El grupo Enel que tiene la concesión de Edesur, anunció que se va de Argentina, Perú y Rumania. Con deudas que superan los 69.000 millones de euros, el pulpo italiano trazó su plan de desinversión para el bienio 2023-25.
Viernes 25 de noviembre de 2022 13:40
Chau, hasta nunca y gracias por nada
El titular del holding italiano Starace, perseguido por las deudas que debe afrontar el pulpo italiano, en conferencia de prensa advirtió que se van del país argumentando que la incertidumbre global que genera la guerra en Ucrania, sumado a la alta inflación que pronostica de conjunto una fuerte recesión, obligó al grupo económico a liquidar activos en sudamérica. Con esta decisión el grupo pretende deshacerse de activos por una suma aproximada de 21.500 millones de dólares para avanzar en sus planes estratégicos de optimización de las ganancias, dejando tierra arrasada en los países dependientes y semicoloniales, donde se instaló. Para ellos son activos, son ganancias y más ganancias, para nosotros son recursos esenciales y estratégicos que tienen que estar al servicio del bienestar de las mayorías laboriosas.
Los activos de los que pretende desprenderse y expoliar hasta la última gota de rentabilidad posible no se limitan a Edesur. Se vencen contratos de concesión en el 2023 como la central hidroeléctrica El Chocón, también las centrales a gas de Costanera y Dock Sud. A su vez en el área de transmisión se debe desprender de CTM y TESA, que conectan el noroeste argentino con Brasil y de Yacylec (donde tiene presencia la familia Macri a través del grupo Sideco Americana, que a su vez debe 46 millones de pesos a la AFIP) que provee energía al sistema integrado de interconexión argentino proveniente de Yacyretá.
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Morosos intratables
Edesur registra deudas por la friolera de 116.138 millones y Edenor (Vila Manzano y Filiberti) por unos 112.076 millones encabezando el ranking de deudores con el Estado. De conjunto representan el 43 % de deudas acumuladas con CAMMESA, registrado por el MEM (mercado mayorista de energía). Edesur debía pagar en mayo 7.884 millones y pago solo 2.613 millones. Mientras el estado los sigue beneficiando con subsidios que rondan el 70 % y aumentos de tarifas que no están sujetos al costo real de generación, transmisión y distribución de energía.
Usted que está leyendo estas líneas ¿puede pagar un tercio de la factura de luz? Desde la Izquierda Diario venimos denunciando el sistema de financiación de las principales distribuidoras del país. Las empresas no pagan la energía que compran y que los usuarios pagan cada vez más caro, como si se tratara de bienes suntuosos. El capitalismo se adueñó y mercantilizó los servicios más elementales para su propio beneficio privado. Privatizó el agua, el gas, la electricidad, la salud, la educación. El neoliberalismo semicolonial en sus 40 años demostró con creces la decadencia a la que arrastró a nuestro país.
Que nos dejan 14 años de Enel en Argentina
Nos dejan una de las empresas estratégicas más importantes para el desarrollo energético del país que concentra el 20% del consumo a nivel país, en un potencial colapso de cara al verano. Trabajadores técnicos del sector denuncian la falta de inversión “repotenciaron sub estaciones, pero no incorporaron más líneas de distribución, lo que vuelve imposible la distribución de cargas en la red. Estamos expuestos a un colapso de magnitudes en el servicio”, “se van en la víspera de un verano caliente anunciando una mayor desinversión”. Con 2.500.000 de usuarios mal tratados. Un servicio pésimo, cortes sistemáticos de servicios tanto en verano como en invierno por falta de inversión. Trabajadores tercerizados vulnerados en sus derechos, planteles diezmados con salarios que no soportan el ritmo inflacionario. Un cuadro tarifario impagable y daños ambientales que no son registrados por el ENRE ni el gobierno. El saldo de los últimos 14 años es conocido y sufrido por más de 2.5 millones de familias, unos 12 municipios y parte de CABA. La lista de daños e impacto en las condiciones de vida es infinita.
¿Qué hacer con 30 años de privatizaciones?
Se van y ¿Quién va a pagar los millones de deuda que dejan en el país? ¿Quién se va a responsabilizar del deterioro de la red de distribución? ¿Dónde están los millones que se fugaron durante los últimos 14 años? Podemos frenar una nueva estafa, y recuperar la soberanía en las empresas estratégicas de servicios esenciales. Reemplazando la voracidad capitalista, que pone en el centro el lucro, por un servicio público de calidad.
