Un despedido de la automotriz Gestamp le responde a la Presidenta.
Martes 3 de marzo de 2015
Mientras escribo estas líneas voy tocando mi rostro, temo desaparecer entre una pila de falsedades. Y no es para menos registrarse de a ratos el pulso ya que el discurso de Cristina no hace más que hacerme pensar que es una mentirosa serial, y además en las paradojas de ésta democracia del molinete para afuera. Porque, ya que estamos ante un gobierno que se define “popular, progresista y de los derechos humanos”, yo quiero hablar de las desapariciones. De aquellas que se hacen en los índices para ocultar una realidad que no se acomoda al discurso, y ese denominador común los emparenta. Este último, supo hacerse el 1 de marzo cuando la presidenta nos desaparecía a los despedidos del último año en la industria automotriz. Vale aclarar que en agosto del mismo año, desde SMATA daban a conocer los datos que acusaban que unos 12 mil trabajadores agremiados a ese sindicato estaban suspendidos y más 500 despedidos hasta el momento (sin contar retiros voluntarios, adelanto de jubilaciones y causas inventadas).
Por eso es que me tomo el pulso; sintiendo que mi pulso sigue el ritmo mi memoria me aclara y dice “es como piensan los empresarios, y como los ingenieros bajan a tierra ese pensamiento al decir que todo lo que obstruya la producción, toda grasa que la frene se debe eliminar”. Tal vez a Cristina en esas mantenidas reuniones con los representantes de la industria automotriz, tan arduas como supo remarcar en su discurso, le recuerden eso mismo “…la grasa que está eliminada, está eliminada, y lo eliminado no existe…” Debo entender por eso que el domingo cuando se refirió al sector automotriz no dio en error cuando dijo que “no permitimos un sólo despido en la industria automotriz” logrando así “que se mantenga el empleo en el sector”. Tan similar a ese relato de García Márquez, donde el patriarca se niega a la muerte y el abandono del poder, y crea para sí una patria a su imagen y semejanza “con el espacio cambiado y el tiempo corregido por los designios de su voluntad absoluta”.
Pero no, no fue ni su gobierno ni Ricardo Pignanelli que se hizo presente junto a sus matones de la lista verde de SMATA el domingo en la Plaza, los que frenaron los despidos. No quiero olvidar que tan suelta de cuerpo, Cristina dijo que “…la gente que tiene miedo guarda…” también podría haber dicho que se guarda como estaban haciendo ese centenar de trabajadores mecánicos que se hicieron presentes luego del arreo que hiciera la burocracia durante la semana en las fábricas. De los molinetes para adentro.
Cristina tenía muy presente a los indomables obreros de Lear que sumaban para el momento de su discurso nueve meses de lucha contra ésta multinacional yanqui, y que con la misma habían logrado reincorporar a 62 de las más de 200 familias que habían quedado en la calle, así como también a los heroicos obreros de Gestamp, a los que nos acusó de querer tomar “el Palacio de Invierno” cuando tomamos la línea de puente grúas de una de sus plantas y bloqueamos la misma durante cinco días contra los 67 despidos que hizo esta multinacional española. No se olvidaba de los delegados “traidores” de la VW Pacheco (según traidores porque salieron en defensa de los trabajadores despedidos de esa multinacional alemana) y de los despedidos que aún siguen luchando por su reincorporación. Fueron estas luchas que dimos las que obligaron al mandamás del SMATA, Ricardo Pignanelli a denunciar que en la industria automotriz había suspensiones y despidos (cosa que los mismos periodistas le remarcaban) pero no para llamar a un plan de lucha sino para mostrarles el precipicio de la desocupación a los trabajadores mecánicos y atemorizarlos.
Por más que intenten llevarnos a los laberintos del olvido y confinarnos a los silencios de su relato, los trabajadores mecánicos del SMATA y militantes del PTS decimos presente, como lo están los trabajadores mecánicos que supieron enfrentar a la burocracia mafiosa del SMATA. Adelante, porque el pulso sigue en ritmo y no desaparece.