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Red Internacional
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PANORAMA SINDICAL. El reclamo de la gorra no cuenta como paritaria

La semana sindical en 5 claves. La policía no para. La CGT ya ni Zoom. ¿Adivinen cuál fue la mejor paritaria? Era cierto: YPF, empresa líder. Luchar también es cuidarse contra la pandemia.

Lucho Aguilar

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2

Miércoles 9 de septiembre de 2020 10:57

Dibujos: Juan Paz. Foto: Minuto Santa Fe

1. La policía no para

Para arrancar el panorama de esta semana tomemos dos imágenes.

La primera es de hace algunos días. Doscientos efectivos de la Policía de Santa Fe se plantaron en la puerta de Vicentin. “Se van en 20 minutos o reprimimos” les dijeron a las obreras en huelga. Podrá haber acusaciones de estafa, amenazas de expropiación, pero tarde o temprano el Estado muestra su verdadero rostro: está ahí para garantizar el “orden social” y la propiedad empresaria. Esa es la tarea de esos hombres (y mujeres) de uniforme.

La otra ocurre en estos días. Grupos de policías bonaerenses iniciaron un motín. Que no es lo mismo que paro, así como policía no es lo mismo que trabajador. Dicen que reclaman un aumento pero también “el fin de las sanciones” y el “derecho a la sindicalización”. Como vemos hoy en EE.UU., los “sindicatos policiales” son solo otra arma para defender la impunidad de la fuerza. Es que en los últimos meses la Bonaerense ha quedado cuestionada por decenas de casos de gatillo fácil, entre ellos la desaparición y muerte de Facundo Castro. El chantaje al Gobierno se envalentona por dos motivos: la venia del ministro Sergio Berni a ese accionar policial y la propia conciencia de su función estatal, sobre todo en momentos de crisis. Sean conflictos obreros como el Vicentin, reclamos de tierras como Guernica o ataques a la juventud como Facundo.

Desde diversas organizaciones sindicales se repudió el motín. La Corriente Federal, el Frente Sindical y la CTA denunciaron un “intento de desestabilización” antidemocrático.

Sin dudas hay que repudiar cualquier "rebelión" de la Bonaerense. De la misma manera, en defensa de los más elementales derechos democráticos, esas organizaciones deberían repudiar cualquier pacto de impunidad entre la Bonaerense y el Gobierno, así como rechazar las amenazas represivas a las familias sin techo y apoyar el pedido de justicia de Cristina Castro.

2. Problemas de conectividad

El repaso por la semana cegetista carece de hechos relevantes. Es como si, después de la temporada de Zoom y la pelea por la foto, todas las alas del sindicalismo peronista hayan vuelto a la cuarentena fase 1.

Hubo más novedades en los tribunales que en los despachos gremiales. Pablo Moyano, que venía cobrando protagonismo, se tuvo que ocupar estos días de la causa por supuesta “asociación ilícita” en el Club Independiente. La única buena noticia vino del lado de la Corte Suprema, que en un fallo sobre ATE Salta confirmó el “unicato sindical”. Aunque la exclusividad del sindicato con personería gremial para negociar salarios y convenios nunca peligró, fue tomado como una señal de apoyo al sindicalismo peronista para los tiempos que vienen.

La única actividad conocida de la CGT fue la reunión entre dirigentes de la CGT oficial y movimientos sociales para presentar el “Plan de Desarrollo Productivo para la pospandemia”. Incluso la UOCRA (?) apoyó una declaración de la CTEP ante la demora en la ejecución de viviendas sociales. Pero otros dirigentes cortaron con tanta dulzura. La cúpula ferroviaria impulsó un paro en el FFCC Mitre contra familias que se asentaron cerca de las vías y el gremio gastronómico de Bariloche atacó el reclamo de tierras en Villa Mascardi.

La línea de “no hacer olas” de las cúpulas sindicales es funcional al pacto social que aunque nunca fue decretado hace rato está en vigencia. Pero se pasan. Hasta los terraplanistas y los policías se movilizan por sus intereses. Hay casi 6 millones de afectados por ataques al salario, despidos y suspensiones, y ellos ya ni Zoom.

Esa tregua no es gratis. Según una encuesta nacional de Zuban, Córdoba y Asociados, 2 de cada 3 personas opinan que las conducciones sindicales “no aportaron nada para mejorar la situación social en la pandemia”.

No tienen mucha autoridad para lo que viene, ¿no?

3. Paritarias: les fue mejor a los bonistas, los industriales y la Bonaerense

Comenzó setiembre y la mayoría de las paritarias están congeladas. Solo 1 cada 5 trabajadores registrados fue beneficiado por algún aumento, pero si tomamos en cuenta toda la fuerza laboral (registrados, no registrados, cooperativistas), es solo 1 de cada 20.

