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Música. Ella Fitzgerald: una vida haciendo jazz

Fue la primera cantante negra en llevarse un Grammy y 13 veces en total, en su carrera superó ventas de 40 millones de discos y bien ganado, fue suyo el apodo de “La Primera Dama de la Canción”.

Martes 25 de abril de 2023

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Hubo titanes del jazz y personalidades de la música que se dieron el lujo de trabajar con Ella Fitzgerald, "La Dama": Louis Armstrong, Duke Ellington, Nat King Cole, Gillespie y hasta Frank Sinatra. Cuando suenan sus discos se descubre la voz dócil y sensual, amplia en su registro de tres octavas, camuflada entre instrumentos a los cuales tenía el don de imitar a gusto y placer. Su talento recogió así público entre los países y culturas más diversas, y traspasó, por supuesto, a la clase social de la que ella misma era originaria; también los blancos ricos se apostaron para disfrutarla en vivo y escucharla.

Crecida entre Virginia y Nueva York, y Harlem

Pocos meses luego de su nacimiento el 25 de abril de 1917 en Virginia, su mamá (llamada nada menos que Templanza) se separó del padre de Ella y decidió mudarse a un suburbio en Nueva York donde rehízo su vida y volvió a casarse. La niñez transcurrió colaborando en la casa, y cuando podía recorría el barrio que la llevó a entablar grandes amistades con otros niños, varones, con quienes se juntaba a jugar al básquet, considerándose a sí misma “poco femenina” y, declaró alguna vez, más cómoda con las actividades masculinas. Como fuera, lo cierto es que fue con estos amigos con quienes se subió por primera vez al tren que la llevó hasta el Harlem, donde «conoció» la música y los shows que la impactaron del Teatro Apollo, y dónde debutó tiempo después… con 17 años de edad en 1934.

Ella Fitzgerald
Ella Fitzgerald

Volvió a vivir en Virginia con una tía luego del fallecimiento de su madre y su padrastro cuando aún era una adolescente, pero pronto fue expulsada de la escuela y muy seguido terminaba detenida por la policía en la calle. La situación se resolvió con un reformatorio de Nueva York, del que luego de varias palizas y torturas, la joven de 15 años logró escaparse. Ella, aun cuando ya fue una artista consagrada, nunca dejó de recordar esos años amargos y solitarios como la fuente que le enseñó a madurar, reconocer lo que quería en la vida y luchar por ello; estaba más que orgullosa de cada uno de sus logros.

"¿Qué pensás hacer?"

Como en un juego de chicos, junto a sus amigos se anotó un día en un sorteo para artistas amateurs del teatro al que solían ir a ver espectáculos musicales. Por casualidad su nombre salió elegido y finalmente se subió al escenario del legendario Apollo aquella noche: en un cambio de planes repentino al ver rondando a bailarinas profesionales, entre abucheos del público que le preguntaba ¿Qué pensás hacer ahora?, una tímida y reservada Ella decidió en el último segundo dejar de lado el juego del baile y se puso a cantar una canción que conocía muy bien desde chiquita, por su madre. Cuando acabó de cantar “Judy” (del repertorio de Conne Boswell que amaba su mamá), la audiencia se había calmado y le pedía incansablemente un bis.
Un poco por la vida que había vivido hasta entonces, nada exenta de discriminación para una mujer pobre, negra y además ajena al estereotipo de belleza, y otro poco por templanza propia, solía ser, decía de sí misma, muy tímida y tener el auto estima baja. Sin embargo aquella noche del debut en el Teatro descubrió que sobre el escenario y de frente a la gente, perdía todos los miedos y se relajaba al cantarles. Su carrera fue inmediatamente impulsada por el ya reconocido saxofonista Benny Carter, quien la presentó y le abrió todas las puertas de la música a su alcance, y desde entonces fue su amigo hasta los últimos días.

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Entre los años que van desde el 35 hasta el 70, el crecimiento de su carrera fue descomunal: ganó en cuanta competencia se presentó, grabó éxitos de discos que superaron los rankings de ventas, se transformó en una artista popular de las que estaba presente en cuanto show musical de la TV existía. Fueron años de gira con grandes entre los grandes del jazz, pero también del blues, del swing, y en su minuciosa técnica de “scateo” anticipó el nacimiento del Bebop.

Reconocimientos y el fin de una era en el jazz

Luego de las series de libros-canciones grabados sobre compositores reconocidos, como Duke Ellington o Armstrong, fue el propio Gershwin (uno de los más grandes compositores del género) quien dijo que “no sabía que mis canciones eran tan buenas hasta que la escuché a Ella cantándolas”. También la propia Marilyn Monroe, en los años 50, tuvo la oportunidad de interactuar y alguna vez la misma Ella lo recordó así: “le debo una grande, fue gracias a ella que pude tocar en los grandes escenarios empezando en el Mocambo, el club más popular de los años 50. Marilyn llamó personalmente al dueño del club y le dijo que si me admitía como cantante ella iba a quedarse cada noche en la mesa principal para que todos la vieran. Y así como era una super estrella, el dueño le dijo que sí inmediatamente y ella cumplió. Luego de eso nunca más volví a tocar en pequeños clubes, creo que Monroe era especial, una adelantada a su tiempo”.

En las últimas tres décadas de su vida, su carrera volvió a pegar un salto a nivel mundial y logró reconocimientos de honor por parte de universidades, entidades artísticas y hasta el gobierno de EEUU, pese a su racismo, tuvo que reconocerla. Para 1990 ya había grabado más de 200 álbumes, y seguía luchando contra la diabetes que la llevó a perder sus piernas a la edad de 76 años.

Ella Fitzgerald
Ella Fitzgerald

Rodeada de sus familiares y amigos la recuperación de esa cirugía fue igual muy difícil, y así y todo, aunque contadas veces, volvió al escenario tras lo ocurrido; pues tenía en su haber la experiencia de superar un bypass quíntuple ya en 1986 y seguir sobre tablas. “Lady Ella” demostró ser en sus últimos años también la dama de la persistencia, cual cuando terminaba sus letras y lejos de callarse daba rienda suelta a (scat) sonidos monosilábicos sobre los instrumentos, fundiéndose con ellos hasta el final de la canción. No por nada su apodo.