El obrero ceramista y diputado del Frente de Izquierda Andrés Blanco, realizó un emotivo homenaje a León Trotsky en el 80 aniversario de su asesinato.
Queremos dedicar este homenaje a Trotsky, para rescatarlo de la demonización, de la tergiversación e incluso de la ridiculización, por parte de las burocracias y de los capitalistas en todo el mundo. Y miren si esto será así, que hasta la plataforma Netflix difundió por todo el mundo una serie auspiciada por el gobierno de Putin, para presentar a Trotsky como un monstruo. Trotsky fue un revolucionario inclaudicable desde muy joven. Ya a sus 27 años fue elegido presidente del Soviet de Petrogrado, en la Revolución de 1905. En 1917 dirigió la insurrección de octubre, que triunfó sin disparar un solo tiro, gracias a la enorme decisión de las masas obreras y campesinas de tomar las riendas de su propio destino. Esa revolución logró poner en pie el primer estado obrero del mundo. Un estado donde los trabajadores y trabajadoras eran quienes decidían en consejos, junto a los campesinos y los soldados, que eran obreros y campesinos de uniforme enviados a morir en la carnicería de la primera guerra mundial. Este estado obrero, lejos de lo que muchas veces nos intentan mostrar,
fue la más amplia de las democracias, mucho mayor a cualquiera de las democracias burguesas, donde se vota cada dos o cuatro años, pero en el medio los gobiernos tienen vía libre para gestionar el estado al servicio de los grandes empresarios, para resguardar sus ganancias contra la mayoría de la población. La revolución no triunfó fuera de Rusia, y eso posibilitó que se apropiara del Estado la burocracia estalinista, que liquidó la democracia, impuso la colectivización forzosa de tierras, la masacre de millones de campesinos, los nefastos juicios de Moscú y la derrota de la generación de dirigentes del partido bolchevique que había protagonizado la revolución. Y es ahí donde Trotsky resulta incómodo para los liberales y todos los defensores de este sistema capitalista miserable que tratan de poner un signo igual entre comunismo y totalitarismo. Porque Trotsky fue el organizador de la oposición a esa burocracia, rescantado el marxismo del terror stalinista. Lo hizo apostando a la construcción de una nueva organización internacional revolucionaria de los trabajadores y trabajadoras, la Cuarta Internacional. Y por eso fue perseguido por Stalin hasta su asesinato en 1940. Los que igualan comunismo y totalitarismo, ocultan la lucha del trotskismo, y lo hacen para defender la brutalidad, la irracionalidad de este sistema, donde 25 millonarios tienen la misma riqueza que la mitad de la humanidad. Donde mientras un puñado de hombres tardaría cientos de años en gastar todas sus fortunas, miles de millones viven en la pobreza, niños y niñas mueren de hambre. Donde las grandes multinacionales son las que utilizan los avances tecnológicos, no para beneficio de la mayoría de la humanidad, sino de sus ganancias. Y lo hacen explotando a las y los trabajadores, y destruyendo la naturaleza, el ambiente, exponiendo la salud de las personas y hasta poniendo en riesgo la supervivencia de la especie humana. El legado de Trotsky es incalculable. Cualquiera que quiera luchar contra las injusticias de este sistema encontrará en sus elaboraciones teóricas y políticas, montones de enseñanzas. Sin ir más lejos, el Programa de Transición fue de gran aporte para la lucha que dimos los obreros y obreras de Zanon. Raúl Godoy siempre cuenta que cuando los ceramistas lo leían, decían que Trotsky estaba escribiendo sobre lo que nosotros hacíamos: apertura de los libros de contabilidad, control obrero de la producción, organizar la defensa de los trabajadores… Pero su vigencia se actualiza en medio de esta crisis histórica que estamos atravesando. Esta crisis exacerbó todas las penurias, todas las desigualdades y todas las miserias que ya existían. Puso al desnudo el desguace de los sistemas de salud en beneficio del capital privado. Demostró cómo tratan a quienes verdaderamente son esenciales, que son nada más y nada menos que las y los trabajadores. Cuál será el resultado de esta crisis, no está dicho. El gran capital pretende descargarla con toda su violencia sobre las espaldas de la clase trabajadora. Nosotros, nos preparamos para para que la crisis la paguen los capitalistas. Y por construir una sociedad libre de explotación, opresión y violencia, donde las grandes mayorías de los trabajadores, las mujeres, la juventud, tengan acceso a la alimentación, a la vivienda, pero también al ocio, al arte, a la cultura, al deporte, a una relación equilibrada con la naturaleza. Vaya este homenaje para incentivar a todas y todos los jóvenes y los trabajadores a que conozcan el legado de nuestro gran maestro. Como dijo Emilio Albamonte, fundador de nuestro partido, el PTS: ¡Viva la vida y el legado de Trotsky, dedicado a liberar a los explotados y oprimidos de toda la tierra! Finalizó leyendo una parte del testamento del revolucionario ruso.
“Fui revolucionario durante mis cuarenta y tres años de vida consciente y durante cuarenta y dos luche bajo las banderas del marxismo. Si tuviera que comenzar todo de nuevo trataría, por supuesto de evitar tal o cual error, pero en lo fundamental mi vida sería la misma. Moriré siendo un revolucionario proletario, un marxista, un materialista dialéctico y, en consecuencia, un ateo irreconciliable. Mi fe en el futuro comunista de la humanidad no es hoy menos ardiente, aunque sí más firme, que en mi juventud.
Natasha se acerca a la ventana y la abre desde el patio para que entre más aire en mi habitación. Puedo ver la brillante franja de césped verde que se extiende tras el muro, arriba el cielo claro y azul, y el sol brilla en todas partes. La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente”.