La arena política santafesina se vio sacudida por los rumores de un ´frente opositor´ a las políticas de Cambiemos. La disputa por la Casa Gris, las grietas en el Partido de la Rosa y algunos contrastes.
Úrsula Vivas @ursulavivas
Jueves 18 de enero de 2018 18:34
El que tiró la primera piedra en esta reyerta provincial fue el diputado nacional por el Partido Socialista (PS) Luis Contigiani, quien votó en contra de la reforma previsional desobedeciendo a quien lo había puesto ahí, el propio Gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, también firmante del pacto fiscal macrista. El diputado socialista fue el primero en hacer correr la posibilidad de construir un nuevo espacio provincial anti Macri junto a un peronismo moderno, progresista y no corrupto.
Esta afinidad pareciera contar ya, con cierta corporeidad. Pablo Cerra, abogado de la UOM local – gremio que conformó las listas del Nuevo Espacio Santafesino (NES) junto a Alejandra Rodenas en las internas pejotistas- sería incorporado al equipo de trabajo de Contigiani. Detrás de este espacio se encuentra el sanlorencino Armando Traferri, aglutinando a sectores de la burocracia sindical local, con peso en lugares clave de la industria.
Consultados sobre el tema, referentes del peronismo rosarino se guardaron las apreciaciones y limitaron el ánimo frentista sólo al plano nacional, donde Menéndez encara la cruzada de unir al peronismo.
Agustín Rossi desestimó a varios correligionarios. Lo mismo hizo Omar Perotti, último candidato a Gobernador por el PJ, quien después de haberle votado todas las leyes a Macri, ratificó su voluntad de ser candidato a gobernador. Todo indicaría que los ganadores en la estrategia de unidad del peronismo mediante internas abiertas no pretenden moverse de la misma, menos aún en momentos donde en la estratégica provincia de Buenos Aires el balcanizado PJ parece encaminarse hacia “la solución santafesina” que oficialice la unidad entre “resistentes” y “traidores” que ya se viene expresando en los hechos en todo el período cambiemista. Serían sectores marginales, y algunos sectores territoriales del PJ, quienes necesitados de caja negocian con el PS una cuota (cada vez más cotizada) de gobernabilidad provincial, para una coalición de gobierno que se deshilacha.
La combinación de una crisis histórica de los principales partidos provinciales, la creciente autonomía de una justicia corrupta y una política organizadora del gran delito, la crisis económica, la complicidad y desgaste de muchas direcciones traidoras, y la fuerte bronca entre el pueblo trabajador, empiezan a dibujar los contornos de una crisis del régimen político provincial con final abierto
Las espinas de la rosa
"Hay un espacio de pensamiento en la sociedad argentina que busca alternativas al PJ y a Cambiemos, nosotros lo tenemos que recuperar”. Estas fueron algunas de las palabras del gobernador Miguel Lifschitz en el cierre del campamento de la juventud socialista en Cosquín, a principios de enero.
Así, trató de demarcarse y responder a las declaraciones por parte de sectores del peronismo santafesino, y del propio PS; desde su presidente y ex Gobernador Antonio Bonfatti, hasta un sector conformado por distintos cuadros técnicos, referentes políticos y barriales autodenominado como “Fuerza del Territorio”, quienes, como Contigiani, anunciaron la posibilidad de construir un frente opositor a Cambiemos, en miras de 2019. En los días posteriores, rumores sobre una posible asociación con Ciudad Futura y el massista Alejandro Grandinetti en Rosario también llegaron a los medios. La polémica quedó abierta.
Pero, a poco de mostrarse renuente, el Gobernador brindó declaraciones que parecerían buscar un equilibrio entre las dos alas de su partido, persistiendo en el mismo objetivo: aunar voluntades dentro del partido y con la oposición para lograr la reforma constitucional que le permitiría postularse nuevamente como candidato a gobernador.
A buen entendedor, pocas palabras: por un lado, lo que importa es el futuro del Frente Progresista y la gobernación de la provincia y la ciudad de Rosario; por el otro, se mete la disputa entre las dos figuras fuertes del socialismo local, por quién será el candidato. Lifschitz tiene el firme objetivo de repetirse. Para ello precisa la reforma de la Constitución. La llave de esa negociación la tiene Bonfatti, que no se descarta, prefiera ser él quien dispute la Casa Gris.
Malos tiempos
La encrucijada está por verse para un desgastado oficialismo. Los “buenos tiempos” que auguraba allá a lo lejos Hemes Binner parecen una leyenda urbana.
