se esfuerza en situar “el problema”: en identificar en dónde está “el problema”, quiénes lo tienen o quiénes son “el problema”, y, simultáneamente situar dónde no está “el problema”, quiénes no lo tienen, quiénes no son “el problema”.
Más allá de lo llamativo de algunas afirmaciones con pretensiones históricas que hace Spektorowski –“Estados Unidos y este es un país de inmigrantes todos son inmigrantes” (16:29)- afirmaciones que claramente ignoran a las poblaciones indígenas y consideran a los esclavos africanos como inmigrantes, importan las conclusiones a las que busca llegar: “en Estados Unidos nunca hubo un problema realmente importante porque los latinos estaban dentro del juego ese de quiero ser más americano que los americanos, vine para trabajar y ser más americano que los americanos punto” (16:08-16:24). (Copio la transcripción de la charla que ofrece el propio video “Conversatorio”; corrijo reiteraciones en aras de facilitar la lectura; agrego las referencias temporales.)
La afirmación del señor Spektorowski es grosera e interesada, al ocultar el robo de territorios que sufrió México a manos de EEUU y al borrar de un plumazo el lugar central que ocupan en la política estadounidense las migraciones que arriban desde el sur del río Bravo (véase el muro de separación que intenta contenerlas, cuya construcción fue iniciada por Bill Clinton en 1994 y fue continuada por los sucesivos presidentes). Sin embargo, esta tosquedad histórica y política está al servicio del mapa que va trazando Spektorowski, mapa de los problemas y de los no problemas.
Desde los primeros momentos del “Conversatorio”, Spektorowski vincula “haber problemas” y “haber inmigración”, dictaminando que en EEUU nunca hubo “un problema realmente importante”, mientras que en Francia “tienen un problema con el pluralismo de aquí hasta el fin del del mundo” (5:53). Tampoco lo hubo en Canadá, declarada “multiculturalista”.
El problema, explica Spektorowski, “medio ambivalente era porque los que venían no eran (16:57) latinos sino que eran musulmanes y mejor dicho ya no era tanto el problema con (17:03) los musulmanes que venían, que eso dentro del plano sociológico de la inmigración, los musulmanes que venían, (17:09) los primeros que llegaban (eran) worker class; no, eso no era problema, porque (17:15) claro era el mismo patrón de todos: vengo a trabajar, no me (17:20) importa más nada. No (me importa) que no me respeten. Yo lo único que quiero es trabajar y (17:25) y que mis hijos crezcan”.
En resumen, en EEUU “nunca hubo un problema realmente importante” con la inmigración, dado que los latinos solo tenían como único propósito “ser más americanos que los americanos”; en cambio, en Francia, si bien los primeros musulmanes que llegaron desde las colonias solo querían trabajar y que los hijos crecieran y no les importaba no ser respetados, esto luego cambió:
“Mis abuelos, un momentito, mi padre era argelino, mi (18:06)
padre sufrió la colonización de Francia. Tengo un problema con eso. Eh no del todo, (18:11) no tan tremendo, pero sí tengo un problema y esa identificación, esa búsqueda de identidad empezó a ser (18:19) canalizada por un islam que se estaba transformando, se estaba (18:24) transformando, pero como religión no había ningún problema con el islam, pero ya empezaba a entrar en la parte de (18:30) religión- identidad-identidad-religión-religión-identidad. Repito Francia no (18:36) tenía problema con el islam antes, (en) los años 20, la primera mezquita grande, (18:42) la famosa mezquita de París, fue creada por los franceses mismos. Por (18:48) que en señal de gratitud a los soldados musulmanes que lucharon con Francia (18:53) en la Primera Guerra Mundial. No hay ningún problema A ver, más que eso, había una (18:59) comunidad musulmana, perfecto, con un líder, ningún problema; que exigía a Francia y (19:07) acá vamos al punto. Bueno, sí, líder de la comunidad musulmana está muy bien, está relacionado con el Estado francés, está (19:13) todo bien, no hay ningún problema mientras está relacionado con el Estado. Está todo bien: poné tu mezquita, poné tu (19:19) gente, problema, pero yo controlo. O sea lo que quedaba implícito era que el Estado controla lo que pasa ahí dentro (19:26) de esa mezquita. Qué se estudia, qué valores, que esto, que el otro; en una palabra: no tenemos ningún problema con (19:32) el islam francés. Pero como ya les digo, ya en los años 90 y fines de los años 90 empieza a haber un (19:39) islam identitario”.
Es decir, según Spektorowski, en los años 90, “desafiando la laicidad” empieza a haber un “islam identitario”. Hasta entonces, siguiendo a Spektorowski, había habido musulmanes dóciles que solo querían trabajar y morir por Francia, siendo o no siendo respetados; musulmanes dóciles que el Estado había premiado con la hermosa mezquita de París. A partir de los años 90, por influjos filosóficos y sociológicos un poco difíciles de desentrañar en la exposición de Spektorowski, empieza un “islam identitario” y “desafiante”.
