En pasado 17 de agosto se presentó en Rosario Juan David Nasio, psiquiatra y psicoanalista reconocido a nivel mundial.
Sábado 20 de agosto de 2016
El psicoanalista llevó a cabo en el ECU (Espacio Cultural Universitario)una conferencia titulada “¿Cómo trabaja un psicoanalista en 2016?”, donde desarrolló parte de su técnica analítica y presentó un Caso Clínico como ejemplo de la misma. Además, las autoridades de la UNR fueron las encargadas de entregarle el título de “Doctor Honoris Causa”, en el marco de lo que será el denominado“Congreso Internacional de Psicoanálisis” llevado a cabo en la Facultad Nacional de Psicología de Rosario los días 27,28 y 29 de Octubre.
Juan David Nasio es un psiquiatra y psicoanalista nacido en Rosario, donde vivió gran parte de su infancia y su juventud, y luego en 1969 emigra a Francia para continuar su trabajo psicoanalítico nada más y nada menos que del francés Jacques Lacan. Además Nasio presenta una vasta trayectoria en cuanto a los maestros contemporáneos se refiere, ya que también fue alumno del prestigioso profesor psicoanalista y psiquiatra Mauricio Goldenberg, el Dr Enrique Pichon Riviere, pionero del psicoanálisis Argentino y Latinoamericano, y de su alumno el Dr. José Bleger, egresado de la Facultad de Medicina de Rosario.
En la conferencia el psicoanalista abordó problemáticas en torno a la “técnica y a la práctica analítica”. Fundamentalmente explicó su manera de trabajar y el instrumento que se pone en juego en cada nueva sesión y con cada paciente. Instrumento que resulta sobre todo novedoso para quienes se han acostumbrado a ubicar al psicoanalista en una posición pasiva y silenciosa que solo permite que la terapia se despliegue según la voluntad de la palabra. Muy por el contrario, Nasio viene a derribar esos mitos, y a instituir como herramienta fundamental del análisis no la palabra, sino lo que él mismo denominó el “Inconsciente Instrumental del analista”, a través del cual se va a valer para aliviar al paciente de su sufrimiento y sanar el síntoma que lo oprime.
Ahora bien, ¿Que significa esta cuestión de que el psicoanalista trabaja en terapia con su Inconsciente Instrumental? ¿A qué se refiere esta concepción? Nasio estableció una distinción fundamental entre lo que se denomina “oír” y lo que se denomina “escuchar”, ya que oír, es una actividad del oído, es decir se refiere a la captación de sonidos exteriores que llegan al oído del sujeto, pudiendo comprender de esta manera el sentido de lo que se dice. Pero escuchar, según él, es una actividad que va más allá del sonido, o de oír un sonido, de hecho va más allá del sentido mismo, del sentido en términos comunes y cotidianos, ya que oímos las palabras, pero escuchamos al inconsciente.
Sin embargo es preciso hacer una aclaración, la experiencia de la escucha propiamente dicha, de la escucha pura, no es una cuestión de voluntad, nos dice Nasio, no es algo que se produzca con todos los pacientes y más aun tampoco es algo que suceda en todas las sesiones con el mismo paciente.
En relación a lo planteado, el psicoanalista cita una pertinente frase de Sigmund Freud escrita en el texto “La Teoría de la Libido” del año 1923: “El psicoanalista se comporta de la manera más eventual si se abandona a sí mismo, si se abandona a su propia actividad mental inconsciente, evita pensar y elaborar ideas conscientes y capta así el inconsciente del paciente con su propio inconsistente”.
Esta cita resume el hecho de que el analista escucha propiamente como analista, cuando su energía está concentrada en un movimiento hacia el interior de sí mismo, en el que se aísla mentalmente, se despoja de su yo y llega a concebir el silencio interior, es decir, logra hacer callar dentro los ruidos, los pensamientos inoportunos, para encontrar dentro de nuestro propio inconsciente, el inconsciente del otro.
Además en ese estado de ensueño y alucinación por un lado, pero totalmente despierto lúcido y consciente de ello por el otro, el analista ve surgir en sí mismo la ficción de un personaje que representa al paciente en lo que llamamos su escena fantasmática infantil, escena que habita al sujeto, soporta su síntoma y es la causa de su padecimiento, y por supuesto, sobre la cual el analista debe trabajar para visibilizarla y aliviarla.
Aclara el psicoanalista que esta escena, que se presenta al analista como lo que en la jerga psicoanalista se denomina el “fantasma” del paciente, no es más que la huella de un traumatismo ocurrido y vivido o fantaseado en la infancia que ahora es captado por el inconsciente del analista luego de un arduo trabajo endopsiquico y de intensa escucha.De esta manera se llega a la última etapa, aunque no menos importante, de la escucha analítica, es el momento de comunicarle al paciente la escena fantasmática percibida y revivida por él.
Ahora bien, Nasio transmitió en la Conferencia que no hay una regla determinada y en cierto punto quedará a criterio del propio psicoanalista de qué manera quiere intervenir y/o comunicarle a su paciente lo recogido en su interior. Este puede decidir callarse, o puede decidir hablar, pero aquí es cuando entra en juego el propio Inconsciente Instrumental del terapeuta, ya que ocurre las más de las veces que este tenga palabras para poner sobre la mesa y que elija sin embargo no decirlas, porque no considera que sea el momento oportuno para decirlas, considera que hay que saber esperar y no dejarse llevar por lo que se le presenta inmediatamente.
Para finalizar, en la Conferencia Nasio dejó observar lo novedoso de la práctica analítica. La puesta en escena del inconsciente instrumental del terapeuta que nos presenta Nasio, y su objetivo de intentar borrar la imagen o idea de un analista que es habitado por la palabra de manera pasiva, para demostrarnos que el analista también participa del proceso analítico de manera activa. ¿De qué manera? Poniendo en juego su propio inconsciente e involucrándose con y en el inconsciente de su paciente para de esta manera, manteniéndose dueño de la intervención y siendo consciente de ello, guiar al tratamiento hacia la cura del síntoma comunicando en primera instancia la causa de su malestar, que es en todos los sujetos, una escena fantasmática proveniente de su vida infantil.