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Red Internacional
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Entrevista. Elección presidencial en Venezuela, la más incierta y controversial de Latinoamérica

El 28 de julio se realizan de forma anticipada las elecciones presidenciales en Venezuela, que deberían llevarse a cabo a final de año, siendo el 10 de enero de 2025 la toma de posesión de quien resulte ganador. Entre presagios de derrota para Maduro y una oposición envalentonada por la ultraderechista María Corina Machado y su candidato Edmundo González, se configuran críticos escenarios en una elección que el Gobierno ha construido a su medida buscando evitar un resultado adverso. Para conocer más sobre estas elecciones conversamos con Milton D’León de la Red Internacional La Izquierda Diario e integrante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) en Venezuela.

Miércoles 17 de julio 19:53

¿Qué se vota en Venezuela este 28 de julio?

Únicamente la elección presidencial. Si todo sigue su curso, las elecciones a diputados, gobernadores y alcaldes están programadas para el 2025. La elección presidencial por tradición se realiza los últimos meses del año, pero el gobierno de Nicolás Maduro, que controla el Consejo Nacional Electoral (CNE), la anticipó imprevistamente con un cronograma electoral exprés y construir unas elecciones a su medida. Hay que destacar que quien resulte ganador sólo podrá asumir el nuevo mandato a partir del 10 de enero del año entrante, fecha establecida en la Constitución, casi seis meses después. El día de la elección presidencial es variable pues la Ley de procesos electorales no precisa su fecha de realización, lo que permite la conveniencia política y más aún para quien tiene el completo control de los poderes del Estado.

¿Por qué el gobierno de Maduro anticipa las elecciones?

Esta elección presidencial es profundamente "atípica", con todo el significado que pueda tener esta expresión para el caso venezolano, marcada por mecanismos perversamente antidemocráticos. El presidente venezolano y su camarilla gobernante controlan el Poder Electoral, el manejo absoluto del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), domina la Asamblea Nacional y otros poderes de Estado y la mayoría de las gobernaciones y alcaldías del país, principalmente se sostiene en las Fuerzas Armadas, su pilar fundamental, el propio Maduro define a su gobierno como cívico-militar. Esto le permite orquestar unas elecciones con proscripciones políticas, intervención e inhabilitación de partidos o de candidatos.

Por el lado de la oposición patronal tiene inhabilitada a su más popular y actualmente principal referente, la derechista María Corina Machado, sector al que el gobierno también le impidió designar una segunda opción, y negoció de último momento la inscripción del candidato Edmundo González, que entonces era un completo desconocido y permitió la inscripción de otros ocho candidatos de los sectores opositores, ya sea de los que se consideran “colaboracionistas” o tienen matices con el candidato mayoritario, pero con el objetivo de restarle votos al candidato que levanta María Corina. Pero Maduro también proscribió, intervino e inhabilitó a toda organización, bloque político o candidato a su izquierda; el último caso fue el asalto al Partido Comunista de Venezuela (PCV) que en 2020 se había deslindado de darle apoyo político. El golpe más duro en este proceso de inhabilitaciones y proscripciones lo tuvieron organizaciones o políticos que se ubican a su izquierda, sean desde la llamada centroizquierda, de sectores que se definen progresistas y del reformismo político, hasta la izquierda que se reivindica anticapitalista y socialista. Por eso, además de Maduro y su PSUV con sus satélites de grupos intervenidos, los partidos patronales y la derecha (a pesar de las inhabilitaciones) todos tendrán candidato; pero todo el flanco a su izquierda y la izquierda en el sentido amplio, en cualquier variante, no tiene candidato, a menos que apoyen a alguno de los candidatos patronales. Hay un arsenal de mecanismos antidemocráticos en curso en este proceso de elección presidencial como las que hemos mencionado, pero se suman otras como las de impedir a venezolanos del exterior a ejercer su derecho a votar, poniéndoles requisitos incumplibles sobre todo para aquellos que se encuentran en situación irregular en los países donde residen, e incluso durante la campaña una cantidad de personas han sido detenidas o cerrados sus negocios por haber dado apoyo a la campaña de Edmundo González, e incluso integrantes de su comando electoral en estados y a nivel nacional. De conjunto, se llevan a cabo unas elecciones presidenciales fraudulentas.

