Un amigo de toda la vida me decía: ‘somos un gremio chico, no vamos a poder hacer el quilombo que hace la UTA o la UOCRA, que te paran un día y chau’. Yo le decía ’nos va llevar más tiempo, hay que construirla, pero tenemos mucha fuerza’. Y dale que dale con lo de ‘gremio chico’ y ahora están todos mirándonos. Las neumatiqueras re locas, las automotrices paradas, el Gobierno. En estos meses muchos pibes terminaron de entender la fuerza que tenemos. Qué máquina hay que parar y deja de funcionar toda la fábrica. ¿Gremio chico? Je. Ahí anda mi amigo ahora. No era de hacer quilombo, pero las últimas semanas, cuando se puso duro, se dio cuenta que estábamos peleando más que las paritarias. Que si nos ganaban nos iban a volver a tratar como esclavos. ¿No te dije en el asado que a esta la ganábamos, hace unos meses? Y la vamos a ganar. Acordate.
El que habla es un delegado de base en Bridgestone. Creció escuchando historias de derrotas, de gerentes norteamericanos, japoneses y argentinos verdugueando a sus compañeros. Las sufrió en carne propia. Ese sentimiento, calado en hernias y cicatrices, es el que enciende una y otra vez el hit de los últimos días. “El que no saltaaa / es patronaaal”.
Dos compañeros lo arrastran y se pierde en el pogo.
Los bolsillos, los cuerpos y las noches
“Hace 20 años trabajo en el sector tractor de Fate. Es un laburo pesado, tenés que poner el hombro para armar cubiertas de 150 a 200 kilos. Con el sistema de 6x1 tenés un franco los fines de semana. Pero cuando me da el cuerpo laburo tres semanas seguidas, 12 horas por día. Cuando no doy más descanso un domingo. Me perdí muchas cosas de mi familia. Cumpleaños, reuniones de colegio. Pero ni así les puedo comprar un par de zapatillas a mis hijos. Tengo mucha bronca, la verdad”, dice Fernando.
Y da bronca. Mucha.
Para su jefe, el millonario Madanes, Fernando gana demasiado. Para la Sociedad Rural, que se quedó sin ruedas para que sus tractores metan toneladas de soja en los silobolsas, es un “extorsionador”. Mienten, lloran, porque sin los hombros de Fernando se les secan los bolsillos.
La lucha del neumático expuso, de manera sencilla y brutal, cómo se trabaja en la industria del neumático. Esa “picadora de carne”, como recordó Sebastián Tesoro en una impactante entrevista en Radio con Vos. Turnos rotativos, trabajo los fines de semana, días y noches. “Casi todos los compañeros de mi sector tenemos tendinitis crónica, no podemos levantar a nuestros hijos. Se trabaja con productos cancerígenos. Compañeros que trabajan en la parte de calderas tienen todos los cuerpos quemados. Tienen problemas de esterilidad por las altas temperaturas”.
Ese tiempo de trabajo, ese tiempo social, en manos de las patronales, te roba hasta los años de vida. Según estudios internacionales, quienes trabajan por turnos y de noche pierden cinco años de vida por cada quince de jornada laboral, tienen un 40 % más de posibilidades de sufrir trastornos psicológicos, digestivos y cardiovasculares y el doble de “accidentes” laborales.
El reclamo de “las horas al 200%” sirvió para mostrar esas condiciones. Hoy hasta los periodistas patronales saben explicar en qué consiste esa consigna marcada en banderas y cantos. A pesar de la encarnizada intransigencia empresaria y gubernamental que guarda los convenios precarizados bajo siete llaves, el reclamo llegó a los oídos de millones que trabajan así. O peor.
Se siente en la calle. Una piba habla del conflicto ante la cámara, en el hall de Estación Constitución. “Es difícil trabajar en una fábrica de neumático. Yo laburo en una química y lo sé, es peligroso, lo de ellos también”. Otra dice que “es una pequeña victoria, pero queda mucho por mejorar de las condiciones laborales”. Un pibe cuenta que “yo trabajo en la industria alimenticia hace 3 años, estaría bueno conseguir mejores condiciones laborales, mejor sueldo, mejores obras sociales”.
Así como el video de La Izquierda Diario con los trabajadores mostrando sus recibos de sueldo tuvo un millón de reproducciones, otros millones vieron el conflicto por tevé o sus celulares. En esas pantallas, como espejos de la Argentina obrera y plebeya, se vieron reflejados. Esos bolsillos, esos cuerpos y esas noches se parecen mucho a las suyas.