Según el Banco Central la inflación anual será del 40%, pero los “mejores” aumentos apenas llegan al 30% y en cómodas cuotas (Camioneros) y otros directamente acordaron sumas fijas miserables (Alimentación).

El caso más simbólico es Sanidad. Mientras las enfermeras y camilleros están exhaustos, enfermos o mueren, Daer acordó un aumento con sumas fijas de 4000 mil pesos. La gente los aplaude, Héctor los humilla.

Esa actitud cegetista contrasta con el envalentonamiento de otros. Los bonistas conquistaron 17 mil millones de dólares más que cuando comenzó la negociación por la deuda. Los industriales recibirán beneficios de créditos y aportes no reembolsables que superan los 500 mil millones de pesos. Las Fuerzas de Seguridad consiguieron 10 mil millones de pesos en equipamiento y personal y encima se amotinaron por aumento "salarial".

4. Con las defensas bajas, te flexibilizo

La crisis sanitaria es, como el tema represivo, otro símbolo de la Argentina capitalista.

Por un lado, miles de trabajadoras y trabajadores de la salud se la siguen jugando en primera línea al borde de sus fuerzas y su salud. Ya murieron más de 80.

Por otro, las empresas se han convertido en focos infecciosos mientras discutimos de runners y barmans. La masacre del Ingenio Ledesma casi no tiene cobertura mediática salvo raras excepciones. En el Ingenio El Tabacal (Salta) los obreros contaron a La Izquierda Diario que la empresa no respeta los protocolos y les deja los enfermos en la puerta de la obra social aunque en la ciudad ya no queda oxígeno. En Mondelez Pacheco habían logrado trabajar una hora menos para no cruzarse los turnos, pero por lo que cuestan tres paquetes de Oreo la empresa pactó con la Interna y el Sindicato volver a las 8 horas e hizo “saltar la curva”.

Podríamos seguir. Detrás de la campaña por la “responsabilidad individual” se tapa el mayor foco de contagios: los transportes y las líneas donde se amontona la clase trabajadora.

Mientras tanto, los empresarios actúan al revés que la CGT. Aprovechan la crisis sanitaria y social para golpear. Un ejemplo lo resume. La petrolera estatal YPF se convirtió en “empresa líder” como prometió el gobierno. Acordó con el Sindicato Petrolero un convenio flexible que extiende a toda la actividad lo que ya habían pactado para Vaca Muerta. Líder de la reforma laboral en cuotas.

5. Luchar también es cuidarse contra la pandemia

En el anterior panorama decíamos que a pesar de los ataques empresarios y la pasividad cegetista, hay murmullo cerca de los portones. En algunos casos son trabajadores que se plantan, en otros la bronca obliga a las conducciones a “hacer algo”.

El sector que está más caliente es Salud. Hay marchas y asambleas desde Jujuy a Chubut. Gobernadores de todo los colores políticos los mandan al frente y le pagan dos mangos.

En este medio venimos reflejando conflictos entre los papeleros y rurales de Tucumán, los ingenios de Salta y Jujuy, las docentes de Chubut, Santa Fe o Misiones, los aeronáuticos de Latam, los siderúrgicos de Techint, los mineros de Zapala que ocuparon la empresa, o los pasteleros de Havanna. La huelga de los choferes de Rosario sigue firme y tiene repercusiones en otras provincias.

Se sumó en los últimos días un duro conflicto en el Puerto de Buenos Aires, por salario y pase a planta. Más allá de la conducción del SUPA, la bronca de los estibadores mantiene prácticamente paralizadas las terminales. A pesar de la represión de la Prefectura y las patotas contratadas.

¿No es un anticipo de que tarde o temprano los que arriesgaron su vida trabajando en la pandemia van a reclamar lo suyo?

Pero sin dudasuno de los reclamos más urgentes que irrumpió en estas semanas fue el reclamo por tierra y vivienda. En la Argentina hay 3 millones con problemas de vivienda. La que peor la pasa es la clase trabajadora precarizada. La que no puede pagar el alquiler, amontona generaciones en el mismo techo y la crisis amenaza dejarla durmiendo en la calle. La toma de Guernica es solo el símbolo de un fenómeno que une Jujuy y la Patagonia.

Como decíamos en la entrega anterior, todavía pesan los temores y la tregua de la CGT, pero si en el peor momento de la pandemia se pone intenso, ¿qué pasará dentro de unos meses?

El Movimiento de Agrupaciones Clasistas viene difundiendo y apoyando estas luchas, como parte del sindicalismo combativo. Plantea que si la derecha, los empresarios y la policía se envalentonan es porque el Gobierno les da rienda. Que hay que activar. Luchar también es cuidarse contra la pandemia. No solo en defensa del salario y el empleo, sino en apoyo a las familias sin techo, las que denuncian el gatillo fácil y todos los agravios que sufre el pueblo trabajador.


Lucho Aguilar

Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.

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