El último vagón ha sido testigo de los romances entre hombres y guarda los secretos de caricias, roces y deseo. Este lugar se ha convertido en un espacio de apropiación, de ligue y señales que sólo algunos logran entender.
Martes 17 de julio de 2018
Este gigante naranja que recorre como venas de toda la ciudad, transporta a la clase trabajadora que va de sus casas al trabajo y del trabajo a la casa o a los centros de estudio, recorriendo largas distancias. Pero también se ha convertido en uno de los pocos espacios que tenemos como diversidad sexogenérica, además de algunos bares o antros que funcionan como refugio de la violencia y discriminación y también como espacios de ligue o convivencia con los nuestros.
Para muchos trabajadores que vienen de la periferia y barrios de la ciudad, que muchas veces tienen que esconder su sexualidad o vivir una doble vida, el último rincón del último vagón del metro es un lugar para disfrutar su sexualidad libremente.
No importa la línea, todo está permitido después de las 10 de la noche o en las horas pico, sólo basta una mirada, un roce ligero, un “siéntate acá a lado”, los arrimones o agarrarse el paquete.
Esta experiencia está llena de adrenalina pero como cualquier espacio de ligue, se puede ser víctima de cualquier ataque homofóbico, o una simple extorsión. Aunque en estos espacios es poco probable, siempre se corre el riesgo. En el 2011 se intentó cerrar el último vagón por las noches pero al final esto no pasó. Y si hubiera pasado, ahora estaríamos hablando del penúltimo vagón, pues no nos pueden eliminar de un simple carpetazo.
Para que podamos vivir nuestra sexualidad libremente, no sólo en el último vagón, también en bares y antros -que fungen como guetos ante un sistema que cercena nuestras vidas y garantiza la opresión de nuestros cuerpos y del deseo, que pone las cadenas sobre nuestra sexualidad- es necesario que nos organicemos y luchemos para acabar con la homofobia y la opresión patriarcal.
No queremos sólo un pequeño vagón dentro de esta sociedad, queremos un mundo completo, libre de homofobia, y para eso es necesario transformarla de raíz.