“Si no hay aumento, no hay producción”
Un grupo de gerentes de Toyota rodea una mesa donde apoyan sus caras largas. Hacen la famosa “lluvia de ideas” que aprendieron en la “university”. “Usemos las ruedas de auxilio hasta que entren más” dice uno. Silencio. “Esperemos las ruedas de Brasil, son 10 días y…” manda otro hasta que lo callan. Mientras le dan "actualizar" al portal de Clarín que no devuelve buenas noticias. Al final se dan cuenta que no les queda otra que mandar un mensaje a sus “colaboradores” que suspenden los turnos del día siguiente “por falta de insumos”.
A los inventores del just in time, los tiempos se les complicaron. Cuando los obreros de Pirelli y Bridgestone bajaron los brazos y bloquearon los portones, comenzó la cuenta regresiva.
Como analizamos hace algunas semanas en este Semanario, la industria del neumático es un engranaje clave de una posición estratégica del capitalismo regional: el complejo automotriz. Allí están las principales multinacionales (Ford, Totoya, VW, Mercedes, Renault, Peugeot, Nissan), que dependen de un abastecimiento continuo y a tiempo de insumos. Es uno de los sectores que más exporta, o sea que puede traer dólares.
Fate, Bridgestone y Pirelli proveen al 90 % de los modelos fabricados en el país, entre ellos los de mayor producción, ventas internas y exportaciones. Argentina es uno de los 5 mayores productores mundiales de camionetas medianas. Ese fue uno de los puntos neurálgicos del conflicto.
Durante meses, los paros parciales, las asambleas informativas y otras medidas habían bajado la producción a un 50 % en cada planta. Hubo semanas complicadas para las terminales y las gomerías, pero “resistían” con el auxilio estatal. Pero en los últimos 15 días los ataques patronales y del Gobierno empujaron a una batalla abierta. Del trabajo por tiempo indeterminado pasamos al paro por tiempo indeterminado. Huelga general y piquetes.
La sangría despertó todas las alarmas. Ni la servil medida de Sergio Massa alivió a las terminales. “Es un parche” dijo el gerente de Fiat, resignado.
El paro “salvaje”, como lo definieron a puro llanto los hipócritas auspiciantes de dictaduras y hambrunas, ponía en evidencia cuál es la clase productora. La que no solo vive-de-un-salario, explotada, sino que es la creadora de la riqueza social. La que mueve el mundo y puede paralizarlo. Como decíamos en ese momento, los obreros del neumático pusieron en juego sus posiciones estratégicas, o sea aquellas que les permiten “a algunos obreros detener la producción de muchos otros, ya sea dentro de una compañía o en toda la economía” (John Womack, Posiciones estratégicas y fuerza obrera).
Entre el apasionado derecho por “la producción y el trabajo” (ajeno) y el orgulloso derecho a la huelga, decidía la fuerza. Y todo dejó de girar. Un canto de guerra siguió al silencio de las máquinas. “¡Si no hay aumento, no hay producción!”.
“Gremio chico”, infierno grande. Un poderoso argumento de por qué recuperar los sindicatos para los trabajadores, como hicieron con el SUTNA sectores combativos y de izquierda.
La huelga del neumático mostró a un sector combativo de la clase trabajadora irrumpiendo en la escena sindical y política, con sus métodos históricos y su poder de fuego.
Pogo clasista
“Hay que saltar, hay que saltar / el que no salta, es patronaaal”. No te canses de leerla porque nadie se cansó de cantarla. Aunque fueran 10 horas de audiencia sin noticias.
El endurecimiento del conflicto terminó de hacer explotar la bronca. El paro general fue como un turno de 7 días seguidos, pero de lucha. Ese miércoles 21 de septiembre con la primavera también “tomó color” la lucha de clases.
Para ‘Manotas’, que trabaja haciendo ruedas de camión en Fate, “esta semana fue distinta, motivadora. La moral pegó un salto en relación a las semanas anteriores. Los compañeros están con mucho ánimo, se sumó más gente a las marchas”. “Lo primero que me decían mi compañera y los chicos eran ‘denle para adelante’. La semana pasada pude participar en el acampe en los portones y el ministerio con mi familia. Ahí le pudimos mostrar a nuestros hijos que el camino es ese, el de la lucha”.