Por cierto, en la explicación del paso del “musulmán” al “islam identitario” y “desafiante”, en ningún momento Spektorowski evoca ni la sombra de la cruenta guerra de Argelia (1954-1962), en la que historiadores franceses estiman que murieron alrededor de 250 000 argelinos aquí y dos millones de argelinos, en una población de diez millones, fueron enviados a campos de “agrupamiento”, mientras morían cerca de 25 600 militares franceses. Menos aún evoca Spektorowski el tratamiento que durante la guerra de Argelia el Estado francés propinó a los trabajadores argelinos en Francia quienes, lejos de desinteresarse por el respeto que (no) recibían, manifestaban en apoyo a los argelinos que luchaban por la independencia en Argelia. El antecedente más inmediato del toque de queda que se impuso en Francia en 2020-2022, cuando se declaró la pandemia de covid, fue el toque de queda absolutamente selectivo, impuesto en el marco de la guerra de liberación argelina exclusivamente a los trabajadores argelinos emigrados en Francia. Esto, en octubre de 1961, dio lugar a una manifestación pacífica en París, que arrojó un número impreciso, entre cien y doscientos, de argelinos asesinados “por las fuerzas del orden”, arrojados al Sena aquí.
Estos “musulmanes” que solo querían trabajar y morir por Francia, de acuerdo a la caracterización del señor Spektorowski, con sus apoyos al Front de Libération Nationale argelino y con su multitudinaria manifestación de trabajadores endomingados -así los muestran las fotos-, al desfilar por la noche, por cierto estaban desafiando al Estado francés y su toque de queda que los obligaba a encerrarse, al salir del trabajo, en los barracones en donde se hacinaban. En otras palabras, no se sostiene la historia, contada por el señor Spektorowski, acerca de los mansos musulmanes de antaño que no presentaban problemas, hoy devenidos desafiantes islamistas. No se sostiene, pero sí sirve a su mapa de “problemas” y “no problemas”.
Tampoco Spektorowski, en su presentación de los latinos emigrados que quieren ser “más americanos que los americanos”, considera las cifras que ponen en duda esa afirmación, por ejemplo, los números de encarcelados en EEUU: en 2016, había 274 Blancos sobre 100 000, mientras había 1608 Negros y 856 Hispanos. Aquí.
Ninguna de estas objeciones podría importunar al señor Spektorowski, decidido a dejar asentado que “el problema” está en Francia/Europa, por el desafiante “islam identitario”, que transformó a los dóciles musulmanes dispuestos a morir por Francia en desafiantes islamistas portadores de “terror islámico”:
Aunque, para el señor Spektorowski, no solo existe el problema del “terror”, también existe “el problema cultural” y “el problema social”:
“hubo terror, como ustedes (20:28) saben, las Torres Gemelas y después el terrorismo que se dio también (20:34) mucho en Francia, digo, en Inglaterra se dio, en Holanda se dio, prácticamente en casi todos los lugares de Europa había (20:40) terror islámico, pero no, ese punto lo agranda, pero aunque no (20:45) hubiese ese punto, como decía: saquen el terror del camino, también el problema cultural iba a (20:52) quedar, también el problema cultural y el problema social. A ver, vamos a ver, el problema social cómo se va agrandando, el (20:59) problema social se va agrandando”.
Varias veces asestada la idea de que “el problema” es el “terror islámico”, “el problema cultural” (islámico) y “el problema social” (islámico), solo queda dar algunos ejemplos. Así el señor Spektorowski presenta el caso de las muchachas que para asistir al liceo en los 90 cubrieron sus cabellos con un pañuelo, y de los clamores por “laicidad” que levantaban:
“(42:55) definitiva los que atacaban a las chicas las atacaban no por atacar a las chicas, era por simplemente decir: me (43:01) están desafiando. Están desafiando, yo no tengo ningún problema, quítense esto, vienen a estudiar, son iguales que todos (43:07), y después se lo ponen en la calle y se acabó. Después de eso empezó el asunto con el burka y con el burkini burka, creo”. Este “problema cultural” propio del “islamismo” a menudo se prolonga en “los actos de terror”: “así sencillamente, y siguió después, obviamente con asuntos (44:18) que tenían que ver con el terror, cuando empezaron los actos de (44:23) terror. El acto más famoso de terror, no sé si ustedes se acordarán, 2015 en (44:29) Charlie, la revista Charlie. Qué pasaba con Charlie Hebdo y que era un fenómeno también europeo total (44:36). Pero qué pasa con los musulmanes no está bien, pero ahí empezó también el debate (55:16), el debate empezó con el terror. Pero fíjense y esto (es) lo interesante del (55:22) asunto, cuando uno tiene terror combate el terror”.
