El nuevo Código de Familia además garantiza la adopción para parejas homosexuales. Derechos democráticos elementales que fueron conquistados tras una larga historia de persecución hacia las personas LGBTIQ+ tras la revolución de 1959 y en una situación actual signada por la crisis económica y política.
Pablo Herón @PhabloHeron
Martes 27 de septiembre de 2022 00:43
Foto: EFE/Ernesto Mastrascusa
Tras el referéndum que se realizó el domingo en Cuba se votó el nuevo Código de Familia que ya contaba con la aprobación en la Asamblea Nacional. El mismo reconoce derechos que no estaban contemplados en Cuba como el matrimonio igualitario o la posibilidad de adopción por parejas homosexuales. La formulación precisa establece que “el matrimonio es la unión voluntariamente concertada de dos personas con aptitud legal para ello”.
El código, a su vez contempla las distintas situaciones de discriminación y violencia por “razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, situación de discapacidad, origen nacional o territorial, o cualquier otra condición o circunstancia personal que implique una distinción lesiva para la dignidad humana”.
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La inclusión de derechos democráticos para la diversidad sexual provocó la contra de sectores reaccionarios donde se encuentran desde las iglesias católica y evangélica hasta la oposición de derecha al gobierno de Miguel Díaz-Canel. Semanas atrás la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba publicó una carta donde critican la introducción de “ideología de género” en la legislación y se refieren a la adopción como “un modo de conceder al niño por ley, lo que por naturaleza le corresponde y necesita: un padre y una madre”. Un discurso reaccionario para sostener las familia bajo la norma heterosexual.
Según el Consejo Electoral Nacional (CEN) participaron en total 6.251.786 personas de un padrón total de 8.447.467, un 74,01% de asistencia. La nueva normativa salió a favor con el 66,87% de los votos (3.936.790) y tuvo en contra 33,13% (1.950.090). De esta manera reemplaza la legislación sancionada en 1975, estando vigente ya desde el mismo lunes en la isla.
El código también suscitó debates por la incorporación de la “gestación solidaria” (subrogada), o que se utilice el método del referéndum para establecer derechos democráticos elementales de sectores históricamente oprimidos. De hecho, es la primera vez que se somete a este mecanismo en Cuba una ley que no sea la Constitución.
La historia de la diversidad sexual en la isla desde la revolución cubana está atravesada por una persecución estatal sistemática. En la década de 1960 se pusieron en pie las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAPs), campos de trabajo a los que eran enviados opositores y gays, donde se imponían largas horas de explotación y hasta terapias de electroshock para "curar" la homosexualidad.
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El Congreso de Educación y Cultura realizado en 1971 estableció que: “Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferación de falsos intelectuales que pretenden convertir el esnobismo, la extravagancia, el homosexualismo y demás aberraciones sociales, en expresiones del arte revolucionario”. Un discurso y política que tuvo sus raíces en el giro que dio Stalin hacia la persecusión de la homosexualidad en 1930 en la URSS, que en sus orígenes la había despenalizado. Recién en 1979 la homosexualidad fue despenalizada en Cuba.
Hoy en día, el Gobierno sostiene un discurso a favor de los derechos de la diversidad sexual, mientras las personas LGBTIQ+ continúan denunciando la persecución estatal y el acoso policial. El Partido Comunista buscó presentar el nuevo Código como moderno y democrático, mientras impone un gran ajuste económico y cambió hace poco el Código Penal endureciendo las penas para quienes se manifiesten contra el gobierno.
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Pablo Herón
Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.