¿Por qué Maduro ha construido unas elecciones de esta manera?

Venezuela viene de una brutal catástrofe económica y social que se inició en 2014 con la caída de los precios del petróleo y se extendió más de ocho años; niveles de hiperinflación nunca vistos en la historia contemporánea a nivel mundial, caída del PIB de países derrotados en guerra sin estar en guerra con nadie, cayendo más bajo que Alemania en sus dos derrotas en la primera y segunda guerra mundial, y produjo una migración masiva más grande que la de Siria. Catástrofe acrecentada por las medidas extremas antipopulares de Maduro, fundamentalmente con el pago de la deuda externa, desangrando al país, reduciendo a casi cero las importaciones de alimentos todo por pagar a los acreedores generándose un desabastecimiento completo por un buen tiempo; si alguien quiere ver los destinos de un país por pagar a rajatabla la deuda externa, en medio de una crisis, está Venezuela.

Luego llegaron las primeras sanciones imperialistas de Estados Unidos, de agosto de 2017 en adelante, las más brutales en enero del 2019, que implican las petroleras y confiscación de activos extraterritoriales y cuentas líquidas durante la embestida golpista donde el grueso de la derecha se encolumnó con Juan Guaidó, llegando a haber sectores como María Corina, Antonio Ledezma y Guaidó obviamente, que pidieron la intervención militar de Estados Unidos. Se alargaría esta entrevista si detallara esta situación crítica, hay que decir que Maduro buscó salir de la crisis, descargando uno de los más brutales programas económicos contra el pueblo y con medidas favorables a grandes empresarios y transnacionales, políticas que ya aplicaba desde el inicio de la crisis, pero que reforzó con el lanzado brutal paquetazo económico en agosto del 2018, descargando más aún la crisis sobre sus espaldas, con la destrucción del salario mínimo, que cayó a 3 o 4 dólares mensuales y que se mantiene hasta el día de hoy.

Millones de venezolanos entraron en extrema pobreza, mientras se consolidó un puñado de viejos y nuevos ricos en el país. Lo que Milei intenta en Argentina, Maduro ya lo hizo, por eso he escrito que el “libertario” argentino debería envidiar al presidente venezolano. Si el candidato de María Corina Machado, Edmundo González llegara al gobierno, ya tiene gran parte del trabajo sucio realizado. Maduro llegó a ésto imponiendo un gobierno altamente autoritario y represivo, un bonapartismo reaccionario asentado en las Fuerzas Armadas, que definimos como cuasi-dictatorial pero solo para diferenciarlo de las dictaduras genocidas de los 70 y 80 en el Cono Sur y en Centroamérica. Esto llevó a una impopularidad de Maduro que los sectores de la derecha tradicional, como María Corina Machado y demás, capitalizan y saborean un eventual triunfo. Tras el fracaso de la embestida golpista apoyada por Trump en 2019, este sector se orientó a las elecciones, viendo la posibilidad de ganar. Ante ello Maduro ha construido este esquema fraudulento electoral, con respaldo de las Fuerzas Armadas.

Tanto en el exterior como en Venezuela la derecha dice que lo que llevó a Venezuela a la situación de desastre fue el “socialismo”, ¿qué opinas de ello?

