Desde el 1° de enero el gobierno de la Ciudad de México implementó altísimas multas a establecimientos que usen bolsas de plástico para empacar productos, pese a esto productores y trabajadores de la industria han manifestado que se les quita su fuente de trabajo, hay posturas que sostienen que estas políticas están lejos de ayudar al medio ambiente.
Axomalli Villanueva @1quiahuitl
Viernes 17 de enero de 2020
A partir del 1 de enero de este año entró en vigor la ley que busca eliminar el uso de plásticos de un solo uso en la Ciudad de México. Esta medida pretende reducir las 13.000 toneladas de basura que genera diariamente, donde se reciclan 1.900 toneladas y 8.600 terminan en rellenos sanitarios, frenando así la huella ecológica que los plásticos de un solo uso provocan en el planeta.
Esta medida ha causado descontento entre los productores de la industria plástica quienes argumentan que estas restricciones no ayudan a solucionar el problema de los desechos, y por el contrario afectan a sus trabajadores, quienes verán afectadas sus fuentes de ingresos. Pero más allá de esto, ¿realmente sirve prohibir el plástico?.
Si hay algo cierto es que el plástico está presente en casi todos los productos usados en nuestro día a día, desde botellas de agua hasta aviones, su satanización viene de las alarmas que han señalado activistas ambientalistas de los desechos que terminan contaminando el océano, los ríos, lagos, e incluso bosques y selvas.
Estas alarmas son totalmente ciertas, de hecho, según las cifras obtenidas del estudio titulado The biomass distribution on Earth de Ron Milo, Rob Philips y Yinon B-Ron, los plásticos desechados superarían la cantidad de peces en los océanos estimada en 4.666 Mt, y para el 2050 la basura plástica superaría a toda la masa viva animal terrestre y marina del mundo, estimada en 13.200 Mt.
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El mayor problema de los desechos plásticos es que por sus propiedades químicas no pueden ser metabolizados por casi ningún organismo. Aunque a lo largo de décadas se degrade no desaparece sino que se va “moliendo” por efecto de la luz, la erosión, el roce, etc., hasta convertirse en partículas de milímetros o micras de diámetro que terminan dispersas por el aire, suelo, ríos, océanos, siendo ingerido y acumulado por toda la cadena alimenticia, principalmente la marina.
Desde hace varios años, la ONU advirtió del enorme problema de la contaminación por este material, en 2018 alertó que 8 millones de toneladas de plástico al año acaban en los océanos, ante esto empresas y gobiernos no han tardado en lanzar campañas de "concientización" hacia los consumidores responsabilizándolos por los desechos.
De hecho cada vez son más las compañías que, usando la etiqueta de responsables con el medio ambiente, han dejado de lado el uso de plásticos de un solo uso, como los popotes.
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Entonces, ¿sirve de algo prohibir?
JV Sadhguru en un artículo para el Foro Económico Mundial señaló que el problema no es el plástico en sí, por lo tanto la solución no es prohibir el plástico, sino asegurarse de que se use de manera responsable y se recicle adecuadamente.
Hay muchos grados diferentes de plástico y cada uno requiere su propio proceso de reciclaje. El proceso de recopilación y clasificación de estas diferentes categorías presenta muchos desafíos, incluida la capacidad tecnológica y la conciencia social en torno a cómo desecharlo.
Sin embargo las leyes de prohibición no solucionan del todo el problema, pues es más fácil hacerse a un lado a garantizar soluciones, incluidas plantas de tratamiento de desechos y reciclaje de plásticos. Mientras no se entienda que los gobiernos y las empresas son responsables del manejo de los residuos sólidos, el problema de la contaminación persistirá.
José Anguiano, ex presidente de la Asociación Nacional de Industriales de la Bolsa Plástica de México (Inboplast), explicó que en la producción de bolsas de plástico utilizan como materia prima las 260 mil toneladas anuales de desechos plásticos y que forman parte de la economía circular, ahora, al prohibirse estas bolsas, esos desperdicios quedarán sin posibilidad de rehusarse.
“No hay ningún material en el mundo hasta el momento que pueda suplir al plástico, lo que se tiene que hacer es saber utilizarlo y re utilizarlo. Lamentó que en México no haya educación para saber usar el plástico como existe en otros países”, subrayó.
"Soluciones" no tan ecológicas
En América Latina, las naciones en las que se han prohibido total o parcialmente ese material, o tiene regulaciones al respecto, son Colombia, Puerto Rico, Chile, Ecuador, Argentina, Perú y Costa Rica.
En México se pretende que las únicas bolsas de plástico permitidas sean las compostables, para reducir el impacto al medio ambiente, por lo que se recomienda que los consumidores recurran a alternativas ecológicas, como el papel, o las bolsas de algodón.
Sin embargo, diversos estudios han puesto en evidencia que las prohibiciones de bolsas de plástico no siempre son la mejor solución, datos apuntan a que las alternativas "ecológicas", es decir usar bolsas de reuso, como las de algodón o incluso las compostables, genera nuevos problemas para el planeta.
La Agencia del Medioambiente británica determinó cuántas veces debe usarse una bolsa para que su vida útil haya compensado su producción, es decir, para que su huella ecológica no signifique un mayor costo para el medio ambiente.
En sus conclusiones demostraron que las bolsas de plástico deberían ser reusadas al menos cuatro veces para compensar su producción, las de papel tres, mientras que las de algodón 131 veces. A esto hay que añadir que el papel es el material menos probable de soportar los tres usos necesarios.
La clave es reducir el impacto de estas bolsas, sin importar el material y reutilizarlas tanto como sea posible. Sin embargo, en el país el reciclaje alcanza 21% del total del consumo del plástico en México
Es aquí donde cobran sentido las famosas tres erres: reusar, reducir y reciclar, y además es necesario incluir también el rediseño, porque muchos empaques envases y embalajes tendrán que ser pensados para ser más eficientes, y por último, repensar el modelo económico que permite este nivel de desechos en el Planeta.