Un chico es echado de su trabajo por ser gay, una joven trabajadora soporta acoso en su fábrica por lesbiana, una travesti es rechazada por enésima vez en una entrevista laboral. La necesidad y la falta de trabajo, junto a la discriminación laboral, son de los principales problemas que afectan a las personas LGBTI. A su vez, es el mismo trabajo el que condiciona la vida sexual y cotidiana de miles de trabajadoras y trabajadores.

Tomás Máscolo @PibeTiger

Pablo Herón @PhabloHeron
Viernes 1ro de mayo de 2015
Las contradicciones del trabajo y la sexualidad
La estabilidad económica y el acceso al trabajo son pilares fundamentales para el sustento de toda persona; los mismos en gran medida determinan en qué grado de “libertad” uno podrá vivir -o no tanto- su identidad de género y/o su sexualidad. Es así como la cuestión del trabajo y la subsistencia económica vuelven diferentes las realidades de una travesti que tiene que prostituirse para sobrevivir, la de un gay porteño de clase media o la de una lesbiana de familia trabajadora del conurbano.
La búsqueda laboral comienza enviando CVs a las distintas webs laborales o caminando en búsqueda de los carteles con la leyenda “se busca…”. Cuando uno tiene “la suerte” de ser elegido por una empresa, generalmente a través de una tercerizada, se viene la entrevista laboral.
Aquellos que tienen suerte y pasan la entrevista, luego son sometidos a un psicofísico que consiste en un examen de salud detallado e invasivo. Tal es así, que es común el tener que desnudarse completamente y que dentro de los análisis incluyan exámenes de HIV – aunque esta práctica esta prohibida - y de embarazo. Claro está que si dan positivos se da por perdida la posibilidad de conseguir el puesto, una práctica ilegal a la que, fruto de la avaricia de ganancia empresarial, todas aquellas personas que salen a buscar trabajo se ven expuestas.
A todo esto están expuestos cientos y cientos de jóvenes que día a día buscan trabajo. Dentro de este sistema de engranajes las y los LGBTI tienen su propio trato especial. Las personas trans e intersex generalmente son rechazadas recién iniciado el proceso de selección, justamente por haber decidido sobre su propia identidad de género. A tal punto llega la falta de acceso laboral, que el 95% de las personas trans acude a la prostitución para conseguir un sustento económico. Inclusive algunas otras, como última alternativa para poder trabajar, optan por resignarse a su género biológico. Esta situación es la punta de lanza que explica por qué el promedio de vida de una persona trans es de 35 años. A esta realidad laboral, se le suman el acoso policial recurrente, y la falta de acceso a la educación y la salud. Así es como se evidencia que la igualdad ante la ley no necesariamente implica la igualdad ante la vida.
Mientras tanto, conseguir trabajo y la vida en el ámbito laboral nos refiere a otra realidad para las lesbianas, gays y bisexuales. En una encuesta hecha a 400 jóvenes realizada en la última marcha del orgullo se refleja que el 78% ha sufrido actos de discriminación y más del 80% dice que ha sido objeto de algún tipo de agresión vinculada a su orientación sexual. Para un homosexual de la city porteña con un trabajo y economía estables, el solo hecho de salir del clóset le puede traer aparejado el maltrato cotidiano e inclusive el ser despedido. Esta situación empeora cuánto más se inmiscuyen en la vida cotidiana de las trabajadoras y los trabajadores, los patrones y sus políticas empresariales sobre la familia, así como el machismo que la Iglesia -cuya cara visible hoy es Jorge Bergoglio- y los medios masivos de comunicación se encargan de transmitir a gran escala.
Para las y los jóvenes homosexuales del conurbano o del interior esta realidad cambia abruptamente: el nivel de acoso y discriminación laboral son aún mayores. A diferencia de estos lugares donde la sexualidad encuentra una mayor represión, en las grandes ciudades la combinación entre los años de militancia LGBTI en lucha por la visibilización junto al desarrollo de un mercado alrededor de la diversidad sexual, permitió establecer un relativo mayor margen de libertad sexual. Una relativa “libertad sexual” que sólo le llega a algunos y que fue construida sobre la base de la sed de ganancia de un sector empresarial que vio en la diversidad sexual un potencial nicho de mercado . Es en este complejo entramado en el cual la sexualidad es fuertemente moldeada, en una férrea defensa de la heteronorma, por el trabajo, el status económico, los intereses empresarios y la ideología eclesiástica.
Un primero de mayo también de orgullo
En la Argentina tras doce años de kirchnerismo no sólo subsiste la discriminación por orientación sexual y por identidad de género en el ámbito de trabajo, sino también altos niveles de precarización laboral. La mitad de los asalariados cobra un sueldo menor o igual a 5 mil pesos, menos de la mitad de la canasta básica familiar. Para la juventud es moneda corriente conseguir un trabajo en negro o directamente no tener acceso a uno. Inclusive, a un sector de trabajadores, el Estado les retiene parte de su sueldo a través del mal denominado impuesto a las ganancias.
El futuro escenario político, con recambio presidencial incluido, pone en la mira a Scioli -el candidato del kirchnerismo-, Macri y Massa. Una tríada que más allá de sus diferencias tienen dos grandes coincidencias, por un lado son fieles devotos de Francisco y, por el otro, pretenden gobernar al servicio de un sector del empresariado. Esa misma casta que día a día explota a la mayoría de la población, moldeando a su paso una moral conservadora y batallando contra todo aquello que cuestione la heteronorma. Es así que con el fin de alimentar su sed de ganancia el empresariado busca controlar la sexualidad y los cuerpos de la clase trabajadora para que sean productivos, apoyando en toda línea el modelo de la familia tradicional.
Para combatir todo tipo de discriminación y acoso basado en la orientación sexual o identidad de género, así como luchar por el acceso al trabajo y los más elementales derechos laborales, es fundamental la organización de las personas LGBTI y de la clase trabajadora en sus lugares de trabajo, por ejemplo, formando comisiones de género y diversidad sexual. En esa perspectiva, desde la Juventud del PTS te invitamos este 1° de Mayo al acto del día internacional del trabajador que realizará el Frente de Izquierda.

Tomás Máscolo
Militante del PTS y activista de la diversidad sexual. Editor de la sección Géneros y Sexualidades de La Izquierda Diario.