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Red Internacional
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JUVENICIDIOS LATINOAMERICANOS. El viejo truco de mirar la viga en el ojo ajeno

Juana Galarraga @Juana_Galarraga

Viernes 7 de noviembre de 2014

Imagen: Adrián Escandar / Infobae

Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo de la UNLP y concejala de La Plata por el Frente Para la Victoria, publicó el sábado en Página/12 una nota titulada "La misma televisión", donde critica a la pantalla chica mexicana y argentina. Más allá de las diferencias existentes entre los dos países, Saintout opina que ambas televisiones repiten los mismos patrones de espectacularización y estigmatización de los jóvenes pobres y sus vidas.

México está atravesando una crisis política e institucional muy grave a partir de la masacre de estudiantes normalistas que se encaminaban a una movilización y la desaparición de 43 de ellos. El carácter salvajemente represivo del Estado mexicano asociado a grupos narcos y patrullas paraestatales se descargó de lleno contra la juventud. Los estudiantes fueron baleados a mansalva en plena vía pública y en el marco de la búsqueda de los 43 normalistas desaparecidos se encontraron ya varias fosas comunes de civiles asesinados y ocultados por doquier.

En relación a México Saintout habla de "juvenicidios", flagelo que rápidamente se encarga de distanciar de cualquier situación vivida en Argentina. Según la académica, Argentina "afirma la recuperación de la política y los derechos para los jóvenes".
La violencia que se vive en México y que ya acumula decenas de miles de muertos en pocos años, no es la misma que la de muchos otros países de América Latina, entre ellos Argentina. Justamente por eso Saintout usa el “ejemplo mexicano” para dibujar una realidad local a la medida de sus intereses político-partidarios.

El Estado argentino "se presenta como garante de la capacidad de expandir y universalizar derechos humanos", afirma Saintout a horas de haberse conocido la aparición del cuerpo sin vida de Franco Casco, de 20 años, flotando en el río Paraná. El joven de Florencio Varela, detenido 24 días antes por la policía santafesina y brutalmente golpeado, apareció flotando, como la adolescente Melina Romero de 17, víctima de femicidio, o como Nahuel Reyes de 14, que murió arrastrado por el agua que subió en Luján y por la misma desidia que en La Plata se cobró por lo menos 89 vidas. ¿Ampliación de derechos, dijo?

El progre por la boca muere

La defensora del “modelo” kirchnerista no puede olvidarse de mencionar a Luciano Arruga, aunque responsabiliza de su asesinato a extrañas “fuerzas siniestras” que persisten en el seno del Estado. Su forma de abordar el tema, va contra lo planteado por ella misma en una nota anterior en la que se descargó contra los medios hegemónicos de comunicación, a través de -el nada contrahegemónico - Página/12.

“El énfasis puesto desde el periodismo hegemónico sobre la condición de monstruosidad de los victimarios atenta contra la capacidad de ver no sólo la multiplicación al infinito de estos crímenes (no son casos únicos los que toma la televisión), sino que además produce el efecto tranquilizador de aislamiento del monstruo con el consiguiente olvido de la impugnación de las condiciones estructurales que hacen posible la violencia".

Saintout se refería a los femicidios y al abordaje de los medios que hacen ver al femicida como un monstruo, un caso aislado, obviando el carácter sistémico del machismo y el patriarcado. Lamentablemente la decana repite la misma lógica en este caso, cuando habla de gatillo fácil.

¿Será que la preocupación por jugar la interna del PJ le impide a Saintout reconocer que la de Scioli no es la única "fuerza siniestra" que opera en Argentina y que Luciano Arruga no es el único pibe que ha muerto en los últimos años producto de la represión y el gatillo fácil? Las condiciones estructurales que hacen posible la violencia contra la juventud en este caso, es la naturaleza del mismo Estado capitalista represor, cuyo gobierno se apoya tanto en la policía para disciplinar a los jóvenes de los barrios populares, como en la Gendarmería para apalear en las rutas y perseguir a los luchadores sociales.

La CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) denuncia que en Argentina las fuerzas represivas matan a un pibe cada 28 horas. ¿Eso no califica como juvenicidio? ¿No hace la decana lo mismo que la televisión que tanto critica omitiendo este alarmante dato?

Ya sabemos que la decana cambió los que fueran sus medios favoritos en los 90’, Canal 13 y Clarín, por los actuales oficialistas 678, C5N, 360TV y Telefe. ¿Piensa Saintout que los medios financiados por el Estado hacen un juego diferente al de la Corpo? ¿Cree la investigadora académica que su “década ganada” fue mejor en términos de represión que las décadas de Alfonsín, Menem y De La Rúa? (Dejemos afuera al gobierno de Duhalde ya que fue nada menos quien parió al kirchnerismo).

