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Red Internacional
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Irracionalidad capitalista. En los países más ricos el 66 % de la población está vacunada, en los más pobres solo el 2.5 %

La nueva variante Ómicron se expande. Vuelve a quedar a la vista la desigualdad mundial de la vacunación, que facilita contagios y mutaciones del virus. La liberación de las patentes sigue siendo un reclamo urgente. Pero los Estados capitalistas cuidan los intereses de los grandes laboratorios.

Lunes 29 de noviembre de 2021 13:38

Un reciente estudio publicado en la revista Science vuelve a poner de manifiesto la brutal irracionalidad del sistema capitalista en cuanto a como enfrentar la pandemia mundial.

Un artículo publicado hace algunos días indica que “mientras que el 66% de la población de los países de ingresos altos está completamente vacunada, solo el 2,5% de la población de los países de ingresos bajos está completamente protegida”.

El mismo estudio da cuenta de la enorme inequidad que existe entre los países más ricos del mundo y los países más atrasados y empobrecidos por el saqueo imperialista.

Science afirma, además, que “las naciones ricas deben detener el acaparamiento de vacunas, redistribuir inmediatamente los excedentes de vacunas, cumplir con sus compromisos con el programa COVID-19 Vaccines Global Access (COVAX), apoyar la exención de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS) y exigir a las empresas farmacéuticas transferir conocimientos técnicos para el diagnóstico, las vacunas y la terapéutica”.

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Sin embargo, esto es precisamente lo que se niegan a hacer los Estados capitalistas de las grandes potencias. Sus políticas, desde el inicio de la pandemia, estuvieron destinadas a garantizar los negociados y las ganancias de los grandes laboratorios. Hubo miles de millones de dólares y euros aportados desde las finanzas públicas para el desarrollo de la investigación en vacunas. Cuando se empezó avanzar en las mismas, estas se mantuvieron como propiedad privada de esas grandes multinacionales.

Precisamente por eso sigue siendo urgente la lucha por la liberación de las patentes. Pero esa pelea no puede quedar librada a manos de los Estados nacionales capitalistas. En su naturaleza está la defensa de los intereses de una minoría social de grandes empresarios. Defender la salud de miles de millones de pobres y de la población humilde de los países atrasados y saqueados por el imperialismo es una tarea que tiene que ser tomada en sus manos por la clase obrera y los pueblos del mundo.