La pérdida de gran parte de la estructura territorial de poder que le otorgaba su alianza con el radicalismo PRO y el desgaste de gestión que se expresa cada vez en peores resultados electorales, necesariamente tiene que buscar un intento urgente de reinventarse.
Los poderes territoriales del PJ que suelen atrincherarse en el senado provincial son una opción. Traferri lo sabe y negocia gobernabilidad a cambio de plata, y entre tanto, genera ruido en el PJ para aumentar el poder de su propio sector. Y es que aún no se conoció en la fauna terrestre algún buitre que con altos principios morales respete a malheridos animales. En el peronismo, “la lealtad” no es más que una fecha folclórica.
Y de esto, no solo sabe el PJ, sino también otro tipo de bandas delictivas, las que no llevan uniforme y las que sí. ¿Volverán a la primera plana de los medios las noticias sobre “la Sinaloa Argentina”? Poco importa eso a los sectores populares. Lo que importa, es que siempre es este sector el que pone los muertos.
La economía tampoco trae buenas noticias. Si no goza de buena salud en ningún lugar del territorio nacional, el sur de la provincia de Santa Fe, donde se concentra la inmensa mayoría de sus sectores industriales no agropecuarios, está al borde de un paro cardíaco. A los despidos en Vassali, Fabricaciones Militares, Senasa, Unilever, Modelar, Bravo Energy, Oil, La Mucca, entre otras, se suman los asesinatos patronales en las aceiteras donde la sed de ganancia exportadora hace del trabajo una muerte segura, a veces lentamente por la contaminación y otras abruptamente por los “accidentes” laborales. La solicitud empresaria de los Procedimientos Preventivos de Crisis, una mentira absurda para despedir con impunidad, aumentó un 25% en el último año. La política nacional de apertura de importaciones prende nuevamente las luces de alarma en sectores tan sensibles como el calzado y la línea blanca de electrodomésticos. En fábricas como Electrolux (ex Gafa) se anunció el cierre de un turno y al menos un centenar de contratados corren peligro.
La combinación de una crisis histórica de los principales partidos provinciales, la creciente autonomía de una justicia corrupta y una política organizadora del gran delito, la crisis económica, la complicidad y desgaste de muchas direcciones traidoras, y la fuerte bronca entre el pueblo trabajador, empiezan a dibujar los contornos de una crisis del régimen político provincial con final abierto.
Una tensa calma que necesita una dirección
En medio de internas y grescas electorales, el millón y medio de asalariados que componen esta provincia se encuentra en un estado de tensión y alerta. Son quienes siembran y cosechan todo, quienes manejan los silos, las aceiteras, las refinerías, los puertos, los transportes, las escuelas, las universidades, las metalúrgicas, las alimenticias, los supermercados, los que mueven la provincia, el país y el mundo entero.
Saben reconocer las tormentas venideras mejor que el más diestro de los gauchos. Saben interpretar desde los signos más llamativos, como las enormes movilizaciones nacionales contra la reforma previsional del 14 y 18 de diciembre y el paro aceitero contra las muertes obreras, hasta cuestiones más sutiles como los stocks en las fábricas, la velocidad de rotación de los pibes contratados, la falta de reposición cuando hay bajas y el consecuente aumento de ritmos para el resto. Saben que son las pequeñas grandes peleas que, si se dejan pasar, nos presentarán desarmados ante las batallas más duras como los despidos, las paritarias o la reforma laboral.
Y miran también a los delegados y los gremios, que cuando no son colaboradores directos de Recursos Humanos, rápidos se alistan para morder algo en los reacomodamientos de los mismos partidos patronales que condenan al pueblo trabajador a la miseria. La UOM y Luz y Fuerza fueron de los primeros a sumarse al coro de una nueva alianza provincial entre el PS y el PJ. Luego se sumaron voces del sindicato de docentes universitarios. Nos preguntamos si no sería más interesante que cumplieran con la misma prontitud, cuanto menos, en el rol de sindicatos, es decir, la defensa activa y no meramente verbal de sus afiliados.
Es a esos miles y miles de trabajadores y trabajadoras a quienes hay que hablarles, y sobre todo escucharlos para poder organizarse. Los sindicatos como AMSAFE Rosario, Aceiteros, la CGT San Lorenzo y otros, no deben darle la espalda, sea por guardar esperanzas en nuevas alianzas “progresistas” o por simple corporativismo de que cada quién pelee por lo suyo. Impulsando asambleas, elección de delegados y una gran asamblea o congreso de trabajadores, se puede coordinar un verdadero plan de lucha con mandato de cada lugar de trabajo. Esta es la propuesta y la pelea cotidiana que el Movimiento de Agrupaciones Clasistas y el PTS en el FIT llevan adelante todos los días.