Siendo tajantes, es falso que en Venezuela hubo “socialismo” o algo que se asemeje, aunque Maduro mantenga el viejo discurso de Chávez, ni siquiera el fallecido presidente en su fase más radical tocó los intereses fundamentales de los grandes sectores económicos dominantes. Eso lo saben los grandes grupos económicos y empresariales, no solo los surgidos en las últimas décadas del chavismo, sino la rancia burguesía venezolana, que se enriqueció estos años y con Maduro aumentó sus ganancias de manera vertiginosa tras sus brutales planes económicos antiobreros. El desastre actual ocurrió por haber hecho justo lo contrario a algún tipo de medida de corte socialista, no solo con Maduro, también con Chávez, donde hubo grandes alianzas con sectores empresariales y transnacionales, mientras con Maduro se profundizaron brutales medidas capitalistas, por eso Fedecámaras, la principal cámara empresarial del país se transformó prácticamente en aliada del gobierno. Esto para decirlo de manera sintética y apretada.

¿Qué papel ha jugado Estados Unidos y el gobierno de Biden en el actual proceso en Venezuela?

El gobierno de Maduro ha mantenido negociaciones secretas y discrecionales con Estados Unidos, otras las anuncian abiertamente sin revelar lo que se negocia o pacta. Biden hace tiempo hizo lectura del claro fracaso de la agresiva política injerencista que adelantó el gobierno de Trump para intentar derrocar a Maduro, pero priman nuevos vientos políticos con escenarios abiertos en un mundo más convulsivo, carrera armamentista, no solo por la guerra de Ucrania sino por el genocidio de Israel en Palestina, que amenaza con extender un conflicto militar a todo Medio Oriente. Venezuela es el histórico abastecedor energético de Estados Unidos, con una ubicación tan cercana, por eso Washington ha necesitado entenderse con Maduro, y lo hace. Hace poco más de una semana, ya en medio del proceso electoral, ambos gobiernos anunciaron que habían realizado una reunión bilateral electrónica. Son los intereses de Estados Unidos los que se mueven en la nueva situación internacional y acuerdos con Venezuela, como asegurar las alternativas de petróleo en clave más estratégica, ante la atmósfera militarista en las potencias, así como también para sus grandes corporaciones como Chevron y otras estadounidenses que llevan a cabo grandes negocios en el país.

Por ello, Washington levanta varias de las sanciones -sobre todo las vinculadas al petróleo-, o medidas coercitivas unilaterales, como también es justo llamar, más allá de la temporalidad con que amenaza si Maduro no cumple, que incluso algunas las volvió a retomar en abril cuando se ratificó la inhabilitación de María Corina. Algunos medios hablan del encuentro en junio de 2023, donde enviados de Caracas y Washington retomaron contactos secretos en Doha. Si bien la conexión Qatar fue uno de los escenarios para la mediación entre la Casa Blanca y Miraflores (casa presidencial venezolana), estos venían de tiempo atrás. Aquí obviamente entra la situación interna de Venezuela, no es que Washington esté tan interesado en la democracia venezolana como dicen, si bien la Casa Blanca busca condicionar a Maduro con el levantamiento de sanciones principalmente hacia las actuales elecciones presidenciales, también lo haría con los opositores de la derecha como María Corina para que entrara en la diatriba electoral, quien era abiertamente reticente y se negaba a participar con un discurso de no “hacer el juego al régimen”, siendo dura opositora a cualquier negociación con Maduro, como los de Barbados; de repente dio un giro matizando su discurso político extremo y entrando de lleno a las elecciones, presentándose como “demócrata” dejando en segundo plano su papel golpista y llamados anteriores a la intervención militar. La mano de Estados Unidos está en todo esto, a Biden le conviene una transición pactada (que de darse tiene sus manos metidas) o al menos una Venezuela sin convulsiones políticas en medio de su carrera electoral.

¿Qué impacto regional pueden tener las elecciones de Venezuela?

