La primera novela de Cecilia Rodríguez se presentó el sábado pasado en Rosario. La historia va de triángulo amoroso (más sexual que amoroso) construido por fuera de la monogamia y la heteronorma.
Úrsula Vivas @ursulavivas
Domingo 29 de abril de 2018 12:15
Cecilia Rodríguez leyendo en la presentación del libro. Foto: Evangelina Ochoa
Rosario. En la esquina donde la mítica Sala Lavardén corta Sarmiento y Mendoza, el bar Oui se vistió de gala literaria por partida doble. Se presentó, por un lado, la primera novela de Cecilia Rodríguez, y por otro, el primer título editado por El Salmón, naciente editorial rosarina que trabajará con 3 novedosos formatos: tinta, audio y braille.
Cecilia Rodríguez es rosarina -aunque actualmente vive en Buenos Aires, es militante del PTS y forma parte del staff de La Izquierda Diario. Conversamos con ella para acercarnos al interlineado de su primera novela que trata sobre un “triángulo ´amoroso´ no convencional”; así lo define la autora, que plantea un relato por fuera de los esquemas del amor romántico- muy presentes en las películas, en la literatura, y en la cultura en general- donde el conflicto está construido alrededor de la infidelidad. Estos preceptos son desafiados por una pareja que es abierta desde el comienzo de la novela, y unos involucrados que no se afirman en una sexualidad determinada, sino que, según Cecilia Rodríguez, “se encuentran en los márgenes de las identidades, en los choques”.
Además de las rupturas conceptuales de la novela, se puede decir que éstas se trasladan también al soporte material: los tres formatos que plantea la editorial buscan desnormativizar el acceso tradicional a la literatura. Rocío Muñoz Vergara, impulsora de la editorial El Salmón junto a Beto Steinmann, mencionó en este sentido que para acceder a la literatura, leer, escuchar y tocar un libro son maneras más que válidas. “La noticia no es que nosotros hagamos esto, la noticia es que no se haga (!). Hay muchas maneras de vincularse con un libro, desde luego la vista no es la única ni la más legítima, escuchar un libro es una manera de leerlo, y tocar un libro, leerlo en braille, también es una manera igual de legítima de leerlo. Cada uno lo puede pitchear y obtener en el formato que quiera, esa búsqueda de la diversificación de los saberes es muy importante para nosotros”, sostuvo.
La novela prologada por Gabriela Cabezón Cámara está situada en Rosario en el año 2017, y busca mostrar qué pasa cuando se saca del medio la monogamia y la heteronorma en las relaciones. Dialogamos, entonces, con su autora.
La edición en tres formatos: tinta, audio y braille
¿Cómo comenzó tu vínculo con la literatura y qué relación tiene con tu militancia?
En realidad, yo escribo desde antes de ser trotskista, como la mayoría de los escritores escriben antes de ser cualquier cosa. Creo que es común que el arte suceda primeramente en la infancia o en la adolescencia y después se recupere en tiempos adultos. A mí me pasó eso y cuando resurgió dije: me gusta, voy a hacerlo en serio, voy a estudiar. Empecé por ir a un taller literario, precisamente con Rocío, la editora de El Triángulo, ahí fui adquiriendo el oficio de leer y escribir literatura y no lo dejé. Rocío además me llevó a hacer ciertas lecturas contemporáneas, como Martín Kohan, Mariana Enríquez, Gabby de Cicco, Susy Shock o Gabriela Cabezón Cámara, que tenemos la suerte de que haya querido ser una de las primeras lectoras y hacer la contratapa. En fin, eso me llevó a adquirir el oficio y también a verlo como algo muy contemporáneo, no como una cosa contrapuesta a la acción. Lo interesante es desarrollar ese oficio teniendo 13 años de militancia en la izquierda…
¿Por qué lo decís?
Porque la militancia te da mucho a la hora de ponerte a escribir, por empezar un acceso loco a diferentes ideas y literaturas políticas, filosóficas, periodísticas, a la propia literatura marxista que es un poco de todo, y a la literatura en general, descubriendo autores que yo de otro modo no hubiera leído, por ejemplo, a Lamborghini. Además de eso, experiencias políticas de las más variadas. Compañeros que con sus peleas diarias te influyen, como Tom Máscolo, que tiene un rol muy importante en este diario, y a una amiga de Rosario muy querida a quien está dedicado el libro. Porque gente así es la que cuestiona los privilegios que una tiene y te hacen pensar. Como que te das cuenta de que la militancia, por lo menos mi experiencia en el PTS, te da mucho, y eso se nota en el texto escrito, porque siempre se escribe desde un lugar.
Intervención de danza dirigida por Cecilia Colombero, durante la presentación del libro. Foto de Evangelina Ochoa
¿En qué aspectos del texto opinas que se nota eso?
Por ejemplo, la decisión de ubicarlo fuertemente en el presente, Rosario, 2017, que es el mismo tiempo en el que yo escribía, es una decisión política, típica de militante que actúa en el presente. Es una decisión de lectora de Walsh, por que tiende a la crónica. Es una decisión de lectora de Arlt porque dialoga con el aguafuerte. Y además dialoga con mi militancia que es escribir en La Izquierda Diario, cosa que hago hace varios años. De hecho empiezo a escribir literatura de vuelta simultáneamente a la salida de La Izquierda Diario. Esa práctica cotidiana de las notas, de relatar lo que ocurre, es muy importante. Algunos capítulos de El Triángulo son especies de aguafuertes que desde la ficción relatan sucesos que acontecieron -una obra de teatro, las tapas de los diarios del viernes santo de 2017, etcétera-.
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Este tipo de decisiones estéticas que se ven en la novela yo las atribuyo esencialmente a la política, a mi militancia en este diario y a la influencia literaria de los autores mencionados y de Puig, que también está homenajeado en el capítulo que está escrito como un chat de WhatssApp. Digamos que uno lee determinada literatura también porque hace política, entonces hay una imbricación muy fuerte entre literatura y política que quizá no está necesariamente en el registro explícito de una obra, sino en el ambiente general, en sus grandes trazos, en el escenario incluso.
Booktrailer de El Triángulo from Editorial El Salmón on Vimeo.
En este ambiente político, la novela habla de sexualidad, ¿por qué la decisión de hablar de eso?
Eso no fue una decisión consciente. Eso es lo que surgió inconscientemente. De hecho, la idea de la historia y del tema erótico-sexual viene en un sueño. La política está en la decisión de cómo contarlo y alrededor de qué construir el conflicto. El conflicto de El triángulo no es como los triángulos amorosos clásicos porque de entrada no hay monogamia, la pareja que inicia todo ya es abierta. Malena y Manolo. Ahí aparece el tercero, que es Martín Ayala. Tampoco hay ningún drama con que los tipos cojan. Manolo ya estuvo con hombres y a Ayala le gusta todo. Entonces tenemos un triángulo donde ningún personaje tiene un drama con la infidelidad ni con la heteronorma. Malena se verá que tampoco le interesa mucho ser mujer, sexualmente hablando. Las cosas salen de los lugares comunes y hay otros problemas, sobre los que se habla menos en general. El problema de la violencia, de cuándo es placer y cuándo no, el problema del consentimiento ¿existe? ¿Sirve para algo?, ¿de dónde viene el machismo? ¿Quién es machista?, no sé, un montón de preguntas que están más planteadas que respondidas, hay una serie de escenas que se preguntan cosas, y el lector tiene que responder. Esto se logra porque está narrado no desde mi punto de vista sino desde el punto de vista de los propios personajes.
Además, da la impresión que es un libro dinámico. Me dijeron algunas personas que ya lo leyeron que se puede leer en el bondi, que se mete un capítulo en pocos minutos, va rápido. Eso me pone contenta porque significa que es una literatura adecuada a los ritmos de la vida que tenemos, que puede acompañar el día. Por eso lo importante del audiolibro también, que suele ser muy útil para llenar espacios en los que no se puede leer pero si escuchar con atención. Eso también es una decisión política, de la editorial, además, por sacar el libro en los tres formatos que buscan acercar y poner la literatura en contacto con la vida diaria.
