En la categoría ‘uso de tiempo’ del Atlas de género se muestra la cantidad de horas invertidas a la semana en quehaceres domésticos y demás trabajos no remunerados.

Laura Aparicio Pan y Rosas México
Jueves 10 de agosto de 2017
La categoría ‘uso de tiempo’ utilizada en el Atlas de Género (2015) realizado por la ONU, el INEGI e INMUJERES –y por lo tanto la pregunta inicial– es engañosa, ya que da la impresión que las mujeres decidimos conscientemente usar nuestro “tiempo libre” para realizar las tareas del hogar, el cuidado de los hijos y enfermos.
Esto recuerda al Manual de la buena esposa de los años 50’, en donde se daba consejo a las mujeres para la realización correcta de las labores domésticas y para mantener feliz a tu esposo. Las imágenes del manual muestran a mujeres sonrientes o felices por realizar estas tareas, pero en realidad resulta muy dudoso que realizar todas estas tareas sin vacaciones, reconocimiento ni remuneración económica sea gratificante para alguien. Además el manual te dice “ponte en sus zapatos”, pero la realidad es que actualmente somos las mujeres las que trabajamos más y en peores condiciones.
Actualmente argumentan que estamos en la época de la igualdad, en dónde los hombres “ayudan” a las mujeres con las tareas del hogar; sin embargo estas tareas le siguen correspondiendo a las mujeres como si naturalmente fueran nuestra responsabilidad.
En un país como México, con altas cifras de desempleo, y con un salario mínimo que no alcanza a cubrir ni siquiera la canasta básica, se necesitan al menos dos personas que salgan a trabajar para mantener una familia; por lo tanto, las mujeres salimos a trabajar y además cubrimos las tareas del hogar, lo que representa una segunda jornada laboral.
Las mujeres en promedio invertimos más horas en realizar los quehaceres domésticos, cuidar a los hijos o enfermos, incluso es usual que las hijas de la familia realicen también quehaceres o cuiden a sus hermanos a falta de tiempo de las madres. Esto es poco cuestionado por un sistema que dice haber ‘liberado’ a las mujeres pero desde niñas les inculca estas tareas con juguetes como: muñecas, escobas, casitas, etc.
Si una mujer trabaja 8 horas, hace dos horas de camino de su casa al trabajo, utiliza 3.5 horas en labores domésticas, y 7.1 horas en el cuidado de sus hijos, nos da como resultado 22.6 horas al día, esto sin contar las horas de sueño (que seguro son pocas) ¿qué pasa con las mujeres que trabajan jornadas de 12 o más horas?, ¿Y las que además de cuidar a sus hijos deben cuidar a sus padres enfermos?
¿A qué hora duermen las mujeres?, ¿qué maniobras extraordinarias tienen que hacer para cubrir todas esas tareas?, y el elemento clave: ¿a qué hora tienen tiempo libre para ellas, sus deseos y para disfrutar de la vida?
Es grande la brecha que hay de las horas invertidas por hombres y mujeres, a las tareas domésticas; esto sólo demuestra que las mujeres seguimos siendo objetos, porque sólo podemos ser sujetos siendo… la esposa, la madre, la hija.
El capitalismo “liberó” a las mujeres, pero para explotarlas doblemente, con salarios de miseria –menores a los de nuestros compañeros– y realizando gratuitamente las tareas del hogar; esto permite que los capitalistas acumulen más sus –ya de por sí– jugosas ganancias.
Como afirma la activista y feminista italiana, Silvia Federici, al hablar de la emancipación de las mujeres en relación al trabajo asalariado;
En general, el trabajo asalariado no ha liberado nunca a nadie. La idea de la liberación es alcanzar la igualdad de oportundiades con los hombres, pero ha estado basada en un malentendido fundamental sobre el papel del trabajo asalariado en el capitalismo. Ahora vemos que esas esperanzas de transformación completa eran en vano. Al mismo tiempo sí vemos que muchas mujeres han conseguido más autonomía a través del trabajo asalarido, pero más autonomía respecto de los hombres no respecto del capital.
A costa de nuestras vidas, las mujeres somos explotadas en la fábrica y en la casa a beneficio del capitalismo y de una minoría que instauran y utilizan la naturalización del trabajo doméstico como responsabilidad de las mujeres, con el fin de no pagarnos lo suficiente para cubrir estas tareas, y así poder ser sujetos de nosotras mismas.
Entonces, no es de extrañarse el uso tendencioso de dichas categorías en el Atlas de Género. Son justamente esos tópicos los que son ajustados a las necesidades e ideología de organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que animan y han engrandecido durante años la participación de las mujeres en el mundo del trabajo, mientras que son los encargados de implementar los recortes en materia social, afectando las condiciones de vida de millones de mujeres alrededor del mundo.
Si las mujeres cumplimos dobles jornadas laborales –fuera y dentro de casa– el terreno que tendremos que seguir peleando por conquistar está en las calles, participando activamente por todos nuestros derechos. Siendo sujetos de nuestro destino.

Laura Aparicio
Agrupación de Mujeres Pan y Rosas México