Depende del resultado y desarrollo de un proceso con gran repercusión, estamos ante la más incierta y controversial de las elecciones presidenciales de Latinoamérica. Es mucho lo que está en juego para el país, en América Latina y para la política de Estados Unidos en la región. Hay que considerar el lugar de Venezuela en la disputa entre Estados Unidos, China y Rusia, que se ha ubicado en el bloque de Rusia, siendo que en el conflicto de Ucrania está alineada con Putin. La primera semana de julio, buques militares rusos atracaron en puertos de Venezuela y estuvieron cuatro días como “cooperación técnico-militar” entre Caracas y Moscú, luego de que una flota rusa arribara a Cuba a mediados de junio. Si bien desde Washington declararon que “estas maniobras no suponen una amenaza para Estados Unidos”, un día después de la llegada a la isla caribeña, el Comando Sur ordenó la movilización del submarino de propulsión nuclear USS Helena a la Bahía de Guantánamo, como demostración de fuerza hacia Rusia.

Además, los intereses económicos de China son grandes en Venezuela, desde la administración de Chávez el país asiático fue considerado un aliado estratégico, siendo que las inversiones son fuertes en el sector petrolero y otras áreas económicas de semejante envergadura. Entonces, ante la eventualidad de que ganara el candidato Edmundo González, el nuevo gobierno se alinearía con Estados Unidos, y se transformaría en un punto de apoyo para la política estadounidense en la región además de la ya aliada Argentina con el gobierno de Milei, sobre todo si vuelve Donald Trump a la Casa Blanca, pues México y Brasil – países claves de la región – además de Colombia, están dirigidos por gobiernos que no son afines al trumpismo.

Otro tema fundamental es la situación migratoria venezolana, y de los principales problemas para Estados Unidos, ya que es uno de los mayores grupos que intenta ingresar a dicho país y el destino hacia el norte se ha intensificado, entre enero y mayo el gobierno mexicano arrestó a más de 377 mil venezolanos en su papel de tapón y colaborador con Biden para evitar el ingreso al país del norte.

¿Qué escenarios se presentan en estas elecciones antes, durante y post 28 de julio?

Todos los escenarios son probables, hay mucho secreto de lo que se negocia y una gran cantidad movimientos discrecionales que se desconocen están fluyendo, incluyendo con las Fuerzas Armadas, factor crucial en Venezuela. Mucho dependerá de cómo se alineen los militares o incluso si se dividen en los escenarios que estén negociando o se puedan negociar. Por ejemplo, se especula que el candidato Edmundo González corra el riesgo de ser inhabilitado, incluso hasta que, en un panorama adverso, el gobierno levante las elecciones con cualquier tipo de montaje o argumento de conmoción interna, etc. Ahora esto es poco probable por los costos políticos e inestabilidad que pueda desatar, pero en el desespero anida la locura, sobre todo en un gobierno en franca descomposición.

Según las encuestas es marcada la tendencia a ir a votar, con una participación que se estima de alrededor del 72%. El 28 de julio será de gran tensión política, no se sabe ni a qué hora llegue a cerrar el proceso electoral (es común postergar por horas el cierre de urnas), ni cómo se puede desarrollar la jornada, ni el momento en que se anuncien resultados. Lo que sí se puede asegurar es que todos los escenarios que se configuren durante o el post 28J llevan la marca de la crisis. Muchos insisten en que la “transición pactada” sería la salida más potable, en el caso que ganara la oposición, la pregunta es si hay voluntad de cumplir lo pactado, pues hay mucho revanchismo que se puede desatar –hasta poco antes de que se anunciaran las elecciones esto estaba en el ambiente sobre todo de sectores más duros de la oposición. Perder el poder del Estado no es solo perder negocios, sino que un sector de Maduro puede ir preso o ser extraditado a Estados Unidos acusado de narcotráfico, si después de ser desplazados del Estado estos acuerdos no se cumplen.

