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Red Internacional
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OPINIÓN. Elecciones en Mendoza: balances necesarios

Las recientes elecciones de Mendoza arrojaron como resultado que el proceso de polarización que se había dado en las PASO nacionales podía continuar profundizándose

Jueves 10 de octubre de 2019 12:14

Si se suman las dos fuerzas mayoritarias entre ambas consiguieron capturar el 84,84% de los votos. Llama la atención la interpretación bastante difundida que explica el escenario mendocino remitiendo a un “conservadorismo histórico”, el cual se presenta como un dato y no como una construcción política que el radicalismo y el peronismo edificaron para el electorado.

Si analizamos los cuatro años de gobierno provincial, Cornejo nunca tuvo mayoría en la legislatura para votar el endeudamiento, los tarifazos, el recorte de la planta de trabajadores estatales. Para ello, fue indispensable el voto del peronismo que dispuso a sus legisladores para garantizar la aprobación de esos proyectos.

Cornejo hábilmente supo reconocer una interlocutora valida en Anabel Fernández Sagasti al elegirla como su candidata opositora. Las fotos de Cornejo con Sagasti negociando los votos necesarios para la ampliación de la Corte Suprema de Justicia, lograron posicionarla en la provincia. La renovación propuesta por Sagasti se vio rápidamente eclipsada. El kirchnerismo siguiendo fiel a su estrategia histórica de hacer frentes recurriendo al armado territorial del caciquismo peronista local con figuras otroras desprestigiadas por malas gestiones. Muy difícil no era ver en la boleta a Jorge Tanus, Alejandro Abraham, Guillermo Amstutz y Celso Jaque. Sin embargo, los aires juveniles de la candidata no fueron suficientes para edulcorar una propuesta progresista más convincente y eclipsar las figuras de los candidatos más tradicionales del peronismo.

Frente a esto, descreemos que el conservadurismo está en el ADN del mendocino, sino que se construye. Históricamente, la provincia ha tenido hitos de lucha política que han estado a la vanguardia del resto del país. Por ejemplo, las huelgas docentes en 1919, que incluso logro instalar las 8 hs laborales por primera vez en todo el país. Amplia participación de corrientes socialistas, comunistas y anarquistas en los sindicatos y en lo electoral. El Mendozazo en 1972. Y más recientemente, las movilizaciones contra la megaminería, el movimiento feminista, el movimiento de la defensa de la educación pública que tuvo a miles en las calles. La lucha contra las privatizaciones del trole, el intento de desalojo de los trabajadores de la Terre, etc.

Estos cuatro años las fuerzas dominantes se encargaron pacientemente de construir un sentido común conservador donde todo intento de reclamo o impugnación del régimen se debía canalizar hacia lo electoral. El famoso “hay 2019”, disgrego las posibilidades de luchas políticas más directas. En lo sindical, todo el arco peronista aceptaba las paritarias de Cornejo, siendo activamente dadores de gobernabilidad.

Mal que le pese a un sector, la matriz vitivinícola, industria insignia de la provincia, no estuvo exenta de mantenerse intacta como cuando desde la izquierda se denunciaba el acuerdo entre radicales y peronistas que votaron este año el fondo anti cíclico que otorgaba 4 mm de pesos a los grandes grupos bodegueros.

Los renovados aires de la juventud que no solo cuestionan profundamente sus relaciones, sino también a las instituciones del estado y la iglesia, junto a la crisis climática renuevan las posibilidades de avanzar hacia críticas más profundas de la sociedad

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Ante este escenario, el último giro de Sagasti hacia políticas de endurecimiento represivo, difícilmente haría que la “gente” distinguiera su plataforma con las propuestas del orden como las de Suarez. Estas elecciones demostraron que no alcanza con una inyección de dinero en campaña, aviones sanitarios ni jet privados con gobernadores, administrar el lenguaje cambiemita o las imposturas a lo Vidal y el coucheo duranbarbista para ganar. En vez de cargar culpas sobre el electorado, repitiendo el viejo latiguillo de la Mendoza conservadora, convendría realizar balances más profundos sobre el fenómeno electoral.

En este sentido, pese al escenario de polarización, la izquierda mantuvo un piso del 3%, similar a las PASO nacionales donde se ubico como cuarta fuerza política en el país. La situación delicada de la provincia con el endeudamiento, las turbulencias macro económicas nacionales, la aparición de ataques directos a los puestos de trabajo auguran nuevos escenarios de lucha de clases con el nuevo gobierno nacional y el provincial, como adelantó el ejemplo de Chubut. La lucha de los trabajadores de La Terre es un caso paradigmático del avance hacia las experiencias de fábricas recuperadas. Los renovados aires de la juventud que no solo cuestionan profundamente sus relaciones, sino también a las instituciones del estado y la iglesia, junto a la crisis climática renuevan las posibilidades de avanzar hacia críticas más profundas de la sociedad.

Quizás un primer paso no sea esperar a 2023 para seguir reforzando el sentido común conservado y avalar el ajuste provincial y nacional que podría haberse enfrentado en las calles con direcciones sindicales combativas o en la legislatura votando leyes de emergencia que frenen los tarizafos y los despidos. Por eso se vuelve necesario discutir qué alternativa de izquierda vamos a construir para enfrentar la crisis que indefectiblemente va a seguir descargándose y que el ajuste continuará en la provincia este quien este.

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