Contrapuestos al “problema” que es el islamismo, Spektorowski muestra “los no problemas”: los latinos que quieren ser más americanos que los americanos, los musulmanes que solo quieren, aunque no los respeten, trabajar y morir por Francia, y, sobre todo y antes que nada, los judíos. Vean si no:
“y cuando yo les digo laicismo en frente del desafío del islam también (1:05:52) en eso entra una problemática que uno puede decir: bueno, pero cuál era el desafío (1:05:58) famoso. Está bien, lo entendimos, lo entendimos; eso es un poco extraño la (1:06:04) religión, la religión, la religión. Pero uno dice: bueno, yo no quiero decir, me imagino e imagino (1:06:10) al islam como un grupo comunitario que quiere vivir separado, entonces, como ya les dije, la gran mayoría de los judíos se asimilaba pero quedaban esos judíos que no se asimilaban (1:06:17). Uno puede decir: bueno, la laicidad no quiere esa clase de separación (1:06:23) pero cuando tratamos el asunto judío, la laicidad con los, o sea primero de (1:06:30) todo eran que querían mantener su identidad de refugiados en su pequeño (1:06:43) ghetto, en lo que sea. ¿Había problemas con eso? No, no había problema con eso, no había problema con (1:06:50) eso. ¿Por qué no había problema con eso? (Es) muy interesante: porque no exigían nada del Estado (1:06:55), como diciendo “déjeme vivir nada más, no me…, yo no (1:07:01) quiero ni trabajar en el Banco Central de Francia o en el Banco Central de Holanda. No les pido que me respeten el (1:07:07) sábado, y no me respeten el sábado, no, ni me paguen, ni… Me dejen ahí, está, ningún problema, no tengo, no tengo exigencias (1:07:15). Pero lo que pasaba con los musulmanes con la segunda y tercera generación, y eso lo manifestó muy claramente un gran (1:07:21) filósofo musulmán suizo, no sé si sintieron el nombre Tarik Ramadan.”
Con creciente nitidez, el señor Spektorowski contrapone el problema que son los musulmanes/islamistas que piden respeto para sus costumbres y cargos en la burocracia financiera capitalista (y que, según Spektorowski, con Tarik Ramadan piden contribuir con Francia manteniendo/imponiendo su condición de musulmanes) con el no problema que son los judíos, ya sea asimilados, ya sea ghettizados, pero que no piden, no tienen “exigencias” para absolutamente nada. ¿Puede haber mejor no problema que los judíos? La contraposición se prolonga entre “el problema con la mujer musulmana” y “el no problema que es la mujer judía”:
“De dónde viene el problema con la mujer musulmana (1:21:15) en fin etcétera etcétera y no poner el concepto de la mujer feminista liberal (1:21:20) imponiéndole a lo musulmana al estilo de Susan King, como diciendo: “tenés que (1:21:26) ser así, así”. Está el debate, está ahí, puede ser tomado por (1:21:32) ese lado, yo lo veo como bueno, no el debate perdido, por supuesto musulmana observa esto. (1:22:27) (Es) interesante que con la mujer jaridy o la mujer judía no (1:22:33) se meten, pero no se meten porque tampoco crean problemas Ese es el asunto. La verdad que (1:22:40) vamos a ponerlo claro, es como decir: me meto con el que me desafía (1:22:47), si no me desafía, si te ocultas ahí, hacés lo tuyo en tu rincón ¿no? Bueno, te (1:22:53) dejo ahí tranquila, no pasa nada”
6. Un enemigo a la medida de nuestros sueños
“El problema palestino”, “el problema de Gaza”, “el problema de la mujer musulmana”, “el problema del islam”, “el problema musulmán”, “el problema cultural (del islam)”, “el problema del desafío del islam”, “el terror islámico”: frente a estos problemas, se yergue el poderoso no problema: los judíos que, aún ghettizados, son siempre no problema y, en esta medida, son parte de la solución. Por cierto, tampoco en ningún momento hay alguna referencia al decreto Crémieux que en 1870 otorgó la nacionalidad francesa a los 35000 judíos de Argelia, y mantuvo como “indigènes”, a los musulmanes de Argelia, a la sazón colonia francesa. Aquí.