En otro escenario, si el gobierno de Maduro se proclama ganador, ya sea por cerrado o amplio margen, y la oposición no reconoce los resultados anunciados por el CNE y declara fraude, podría abrirse una situación convulsiva en el país con masivas protestas, donde el Gobierno además de reprimir podría llamar a sus fuerzas sociales políticas también a la calle a defender “su” resultado, que a depender de cómo se intensifique podría tener desdoblamientos profundos, donde su impacto podría dividir también a las Fuerzas Armadas. Ante un escenario donde el gobierno reconozca un revés electoral, sin estar establecida aún algún tipo de “transición pactada”, son seis meses donde todo podría ocurrir, y dependerá de los acuerdos que se tejan de último momento para quienes salen del poder y tienen sanciones personales internacionales tanto por Estados Unidos y Europa, además de órdenes de captura internacional, etc., puede ser el caso de que Maduro y sus funcionarios al no ver garantías claras o incluso para mandos de las Fuerzas Armadas, se enturbie la situación y se nieguen a entregar el gobierno, incluso las FF. AA. podrían dividirse con un sector emergiendo como árbitro de una “solución” militar.

Se ve poco probable que María Corina y Edmundo González acepten un resultado adverso, dada la fuerza ganada durante la campaña, que se expresa en sus concentraciones y movilizaciones, sobre todo las que viene realizando en el interior del país, aunque todo dependerá de lo que declare Estados Unidos, si reconocen los resultados.

Hay que considerar que el Gobierno constituye toda una burocracia estatal con grandes intereses materiales creados en 25 años, distinta a otras administraciones que cuando pierden una presidencial, vuelven a sus negocios y empresas privadas, como vimos con Macri o los Kirchner en Argentina, Duque en Colombia, Bolsonaro o Lula en Brasil, etc. Además, las Fuerzas Armadas también tienen grandes empresas y negocios bajo su mando en múltiples esferas de la economía, quién les garantice sus intereses con más estabilidad allí se inclinarán. En otro plano estará el papel que ya juegan Brasil con Lula, Colombia con Gustavo Petro, que insisten en un pacto o transición negociada. Es difícil prever, más allá de inclinaciones más subjetivas que puedan considerarse más probables, hay diversos escenarios y variantes de éstos que no desarrollamos.

Como izquierda anticapitalista y socialista, ¿qué política levanta la LTS en estas elecciones?

Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo que forma parte de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI), convocamos a otras organizaciones políticas de izquierda a formar un bloque político y participar activamente, aun sabiendo de las condiciones de proscripción que nos impidieran presentar un candidato presidencial. Desde marzo abrimos un debate sobre ¿qué referencia política necesitamos construir y proponer desde la izquierda anticapitalista? y planteamos nuestro punto de vista y una propuesta hacia quienes también reivindicaban la construcción de una alternativa política propia de la clase trabajadora, de las mujeres y el conjunto de sectores sociales oprimidos. A inicios de abril, cuando ya era claro que el arco político que cuestiona por izquierda las políticas de entreguismo nacional y capitalismo salvaje del gobierno al que, a consecuencia de las proscripciones políticas, no podía tener candidatos, realizamos una nueva propuesta a otras organizaciones de izquierda, sosteniendo que la proscripción lejos de ser motivo para quedarnos de brazos cruzados, es una razón para intervenir unitariamente de manera conjunta con una campaña que expresa la independencia política de la clase trabajadora. Así nació una articulación o bloque político entre los compañeros y compañeras del Partido Socialismo y Libertad (PSL), del PPT-APR (Patria Para Todos – Alianza Popular Revolucionaria), Marea Socialista y la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), lanzando la Campaña “La clase trabajadora no tiene candidato” haciendo ejes centrales en la cuestión de la independencia de los trabajadores y un programa político con la perspectiva anticapitalista de que los trabajadores deben gobernar, que se puede leer en la Declaración unitaria. La clase trabajadora no tiene candidato en esta elección ¡No nos representan!, y en la formulación del voto, llamamos a votar nulo. Al respecto, hemos desplegado una gran cantidad de artículos, flayers, videos, spots, realizado ruedas de prensa, foros públicos con otras fuerzas; y que en lo que restan de los próximos días hasta el cierre de campaña continuaremos impulsando y desarrollando. En otra conversación podemos ampliar sobre la campaña desplegada.