Pocos deportes destilan tanto machismo como el boxeo. La cultura del aguante y la supremacía del más fuerte condimentado con chicas en bikini levantando un cartel para informar en qué round estamos, forjaron un estereotipo de deportista que fue noqueado, pero no vencido, el día que se conoció la historia del campeón Emile Griffith.
Sábado 3 de enero de 2015
Nacido en las Islas Vírgenes (Saint Thomas) el 3 de febrero de 1938, se inicia en el boxeo de joven y decide ir a probar suerte a Nueva York donde comienza su carrera como boxeador profesional en 1958. Hizo varias peleas hasta que finalmente se consagró como campeón de peso welter ganándole al cubano Benny Paret por KO en el 13º asalto el 1 de abril de 1961. A los dos meses hace una defensa exitosa de su titulo, pero tres meses después lo pierde frente a Paret; todo esto en un año.
Los años 60 en los EE.UU. fueron determinantes para la historia del país y del mundo: significó el comienzo de la guerra fría marcado por la crisis de los misiles en Cuba junto con el reacomodamiento del mapa geopolítico global, fruto de la descolonización. Esta situación posteriormente generó un clima especial que permitió a determinadas minorías fogonear luchas por sus derechos. Tal como lo hizo Martin Luther King a la cabeza de los afroamericanos que comenzaron a marchar por lo derechos civiles, la contra cultura hippie ya se veía en el horizonte y junto a ella el movimiento feminista y el de los sectores LGTB comenzó a levantar cabeza para negarse aceptar la homosexualidad como una enfermedad psicológica.
En esta coyuntura de crítica, revoluciones y cambios sociales Emile Griffith vivió el apogeo de su carrera boxística, pero no tuvo mucho tiempo para disfrutarla en paz. Había pasado un año exacto desde que el cubano Paret recuperó el título que Emile le supo ganar; la super revancha era inminente y no se hizo esperar. La fecha para la velada esperada por todos (y en especial por los promotores) se marcó para el 24 de marzo de 1962 en el Madison Square Garden de Nueva York y además sería televisada para todo el país de costa a costa.
Griffith, como la mayoría de los miembros de la comunidad gay de la época, vivía en dos mundos: una de sus caras era para la opinión pública, los amigos, los entrenadores, periodistas y representantes de boxeo; mientras que su otra mitad para su círculo íntimo. Lo cierto es que la doble vida de Grifith tenía límites concretos ya que si bien en el mundillo del boxeo eran conocidas su preferencias sexuales, al mismo tiempo esa vida era parte del pacto de silencio de su círculo que por razones profesionales preferían mantenerlo callado, tal como se hace con los secretos “vergonzosos” que hacen fracasar los negocios.
El punto de inflexión para semejante contradicción llego el día previo a la gran pelea: esa tarde los dos púgiles se presentaron para dar el pesaje oficial previo al combate, las miradas desafiantes y todo el folklore del boxeo se hizo presente en esa cita. Emile se sentía confiado, pero recibió un golpe muy bajo. ¡MARICÓN! le grito Paret en un español tan claro que todos en Nueva York lo entendieron. Los ahí presentes estallaron a carcajadas todos por igual, los médicos, los oficiales de policía, los periodistas, los promotores todos se rieron de la burla. Todos menos Griffith que esa tarde, al igual que en una pesadilla infantil, se vio totalmente desnudo frente a todo el mundo.
El combate Griffith vs. Paret pasó a la historia de los anales del boxeo. La cadena televisiva NBC tuvo su debut y despedida del box con esa pelea, ya que luego de ella nunca más volvió a transmitir boxeo en directo. El alcalde de Nueva York de ese tiempo, Nelson Rockefeller, creó una comisión ad hoc para investigar ese combate (y el boxeo en general). El árbitro de aquel duelo, Ruby Goldstein, nunca más volvió a dirigir.
La pelea se desarrollo con normalidad, en el sexto round Paret casi noqueó a Griffith con una combinación de golpes, pero Griffith fue salvado por la campana. En el round 12 Griffith puso a Paret contra las cuerdas y dio rienda suelta a todo el odio, frustración y humillación que tenia dentro de él. Se calcula que en esa ráfaga de impactos conectó 25 golpes seguidos sin respuesta de Paret, 17 de ellos en siete segundos. Su rival quedó en coma y murió diez días después a consecuencia de la paliza. Literalmente lo mató a golpes. En un mismo día Emile se convirtió en campeón mundial Welter y en asesino.
Video del Knock Out de la pelea
El combate que acabó con la vida de Paret cambió la de Griffith, cuya carrera empezó a declinar. "Nunca fui el mismo después de aquello. Tras esa pelea no hacía todo por ganar. No quería hacer daño al otro. Me habría retirado, pero sólo sabía pelear", dijo en el documental "Ring of Fire". Luego de la trágica pelea hizo 80 combates más, entre los boxeadores destacados con los que se midió mencionamos a Luis Rodríguez, Rubin "Huracan" Carter, Nino Benvenuti, José “mantequilla” Nápoles y Carlos Monzón.
En 1971 se casó y adoptó una niña; se retiró en 1977 y volvió a ser noticia en 1992 cuando fue golpeado a la salida de un bar gay en NY que casi lo mató, ya que estuvo internado cuatro meses. Fue recién en el 2005 -con 67 años- que salió del closet públicamente en una entrevista que le concedió a la revista Sport Ilustrated. "Me gustan tanto los hombres como las mujeres. Pero no me gusta la palabra homosexual, gay o maricón. No sé lo que soy. Amo por igual a hombres y a mujeres, pero si me preguntas cuál es mejor... me gustan las mujeres.", declaró.
Falleció el 23 de julio del 2013, a los 75 años. Su historia pasó a formar parte del folklore del boxeo y además infundió valor para que otros boxeadores salgan del closet y no vivan el odio y vergüenza que flagelaron a Griffith a lo largo de su carrera y de su vida. Dos meses después, casi como un homenaje silencioso, Orlando “el fenómeno” Cruz (el primer boxeador que asumió su condición de gay en plena carrera profesional) subió al ring para disputar el título mundial Pluma en Las Vegas contra Orlando Salido. Su pantalón llevaba los colores de su corazón: los de la bandera de Puerto Rico y los de la comunidad LGTB.
Nos gustaría terminar cerrando con una reflexión que fue publicada en su biografía Nine...Ten... And Out! The Two Worlds of Emile Griffith (2008): "Sigo preguntándome lo extraño que es todo esto. Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida".