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Red Internacional
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BRASIL: JORNADA DE LUCHA 15 DE ABRIL. Enorme salto en la tercerización durante los gobiernos de Lula y Dilma

Muchos de los que consideran necesaria la contrucción de una tercera fuerza frente a la crisis del PT y la reorganización de sectores de la derecha, terminan chocándose con la presión del “mal menor” que ronda el país hace varios años. A los sectores críticos al petismo no les gustaron los ajustes ni el precarizador Proyecto de Ley 4330, pero aún criticando al gobierno, insisten en adjudicar esos ataques a una “oleada conservadora” o “a Eduardo Cunha y el PMDB”.

Miércoles 15 de abril de 2015

En realidad, esta es una operación del petismo y sus aliados en la izquierda para que el PT parezca “favorable a los trabajadores” y “contrario a los ajustes” de su propio gobierno Dilma. Los diputados federales del PT votaron en contra del PL 4330 pero no fue más que un juego teatral. El objetivo estratégico del PT, Lula, Dilma y la CUT (Central Única de Trabajadores) es impedir que surja una verdadera alternativa de izquierda independiente, combativa, clasista, una izquierda de los trabajadores contra la derecha, pero también contra el petismo, a favor de las reivindicaciones obreras y populares como los derechos sociales exigidos en las manifestaciones de junio de 2013 y los derechos democráticos de las mujeres, la comunidad LGBT y los oprimidos en general.

Lo que nadie quiere decir es que ya van doce años de gobierno del PT y el trabajo precario se instaló en Brasil como nunca antes. Ya van doce años de un gobierno supuestamente “de los trabajadores” y el capitalismo en Brasil sigue de viento en popa, a pesar de los ires-y-venires de la economía. Aún con la base aliada a la oposición de derecha, quien estuvo al frente del gobierno en todos estos años fue justamente el PT, que contó con el apoyo en todos sus mandatos de toda la burocracia sindical.

La tercerización ataca los derechos laborales y genera fuentes de corrupción en “escala industrial”

En 1995, el primer año del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) -coalición entre el PSDB, DEM (ex PFL), PPS y PMDB- había 1,8 millón de tercerizados formales en el país. Ese período se caracterizó por la instauración acelerada de la tercerización en diversas ramas de la economía, incluyendo la administración pública.

Sin embargo, en los primeros dos años de gobierno Lula, en 2005, los tercerizados ya eran 4,1 millones, un crecimiento de 127%. Puede deducirse que Lula asumió su primer mandato en 2003 recibiendo una “herencia” de menos de 4 millones de tercerizados. Después de dos mandatos de Lula y el primer mandato de Dilma Rousseff, la cantidad de tercerizados alcanzó 12,7 millones en 2013, un aumento de 109% en ocho años. Si FHC y los “tucanos” -como se les llama a los partidarios del PSDB- fueron en contra de los trabajadores, los gobiernos Lula y Dilma no se quedaron atrás.

Según un estudio de la propia CUT y del Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos (Dieese), esos 12,7 millones de tercerizados representan 26,8% del mercado de trabajo formal, recibían en diciembre de 2013 el 24,7% menos que los que tenían contrato directos (efectivos) con las empresas, trabajan tres horas semanales más que los efectivos y son mucho más susceptibles a accidentes y muerte en el trabajo. De cada 10 accidentes de trabajo en el país, ocho afectan a tercerizados.

El caso de Petrobrás es ilustrativo. La presidente Dilma presidió el consejo de administración de la empresa de 2003 a 2010. Entre 2005 y 2012, la cantidad de tercerizados creció 2,3 veces en Petrobrás y la cantidad de accidentes de trabajo creció 12,9 veces. En ese período, 14 trabajadores efectivos murieron en accidentes. Entre los tercerizados hubo 85 muertes.

De este escándalo contra los trabajadores y sus vidas nadie habla, no hay manifestaciones ni mucho menos medidas concretas de los gobiernos petistas. Eso demuestra que la tercerización y precarización del trabajo están entre las principales marcas de los gobiernos de Lula y Dilma.