Llegando a su fin, el planteo, tosco, despierta en la audiencia toda oídos del “Conversatorio” comentarios amplificados, todavía más gruesos, por lo que el señor Spektorowski se siente obligado a matizar:
“sociológicamente la gran mayoría de los musulmanes en Europa están completamente integrados y se comportan como seculares, (1:35:21) a pesar de que, o sea, es como decir: bueno, está, me (1:35:30) comporto igual casi, pero están también esos sectores que son (1:35:36) los sectores islamistas que son los que levantan, te digo, repito: no son terroristas, (1:35:42) pero son desafiantes y te desafían en un ángulo que justamente no quiero ser (1:35:50) desafiado. O sea, desafiame con el socialismo, vale, venga, pero el (1:35:58) abuso socialista con comunistas, no hay problema, aceptado (1:36:03) el discurso, pero no me desafíes ni con religión ni con el racismo”
Matizar, sí, pero no demasiado: “sociológicamente la gran mayoría de los musulmanes en Europa están completamente integrados y se comportan como seculares” pero ¿serán efectivamente “seculares” o solo se “comportan” como tales? ¿Se comportan “igual” a seculares o “casi como seculares”? Además de los que están completamente integrados y se comportan casi como seculares, están “los sectores islamistas” que “no son terroristas, pero son desafiantes”. Estos musulmanes, que no están integrados y ni siquiera se comportan casi como seculares pero no son terroristas, sí son desafiantes donde “no quiero ser desafiado”. “Vale, venga”, te diré en qué puedes desafiarme y en qué no puedes desafiarme, tú, musulmán que ni siquiera te comportas como casi secular, islamista no terrorista desafiante con lo que no admito que me desafíes.
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El señor Spektorowski que, siguiendo la vieja tradición sionista, en la prensa desresponsabiliza al Estado genocida de Israel trasladando toda la responsabilidad a los palestinos que han rechazado la paz, que no quieren convertir a Gaza en Las Vegas, que se hacen matar por el gusto de destruir a Israel, es el mismísimo señor Spektorowski que en su Conversatorio universitario prosigue esa desresponsabilización construyendo “el problema palestino” y el no problema judío (es decir, la solución es judía). Y, con el autoritarismo colonialista y supremacista que protesta porque los palestinos no aceptan sus “soluciones” para Gaza y Cisjordania (“Las Vegas”, “plaza financiera”, “Punta del Este”, etc.), con ese mismo autoritarismo, les señala a “los islamistas desafiantes” en dónde él admite ser “desafiado” y en dónde no lo admite. Se trata del mismo planteo propagandístico, destinado a justificar el genocidio que el Estado de Israel comete contra el pueblo palestino con el fin de apoderarse de sus tierras y de sojuzgar, en régimen de apartheid, a los sobrevivientes.
Porque, ¿qué son para el señor Spektorowski los palestinos, sino esos musulmanes que lo desafían donde él no quiere ser desafiado, es decir, que desafían al Estado genocida de Israel?
Esta propaganda, esencialmente colonialista y supremacista, está destinada a justificar lo que Israel lleva adelante desde hace 76 años, la nakba, y lo que pueda seguir haciendo: “si Hamas vuelve a hacer un acto así, creo que no lo va a hacer porque no tiene ninguna posibilidad de hacerlo, si llega a pasar hipotéticamente algo así la reacción de Israel va a ser inclusive mucho más fuerte. Entonces estamos hablando de miles y miles de muertos”.
Entre explicación, justificación y amenaza, el señor Spektorowski simplemente está reclamando el derecho del colono a sojuzgar a quienes les conviene, y la obligación del ocupado de aceptar los designios del ocupante, apoyado en un fabuloso arsenal militar y propagandístico.
Miserables, harapientos, muertos de hambre y de sed, enfermos, escuálidos, oscuritos de piel y de cabello oscuro, misóginos, poligámicos, homofóbicos, llenos de hijos, viviendo las familias enteras en una casa, autoritarios que obligan a las mujeres a esconder sus cuerpos bajo abundantes vestimentas y en sus casas, testarudos de ceño fruncido; ¿por qué no entienden que Punta del Este o Las Vegas es mucho mejor que andar errando entre escombros? ¿Por qué no aceptan que podrían ser “un verdadero paraíso terrenal” (sic Spektorowski) fabricado a la medida del gusto genocida?
Los “palestinos/musulmanes/islamistas/árabes” parecen el enemigo hecho a la medida de las fantasías de un “occidente” autosatisfecho con el auto atribuido papel de consciencia moral y civilizatoria planetaria.
En virtud del Cap. I, art. 2º de la Ley Orgánica de la Universidad de la República no corresponde contribuir a la propagación de una ideología colonialista, supremacista y genocida.
(Quedará para la próxima vez la consideración de cómo el sionismo fue definido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 3379 (XXX) del 10 de noviembre de 1975 como una “forma de racismo” y cómo esto fue revocado por otra Asamblea General, dieciséis años más tarde, el 16 de diciembre de 1991, año sugerente entre los sugerentes.)
Artículo publicado originalmente en la revista Extramuros. 25/05/2024