Como afirma la CORREPI en su informe del año 2012, "es significativo que, excepto el año 2001, con 39 muertos en 36 horas (19 y 20/12), 2009 y 2010 se destacan por la intensidad de la represión resultante en muertes. Si consideramos que el año pasado llegamos al acto en Plaza de Mayo con sólo 145 casos del año 2011, y 12 meses después obtuvimos datos de casi un centenar más, se comprende por qué afirmamos con certeza que nos están matando, por lo menos, un pibe por día con el gatillo fácil y la tortura”.

Para quienes gustan de “tortas estadísticas”, quizás el gráfico de muertes por violencia policial e institucional entre 1983 y 2012 sea más que significativo: más de la mitad de todos los casos, se dieron en las gestiones kirchneristas.

Hay jóvenes y jóvenes

Diversos estudios sobre juventud tratan de fijar un consenso académico alrededor de que hay infinidad de “juventudes”, casi todas distinguidas y parcializadas a partir de sus identificaciones culturales, de sus preferencias de participación colectiva y de sus gustos y costumbres. Así hablan de “tribus” que andan por la vida como partes inconexas de una misma franja social que comparte apenas la edad. Curiosamente para muchos de esos estudios la clase social, las condiciones materiales de vida y la relación con el Estado y el régimen político son aspectos menores que no hacen a la esencia de “la juventud”.

Volviendo a la nota de Saintout, estamos todos de acuerdo, Argentina no es México. Pero ¿de qué ampliación de derechos en Argentina habla? ¿A qué juventud se refiere?
Si miramos los pasillos de su propia Facultad de Periodismo, si observamos quiénes son los que acceden a la universidad en general, claramente deducimos que el derecho a estudiar no ha sido muy ampliado en los últimos años. Los mismos de siempre se siguen quedando afuera de los nuevos y relucientes edificios de la universidad y esos mismos de siempre son los que reciben palos y tiros de la policía asesina que los quiere obligar a robar.

Aunque Saintout no quiera, debemos recordar que en mayo de este año, funcionarios kirchneristas instalaron el debate acerca de la vuelta del servicio militar para la generación Ni-Ni. En Argentina se calcula, según estudios de universidades y diferentes consultoras, que existe cerca de un millón de jóvenes que ni estudia ni trabaja. Como no daba para mandarlos a hacer el servicio militar, la respuesta que el gobierno encontró para tal problemática estructural de la juventud pobre, fue lanzar el plan PROG.R.ES.AR, por el que se le asigna 600 pesos mensuales a cada joven de 18 a 24 años que no estudie, esté desocupado o precarizado; obligándolo a mantener una regularidad escolar muchas veces insostenible por las propias condiciones de vida. Vaya forma de ampliar derechos para la juventud.

El oxímoron del kirchnerismo antirrepresivo

"También en estos días en Argentina protestamos contra la violencia institucional y caminamos con la Marcha de la Gorra: nunca más un pibe muerto en manos de la policía", dice Saintout al pasar, al comienzo de su nota.

Como afirma la misma CORREPI, "como una ilusión, una visión deformada de la realidad y bajo la consigna ‘Los pobres también tenemos derecho’, sectores afines al gobierno organizaron, el 20 de octubre, lo que llamaron ‘Marcha Nacional contra la Gorra’, usurpando el nombre de la movilización popular contra la represión que hace 8 años se realiza en Córdoba y que este año se viene proponiendo nacionalizar en la fecha tradicional, 20 de noviembre".

Los dos ejes convocantes de la marcha K contra la gorra fueron “Contra la violencia institucional” y “Por la democratización de las fuerzas de seguridad”. Los estudiantes de la facultad que dirige Saintout han visto y oído en muchas cursadas, cómo desde su gestión se intenta relegitimar a las fuerzas represivas. Desde Milani hacia abajo, parece que los uniformados hoy pueden aprender a respetar los derechos humanos. Y hasta se ha visto a los militantes del centro de estudiantes (ligados política y económicamente al decanato) subiéndose a los camiones de la Gendarmería “carancha” para repartir donaciones en las inundaciones del 2 de abril.

Un oxímoron es la unión de dos conceptos de significado opuesto que, en su contradicción, generan un tercer concepto. Así, la marcha contra la gorra K que reivindica Saintout, en su planteo de “fuerzas represivas democráticas” no hace más que proponernos un nuevo oxímoron. Mientras intentamos descubrir cuál es la innovación lingüística que busca instalar el kirchnerismo, nosotros preferimos hablar sin contradicciones.

Como lo hace Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga que lucha desde hace casi seis años por Justicia para su hermano. En relación al caso de Franco Casco, Vanesa es lapidaria: “No me importa pensar de qué forma democratizarlas ni humanizarlas. Son las fuerzas represivas del Estado, actúan bajo una orden y en los momentos en que uno sale a pedir un salario digno, acceder a una buena salud o a vivienda digna ellos se encargan de asesinar a nuestros pibes. No creo que se pueda democratizar una fuerza que tiene armas, patrulleros y que así ha actuado a lo largo de toda la historia de nuestro país”.

Todo dicho.