La tercerización, además de incrementar la superexplotación de los trabajadores y elevar las ganancias de los empresarios, concurre directamente para garantizar a los gobernantes y funcionarios políticos la “cobertura legal” para hacer contratos de negocios con los centenares de empresas prestadoras de servicios y vendedoras de insumos, constituyéndose la principal fuente de corrupción, como se ve en Petrobrás, involucrando empresas privadas “contratadas” de todos los tamaños. La extensión y profundidad de la tercerización explican el nivel de corrupción “en escala industrial” que hemos visto en los gobiernos del PT, garantizando nuevas fuentes de ganancias para esas empresas e ingresos “extra” para los funcionarios políticos – parlamentarios, dirigentes partidarios, asesores y gobernantes.

Los escándalos de corrupción son mayores y más visibles en los gobiernos del PT justamente porque no son producto directos del avance de la tercerización desde el primer gobierno de Lula. Por lo tanto, no se podrá combatir la corrupción sin atacar al sistema de tercerizaciones cuya profundización legaliza la PL 4330 en organismos públicos y empresas estatales.

También muestra cómo las centrales sindicales, principalmente la CUT pero también los parlamentarios y miembros del PT (y sus aliados del PCdoB) se callaron frente a semejante violencia capitalista contra los trabajadores. En realidad, la CUT y la CTB siempre defendieron mantener la tercerización, exigiendo que fuese reglamentada, conservando la división entre trabajadores efectivos y tercerizados, con derechos y salarios más bajos, todo para favorecer a los capitalistas. Por eso es imposible creer el discurso de los burócratas de la CUT y del PT de que están, junto con Dilma, en contra del PL4330 y la tercerización.

El Sindicato de Metalúrgicos del ABC, principal sindicato de la CUT viene hace años intentando imponer un acuerdo con los patrones de las grandes automotrices que significaría, en la práctica, terminar con las mínimas protecciones legales contenidas en la Consolidación de Leyes del Trabajo (CLT). El infame Acuerdo Colectivo Especial (ACE) propuesto por esos sindicalistas de la CUT y del PT definía que los acuerdos hechos por los sindicatos directamente con las empresas prevalecerían frente a los derechos contenidos en la CLT. Es decir, con esta propuesta, la burocracia de la CUT, durante los gobiernos de Lula y Dilma, buscaron garantizar a los patrones más libertad para aumentar la explotación de los trabajadores, entregando conquistas como la limitación de la jornada laboral, horarios de almuerzo e intervalos, francos semanales, igual salario para igual trabajo, vacaciones de 30 días, entre otras. Como se ve, esos burócratas de la CUT y del PT están cada vez más amigos de los empresarios y de la casta política y más hostiles hacia los trabajadores, principalmente hacia los tercerizados.

Sectores del PSOL prefieren apoyar al PT, Lula y Dilma

Aún durante las manifestaciones de junio de 2013, sectores de la izquierda como el senador y ex candidato a presidente Randolfe Rodrigues del PSOL, apoyaron al gobierno de Dilma. En las elecciones de 2014, el diputado estadual carioca Marcelo Freixo y los federales Ivan Valente y Jean Wyllys, todos del PSOL, apoyaron la candidata Dilma viendiendola como “mal menor” contra la derecha, coherente con la resolución de la dirección nacional del PSOL que liberaba su militancia a votar y apoyar a Dilma, proponiendo solo “no votar a Aécio Neves”.
Ahora, después de la asunción de Dilma y de sus medidas neoliberales, además del empoderamiento del PMDB, esa izquierda hace críticas pero se propone participar de un frente social al lado de los petistas y sus aliados críticos, como el MTST.

