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Red Internacional
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En supuesta defensa de animales, se reforma Ley General de Salud

La reforma se aprueba por unanimidad. Senadores se congratulan por supuesta defensa de la dignidad animal.

Viernes 3 de septiembre de 2021

La sesión de la Cámara de Senadores llevada a cabo el día de 1 de septiembre fue escenario de una manifestación a favor de derechos de animales. Esto se da en el marco de la discusión de reformas a la Ley General de Salud que tienen como objetivo prohibir la experimentación con animales en la industria cosmética.

Congresistas de la bancada del PRI que participaron en la sesión como oradores, referían que 5 millones de víctimas de estas prácticas, entre ratones, perros, simios, conejos y cerdos son quemados, mutilados, envenenados y gaseados en muchos de estos procedimientos. Mientras tanto, en sus escaños senadores colocaron fotos de mascotas y otros animales de distintas especies.

Las intervenciones pusieron bastante énfasis en describir la forma lenta y dolorosa en que son sacrificados los animales al ser usados para probar cremas, perfumes y otros productos de belleza. En ese sentido, el morenista Ricardo Monreal refirió que ese era “un día histórico para estos seres vivos que no tienen voz, pero que deben ser tratados con dignidad”.

Otros legisladores del PVEM subrayaron que “el bienestar animal y la bioética son temas imprescindibles de la legislación mexicana”. Finalmente, la reforma a la Ley General de Salud fue aprobada por unanimidad. Senadores se congratulaban a sí mismos.

Derechos animales y crueldad animal en el marco del capitalismo

Las discusiones que derivaron en la aprobación de la reforma a la Ley General de Salud en el senado y la Cámara de Diputados se encuentran en sintonía con campañas como las del video “Salva a Ralph” (en inglés #SaveRalph), viralizado hace algunos meses.

Dicho cortometraje, elaborado a propósito de una campaña impulsada por Humane Society International (organización dedicada a los derechos de los animales), mostraba a un conejo humanizado, con múltiples heridas y discapacidades ocasionadas por los procedimientos experimentales crueles de la industria cosmética en animales de prueba.

Este tipo de campañas y discusiones son recurrentes a causa de preocupaciones genuinas que las personas tienen sobre el bienestar animal. Tanto la discusión legislativa como las campañas “cruelty free” se ven sumamente limitadas si no hay un cuestionamiento de fondo al modo de producción capitalista.

En el primer caso se trata de intentos de legitimación del régimen, mientras que en el segundo se trata de estrategias de marketing que utilizan las etiquetas “cruelty free” o “no tested on animals” que juega con la creencia de un consumo responsable en el marco del capitalismo.

Una problematización más profunda de la crueldad animal y los derechos de los animales nos llevaría a cuestionar no solo la industria cosmética, sino también la de la alimentación y, por otro lado, de la crianza y venta de mascotas en franquicias, por mencionar solo otras dimensiones del asunto.

Para muestra solo un botón: la industria porcícola. En torno a esto, el caso de Yucatán es emblemático en nuestro país. De 257 granjas porcícolas con registro oficial en la Península de esta entidad, 122 (47%) están establecidas en regiones consideradas sitios de atención prioritaria para la conservación de la biodiversidad.

Una veintena de granjas de esta industria se encuentran en sitios de conservación, mientras que las localizadas en sitios de restauración son 102. Al menos 43 están ubicadas en cuatro Áreas Naturales Protegidas (ANPs) y una más en un sitio RAMSAR. Tan solo 22 (de las 257) operan con Manifestación de Impacto Ambiental por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, según datos expuestos en una investigación publicada en la revista Desinformémonos.

Hay impunidad total en todos los casos de granjas que se encuentran invadiendo ANPs, contaminando el agua, generando deforestación en la selva maya y afectando a su fauna silvestre.

Todo ello a la vez que es sacrificada una gran cantidad de cerdos gracias a la sobreproducción de carne que esta industria genera a partir de la lógica capitalista, la cual se rige por el interés de ganancias y no por atender la satisfacción de necesidades de las poblaciones.

Nada de esto fue mencionado en las discusiones legislativas en las que senadores de todas las bancadas coincidieron en expresar una y otra vez una supuesta preocupación por los derechos de los animales. Haber formulado un cuestionamiento de fondo los hubiera llevado a confrontarse con esta industria, lo cual no ocurrió.

Pero volvamos a la industria cosmética. Un artículo de la revista científica de la Universidad del País Vasco aclara que no hay certificaciones oficiales del tipo "not tested on animals" o "cruelty free".

Lo que hay son empresas asociadas a ONG’s como PETA dedicadas a emitir este tipo de estampas supuestamente certificadoras, a las cuales acuden fabricantes de cosméticos para obtener estos sellos. Las marcas recurren a esto bajo el cálculo de que estos sellos mejorarán su imagen.

En el caso de la industria cosmética vemos una mera estrategia de marketing. En el de la reforma en cuestión, una discusión legislativa y una modificación a la Ley de Salud que es totalmente superflua.

En el modo de producción capitalista, los animales y todo lo que encontramos en la naturaleza pasan a ser considerados como meros “recursos”, puestos, eminentemente, bajo el esquema de propiedad privada. Sometidos a disposición de una producción que se rige, como hemos mencionado, por el interés voraz de ganancias.

Mucho de la brutalidad y el sufrimiento de los animales es consecuencia del capitalismo cuyo único objetivo son las ganancias empresariales en detrimento de la salud de las poblaciones y el medio ambiente.