Contra la semana de trabajo continuo, la semana de lucha terminó de liberar la fuerza y creatividad obrera. La huelga, los piquetes, las marchas, el compañerismo. Contra el látigo del gerente y los golpes de la máquina, acá al ritmo lo pusieron ellos. El piquete convenció a los carneros que era mejor sumarse o quedarse en casa. Del entusiasmo surgieron nuevos cantos y las voces contaron lo que tenían atragantado.
Estos días fueron una escuela acelerada, no solo de lucha. También conclusiones más profundas. “Saltó la bronca por los dichos de los empresarios y lo que hizo Massa. Muchos compañeros vinieron por eso. Se notó en los cantos, ¿no?”. Un trabajador de Fate se ríe. “¡Sergio Massa botoooón!” quedó segundo en el ránking de temas, ahí cerquita. Es que ‘la esperanza del peronismo’, esa que eligieron Alberto Fernández y Cristina Kirchner, la que hasta hace un tiempo le hablaba a los obreros industriales prometiéndoles sacar el “impuesto a las ganancias”, quemó sus naves una tarde de septiembre queriendo carnerear la huelga.
“Creo que estas semanas abrieron la conciencia de muchos compañeros, para ver quiénes están con los trabajadores y quiénes están en contra. Quién es quién” cierra Manotas.
Ante los ojos de todos, de un lado quedó la alianza antiobrera. No solo sus jefes sino toda la clase empresaria, el Gobierno y la derecha, la CGT. También Pedro Wasiejko, el dirigente de la CTA y funcionario que ratificó los convenios noventistas que arrasaban con muchas conquistas obreras. Del otro, las organizaciones sociales y del sindicalismo combativo, los centros de estudiantes y la izquierda que los apoyaron.
Nuestros compañeros de la Lista Granate del Neumático fueron parte de esa “primera línea”. Durante 150 días aportaron ideas y propuestas para ganar. Porque, como en todo conflicto, la unidad se enriquece con debates de cara al activismo y todos los trabajadores. Estas batallas son las que ayudan a avanzar la conciencia de clase y el surgimiento de nuevos militantes clasistas.
“Un ejemplo a seguir”
Otra vez en el hall de Constitución. La gente baja de los trenes para hacer funcionar la gran ciudad. La gran mayoría trabaja precarizada, tiene dos o tres laburos, no llega a fin de mes. Le dijeron durante meses que esos tipos que cobraban sueldos altos por trabajos cómodos, que no tenían nada que ver con ellos, con ellas.
No se la creyeron.
Por eso le siguen hablando a la cámara. “Está bien porque están peleando hace un montón”. “Bien ahí”, sonríe una chica. Otro dice: “Estoy feliz de que hayan logrado el aumento que querían”. Para una trabajadora fue “una muy buena lucha, un ejemplo a seguir”. Y está la que no se conforma: “Hay que pelear por eso y mucho más, es la única forma”.
Ese reflejo en la calle es una forma de medir el resultado de la lucha del SUTNA. En medio de la preocupación de millones que sufren el ajuste, es una muestra de que se puede defender el bolsillo, recuperando parte de lo perdido y ganándole a la inflación. Aunque todavía no alcance, como piensan muchos de ellos.
Otra medida es el tamaño de los enemigos que enfrentaron. Ya los contamos. ¿Se imaginan si los grandes sindicatos pusieran en movimiento toda la fuerza y potencialidad de la clase trabajadora? ¿Cuánto duraría el ajuste, la precarización, la miseria en que hunden a millones con los “planes sociales”?
Esa lucha de 5 meses, su combatividad y la dureza de las últimas semanas, sus logros, son un cachetazo a los discursos de resignación y pasividad a las que nos someten el peronismo y sus conducciones sindicales. Al sálvese quien pueda y el individualismo que quiere meter la derecha.
Como dijimos en el balance que publicamos este viernes luego de la asamblea general, es un día importante para la clase trabajadora. Como antes fueron Zanon, el Subte, Lear y MadyGraf, Astilleros, las grandes huelgas docentes, de los elefantes de Neuquén y muchas otras, la del neumático se inscribe entre las luchas más importantes de los últimos años.
Por eso, y por sus resultados, será un aliento a quienes se empiezan a plantar contra el intento de que el pueblo pague la crisis. Para el PTS en el Frente de Izquierda y nuestras agrupaciones clasistas y juveniles, es un orgullo haber sido parte de esa pelea. Es un punto de apoyo para quienes peleamos, cada día, para que la clase trabajadora retome sus mejores tradiciones y sus sectores más combativos abracen la lucha por una salida obrera y socialista a la crisis.
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