EnClaveRoja estuvo presente en el juicio a los responsables de la desaparición forzada de Daniel Solano. A días del fallecimiento de Gualberto, continuamos exigiendo justicia por Daniel.
Viernes 6 de abril de 2018 10:18
En el día de hoy se reanudó el juicio que implica a los 7 policías acusados de la desaparición forzada de Daniel Solano. Con mucha bronca por el fallecimiento de su viejo, Gualberto Solano, que pasó los últimos 6 años removiendo cielo y tierra en busca de su hijo, estuve presente junto a mis compañeros Raul Godoy, obrero de Zanon y diputado del PTS en el Frente de Izquierda y Natalia Hormazabal, del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.
Sentado en esa sala fría de la ex Cámara Criminal II de la segunda circunscripción judicial de Río negro, mientras los abogados de esos policías actuaban con un cinismo insportable, pensaba en la fuerza de Gualberto. Desde hacer huelga de hambre hasta encadenarse fuera del juzgado de Choele Choel, mientras la justicia hacia oídos sordos a su reclamo, nunca bajó los brazos. Es imposible hacerlo si queremos enfrentar la impunidad con que bajo todos los gobiernos actúan las fuerzas represivas. Pero particularmente la saña con la que se tiran contra la juventud que se compromete y solidariza con las luchas de los trabajadores -como Kosteki y Santillán y Mariano Ferreyra, o de los pueblos originarios -como la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado y el asesinato por la espalda al joven Rafael Nahuel-.
El caso de Daniel Solano puso al desnudo la brutal explotación a la que el sistema capitalista somete a millones de jóvenes. Y sobre todo, cómo responden los empresarios -como Expofrut-, las fuerzas policiales y la justicia si nos organizamos para cambiarlo. Hoy mientras estaba sentado en ese frío salón, no podía parar de pensar que Daniel era un trabajador golondrina que desde muy joven viajó desde el norte argentino con la ilusión de un trabajo digno en la cosecha de manzanas. Pero en la Patagonia, esa empresa que lo contrató lo recibió con un engaño, para trabajar precariamente, en jornadas extenuantes y vivir hacinado junto a sus compañeros en galpones.
Daniel no se quedó callado ante el gran robo que la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut, hacía a través de descuentos ilegales, que se calcula en $9 millones. Intentó organizarse con sus compañeros para denunciar las condiciones infrahumanas de explotación que sufrían y fue víctima de la connivencia del Estado, la policía y los empresarios. Lo desaparecieron por ser un laburante que no agacha la cabeza, sino que la levanta bien en alto para pelear por lo que le corresponde. Por eso la bandera de su lucha y la de su viejo por su aparición las tomamos en nuestras manos. Por eso peleamos contra este sistema capitalista que no tiene nada que ofrecernos a la juventud.