El diputado nacional y el ministro del Interior había sido desplazados en detrimento de Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.
Martes 15 de mayo de 2018 10:50
Hace pocas semanas Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputado de la Nación, había anunciado su "renuncia". Lo paradójico del asunto es que la misma tendría lugar recién a fines de 2019. El anticipo era muy largo y ponía al oficialismo en una situación incómoda en la Cámara Baja.
Ahora, el diputado oriundo de la localidad de Carlos Tejedor, vuelve al centro de la escena en el marco de la crisis política que golpea al oficialismo nacional.
No es el único en "retornar". También volverá a tener peso Rogelio Frigerio, el ministro del Interior que en los primeros tiempos de la gestión macrista fue ampliamente reivindicado por su labor "componedora" en relación a los gobernadores y al peronismo.
Ambos estarán nuevamente en lo que se ha llamado la "mesa chica" del poder político. Lugar de donde habían sido crecientemente excluidos en beneficio del tridente que conformaban Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.
Ahora, en el marco de la fuerte crisis política que desataron los tarifazos, la corrida cambiaria, y el acuerdo con el FMI, en el poder político vuelve a buscar apoyo en dos figuras que se caracterizan por su rol negociador con el peronismo.
Un peronismo que, aclaremos, siempre estuvo dispuesto a pactar en pos de la gobernabilidad. Este lunes esa faceta se volvió a poner de manifiesto, cuando diversos senadores de esa fuerza otorgaron su apoyo al gobierno nacional.
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El retorno de Monzó y Frigerio a la mesa chica de las negociaciones coincidirá con la llegada de Alfredo Cornejo, el titular nacional de la UCR y gobernador de Mendoza.
El hombre, que se hizo conocido por atacar los derechos de los docentes de su provincia con el llamado "Ítem Aula", fue uno de los primeros en aparecer públicamente cuestionando los tarifazos. Ese hecho detonó las críticas de la oposición peronista.
Así, buscando soldar el frente interno, el oficialismo se apresta a continuar con su política de ajuste y endeudamiento. Pero su debilidad lo obliga a aceitar los mecanismos para lograr consenso sobre esa política antipopular.
