EH-Bildu logra los mejores resultados de la historia de la izquierda abertzale. El PNV evita el sorpasso y revalidará su acuerdo con el PSE. El gobierno PSOE-Sumar evita un frente de inestabilidad vasco a la espera de los resultados de las catalanas. El espacio neorreformista se hunde, con la desaparición de Podemos y un diputado testimonial de Sumar. La derecha españolista mantiene posiciones y Vox logra entrar.
Lunes 22 de abril
Este domingo 21 de abril estaban llamados a votar 1.712.301 vascos y vascas en unas elecciones que las diferentes encuestas catalogaban de históricas. En un % lo hicieron, en una participación dentro de lo acostumbrado.
La principal novedad fue el auge de la izquierda abertzale – ya adelantado en los comicios municipales y generales del año pasado -. La posibilidad de un sorpasso al PNV – que ha mantenido la primera posición desde el restablecimiento de la autonomía – estaba recogida en muchos de los estudios demoscópicos.
EH-Bildu apostaba a capitalizar la debacle de las formaciones neorreformistas – que se dejaron más de 20 mil votos a pesar del aumento de la participación-, los 75 mil jóvenes que votarían por primera vez en unas autonómicas y lograr ser la primera fuerza en Araba, que aún siendo la provincia menos poblada, tiene los mismos representantes que Bizkaia y Gipuzkoa.
Para ello, la campaña de EH-Bildu ha estado marcada por su giro a la moderación, con un programa abiertamente socialdemócrata y relegando las demandas en torno a la independencia a un plano casi folclórico o testimonial. Un contenido coherente con el papel que esta formación viene jugando, especialmente desde 2019, como uno de los más fieles sostenes a los gobiernos de coalición del PSOE con Unidas Podemos y Sumar.
La polémica desatada en torno a las declaraciones de Pello Otxandiano, candidato a Lehendakari por EH-Bildu, negándose a definir a ETA como una banda terrorista y sumarse al discurso de la “condena” – el mantra que sirvió de pegamento del régimen en el conflicto vasco -, parece que no logró generar el efecto de “espanta votos” buscado y animado por la derecha, el PSE, Sumar y el PNV.
A pesar de que EH-Bildu ha sacado el 32,5% de los votos y 27 escaños, logrando el empate con el PNV con el que le separaban hasta ahora 10 escaños, la derecha vasca renovará la Lehendakaritza. Con algo más del 35% de los votos, sumará a sus 27 diputados los 12 del PSE – que mejora sus resultados en 2 – y revalidarán así el gobierno autonómico de coalición.
Este resultado ha sido una gran noticia para Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. La continuidad en el gobierno vasco garantiza poder seguir contando con los votos tanto del PNV como de la misma EH-Bildu, en el Congreso. Tanto la derecha como la izquierda reformista vasca, seguirán dando apoyo a sus principales leyes y Presupuestos.
La derecha no ha logrado apenas avanzar. El PP consiguió subir un escaño y Vox, gracias a sus resultados en Araba, logró mantener su única diputada. Sin embargo, el País Vasco sigue siendo un terreno, junto a Catalunya, donde el españolismo conservador es una fuerza marginal si lo comparamos con el resto del Estado.
Por otro lado, la división entre Sumar y Podemos hizo bajar de los seis escaños a uno, que se lo va a quedar Sumar. Primero de todo cabe mencionar que son el único grupo que va a tener representación en el parlamento vasco que ha bajado en votos, dato significativo sabiendo que las últimas fueron en junio de 2020 en plena pandemia.
No obstante, la caída del neorreformismo no se debe exclusivamente a este hecho, más bien tiene razones políticas y muestra el continuo retroceso de estas alternativas políticas en los últimos periodos electorales, tanto en las elecciones generales del 2023 como en el estrepitoso resultado en las elecciones gallegas. En el caso de las elecciones en Euskal Herria, en 2020 el retroceso de la coalición de Podemos ya fue de 11 a 6 escaños.
El espacio neorreformista sigue mostrando así su retroceso político, que encuentra sus causas en ser la pata izquierda de un régimen imperialista que desde 2019 hasta la fecha cuenta en su haber con “logros” tan despreciables como la persecución a migrantes en la frontera, pactos con la monarquía marroquí y la venta del Sahara, una gestión de la pandemia del covid al servicio de las grandes empresas y farmacéuticas, una reforma laboral que es una continuidad de la elaborada por el PP y en el último periodo ser punta de lanza del rearme imperialista y la complicidad con el genocidio en Palestina, tan solo por nombrar unas cuantas.
Con los resultados de este domingo, el PSE-EE, que pasó de 10 a 12 escaños, vuelve a tener la clave de la investidura en el gobierno vasco. Un gobierno que volverá a gestionar los presupuestos para Euskal Herria para los intereses de la burguesía vasca y volverá a usar mano dura y represión contra las movilizaciones sociales y laborales.
En los últimos años las cargas, uso de balas de foam, cacheos a sindicalistas, etc, ha sido una constante del gobierno PNV-PSE, como en los casos de Tubacex o PCB.
Tampoco en otras materias se quedan atrás en su avance de recorte de libertades. Como denuncian desde Argilan-ESK, Berri-Otxoak y el Sindicato Socialista de Vivienda de Euskal Herria la nueva oleada de recortes impulsada por el Gobierno Vasco en materia de prestaciones para el acceso a una vivienda que afectarán a miles de personas dejándolas sin prestaciones de vivienda.