Edesur se va ¿cuál es la salida? Los trabajadores de Luz y Fuerza tenemos que discutir cuál es la salida y hacer una propuesta. Somos los que garantizamos el funcionamiento desde la generación, pasando por la transmisión y distribución. Hacemos llegar la energía a cada hogar, atendemos urgencias de noche y día, con especial atención a los hogares de electrodependientes, hospitales y dependencias públicas. Atendemos todos los reclamos y trabajamos sin ningún reconocimiento durante la pandemia. Sabemos dónde están las falencias del servicio, mejor que cualquier gerente o directorio que piensa permanentemente en el lucro y no en un servicio de calidad. Somos nosotros los trabajadores calificados junto a los técnicos y lxs usuarixs los que vivimos en las barriadas populares. Y sabemos dónde hay que invertir y dónde están las prioridades a atender para un servicio eficiente. No los necesitamos porque estamos preparados para tomar decisiones en todos los niveles de intervención: contables, técnicas y administrativas. Nosotros los socialistas proponemos que se termine con el servicio eléctrico privado, queremos un servicio público de calidad para los trabajadores y el pueblo. Para eso tenemos que evaluar, reflexionar sobre la experiencia de la empresa pública SEGBA y el control obrero. Los servicios esenciales no pueden estar en manos privadas para el beneficio de un puñado de millonarios.
Recuperar la empresa sin pago
Razones sobran: incumplimiento del marco regulatorio, incumplimiento del contrato de concesión que implica planes de inversión y ampliación de la red eléctrica, servicio de calidad que lejos está de cumplir, cánones que jamás pagó, planteles mínimos para la mantención de la red y emergencias eléctricas, la lista de incumplimientos es infinita. Desde el holding empresarial dirán que las tarifas están atrasadas por eso no pueden cumplir las metas de inversión. No alcanzaron los más de 2.000% en aumentos de tarifas que dio el brutal gobierno de Mauricio Macri ni los cuantiosos subsidios de los distintos gobiernos de los Kirchner ni los sustanciosos aumentos de tarifas que dio el actual gobierno a pedido del FMI. Basta Enel ya fue suficiente.
La conducción actual del sindicato de Luz y Fuerza pasivamente permite que se degrade el servicio, al igual que las condiciones salariales y laborales de los afiliados. Los trabajadores tenemos que organizarnos desde las bases y en cada sector. Obligar a los delegados que escuchen nuestra demandas e imponer que la directiva de Luz y Fuerza rompa el colaboracionismo con todos los gobiernos y a convocar a asambleas por sector para discutir y votar un plan de lucha para recuperar un servicio tan importante como elemental de las sociedades modernas, en función de las necesidades populares y revertir el dogma neoliberal heredado de los noventa y continuado por todos los gobiernos.
Los trabajadores del sector supieron gestionar la empresa durante 900 días, desde 1972 hasta la irrupción de la dictadura del 76. Durante ese periodo había un trabajador cada 104 usuarios; hoy son más de 700 usuarios por cada trabajador, mientras los trabajadores estuvieron al frente de la distribuidora: la red eléctrica se expandió y no se registraron cortes sistemáticos de luz ni tarifas impagables. Un sistema privatizador que vuelve imposible atender las necesidades técnicas del servicio y los usuarios, debe ser reemplazado por uno eficiente que tenga como perspectiva el desarrollo energético, en armonía con el medio ambiente. Bajo control de lxs trabajadorxs, técnicxs y usuarixs populares; con poder decisión en todos los niveles ejecutivos de la distribuidora.
La energía es un derecho inalienable, no un commodity. Estamos ante una gran oportunidad para sacarnos el lastre de un sistema eléctrico inviable, insostenible que arrasó con más del 2.5 % del PBI nacional. La voracidad de estos empresarios y la complicidad de los distintos gobiernos desde Menem a Fernandez, llevó a un sistema de subsidios insostenibles y un servicio que aumentó el flagelo de la pobreza energética en el país. ¿Habrá luz o seguiremos en un sendero que inevitablemente llevará al colapso del sistema eléctrico?