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Contanos un poco sobre esos tres formatos, el libro viene en tinta, en audio y en braile.
Me parece una propuesta muy importante porque es una editorial que se pone en el lugar del lector y no del mercado, del formato que el mercado dice que es el adecuado. Es una editorial que está pensando en lo que es adecuado para el lector, en el objeto más como valor de uso que como valor de cambio. Por ejemplo, el audiolibro viene en un pen drive que no solo es útil porque transporta el audio sino que después te queda para otras cosas, podes descargar el audio y luego seguir usándolo. Y es más barato que cualquier otro pen drive que uno compra en cualquier lado, y más lindo. Eso me parece un gran gesto de la editorial para los lectores. Porque además es un gesto que viene sin ningún tipo de control policial sobre la piratería, tan comunes en estos días, por ejemplo, no pudimos difundir el booktrailer porque youtube no deja subir canciones de Los Beatles. El braille, por otra parte, es un objeto precioso y escaso. Incluso en Buenos Aires es muy difícil conseguir algo en braille. En Rosario directamente no existe. Por lo que me parece una apuesta muy interesante de la editorial y muy necesaria.
Alberto Steinmann y Rocío Muñóz Vergara de la Editorial El Salmón. Foto de Evangelina Ochoa
Vos mencionaste a Lamborghini, recién en la entrevista y también el sábado pasado en la presentación del libro, ¿qué influencias tuvo este escritor y poeta argentino para vos?
Es una influencia muy importante que recién termino de valorar con el libro ya publicado. Hay mucho de Lamborghini ahí porque fue la primera lectura que hago de esa generación de escritores que de algún modo convirtió a la literatura en un arma de combate por la sexualidad. En la presentación mencioné la novela inconclusa, Tadeys, que la reordena y publica Cesar Aira luego de la muerte del autor, ahí Lamborghini inventa una sociedad llamada La Comarca donde no hay heteronorma, sino, incluso, hay una homonorma, o más bien una norma sodómica. Sin embargo, es una sociedad terrible, fascista, muy parecida a la sociedad heteronormativa. Con esto Lamborghini nos dice que el problema es la norma, es decir, cualquier norma en el terreno de la sexualidad es exógena a la sexualidad misma y se sostiene en última instancia en el Estado.
Además, en el mundo de Lamborghini hay una cárcel terrible donde los criminales, para ser rehabilitados, son convertidos en mujeres, asumen identidad de mujer, se hacen trans a fuerza de violaciones. Esta discusión a mí me parece muy interesante porque incluso las identidades disidentes con respecto a la norma se construyen precisamente en contraposición a ésta. Quiere decir que la lucha por el reconocimiento de la identidad es algo necesario, algo que nos obligan a hacer, para defendernos, pero no implica una total liberación. Quiere decir que se pueden conquistar derechos como la identidad de género, y que la vida material de las personas trans siga siendo igual de difícil, sigan teniendo un bajísimo promedio de vida. Desde el punto de vista de la literatura, entonces, me parecía interesante hacer personajes que no se aferraran a una identidad o género, sino más bien que se movieran en contradicción entre distintas identidades y en diálogo transgénero. Lo más revolucionario para mí que tiene el transgénero -y que captan autoras como Cabezón Cámara- es que demuestra que nos podemos mover de una identidad a la otra, que nuestro deseo puede cambiar, que hay que escuchar al cuerpo a ver qué dice, hacerlo propio, que el cuerpo es algo dinámico y modificable, que se puede unir el cuerpo y el deseo. Es decir, me interesa más del transgénero la dinámica que la identidad, y creo que eso es por haber leído a Lamborghini, a quien le interesa centralmente esa dinámica.
Intervención de Mala Fe (taller literario) durante la presentación del libro. Foto: Evangelia Ochoa