El debate que está en juego no es solamente sobre los derechos que no vinieron, las reformas que no fueron hechas. Se trata de un gobierno que garantizó la explotación capitalista, que benefició a banqueros y empresarios, que privilegió acuerdos rifando derechos de las mujeres y LGBT, que incorporó en su base aliada nombres emblemáticos de la derecha brasilera. Ese es el “mal menor” que la izquierda tiene miedo de criticar frontalmente.

Hoy las centrales sindicales como la CUT, CTB, NCST y también las antigubernamentales como CSP-Conlutas e Intersindicales convocan a un Día Nacional de Paros contra el PL 4330 y los decretos de ajustes previsonales (MP 664/665). Es una medida correcta frente al escenario nacional, pero tardía frente a la magnitud del ataque. Salir este 15 sin ninguna ilusión en la burocracia de la CUT, CTB y NCST es condición necesaria para construir una tercera fuerza de los trabajadores: participar del mismo paro, con la misma bandera en defensa de los trabajadores, pero denunciando a los burócratas que durante años fueron conniventes con la implementación de la tercerización del trabajo y la superexplotación capitalista administrada por los gobiernos petistas.

El mismo día, MTST, CUT, MST, PSOL y otras organizaciones menores una marcha a las 17 horas “contra la derecha y por más derechos”. Nótese que el gobierno de Dilma, que es el que más está atacando, no figura en el título de la marcha. No es casual. Para la CUT y el MST participar ahí es parte del acuerdo. Para la política del MTST, crítico del gobierno pero defensor de la gobernabilidad del “mal menor” es mejor hablar contra la derecha, el “golpismo” y la “ola conservadora”. El ala derecha del PSOL, con Ivan Valente y Randolfe referenda ese bloque difundiendo la necesidad de un frente popular (o social) contra el “golpismo”. Todo para frenar el desarrollo de cualquier vía independiente, una izquierda de los trabajadores.

La CSP-Conlutas lanzó una convocatoria a este acto en la que correctamente pone el eje en la lucha contra el PL 4330 y los ajustes. El MRT participará el 15 en conjunto con este programa y marchando siempre con una posición independiente y antigubernamental. Sería fundamental, al mismo tiempo, que los trabajadores debatan la necesidad de agitar un programa contra los escándalos de corrupción; basta de políticos enriqueciéndose a costas nuestras. Frente a la huelga docente, exigir que todo diputado, juez y funcionario gane como una docente, y que los políticos sean revocables a cualquier momento, ya que en los gobiernos del PT, del PSDB, del PMDB y demás partidos antipopulares siempre hay dinero para la casta política y los empresarios (y mucho para la corrupción) pero nunca hay para los trabajadores y los derechos sociales.

Necesitamos construir una tercera fuerza de los trabajadores

En este camino, la izquierda necesita de una vez por todas decir abiertamente el verdadero significado de los gobiernos de Lula y Dilma para los trabajadores, y con todas las palabras decir que son responsables por el aumento de la tercerización y por la pérdida de nuestros derechos. Que ahora, cuando la crisis económica muestra su cara, Dilma y Lula están junto con los demás partidos de la base aliada y de la oposición burguesa para imponer ajustes, cortes de partidas presupuestarias para temas sociales, ajuste salarial y pérdida de poder de compra por la creciente inflación y aumentos salariales a la baja, despidos, más tercerización, rotatividad en el empleo e inseguridad sobre el futuro de las familias.

No es suficiente hablar de oposición en volantes y diarios o construir un bloque antigubernamental que diluya en contenido real de la situación política en Brasil. El PT, sus aliados y Dilma intentan engañar a todos con la mentira de que “Eduardo Cunha o el PMDB” es quien actúa como “derecha” y “ola conservadora” pero fue Dilma, obedeciendo órdenes de Lula, quien concedió poderes mayores y especiales al PMDB. Es decir, si hay una “ola conservadora” o “reaccionaria” está en su propio gobierno, en los gabinentes del palacio del Planalto en acuerdo con el PT, Dilma y Lula.

Por más neoliberal y derechista que sea el PMDB, no son los tucanos ni una ola conservadora “de afuera” del gobierno quien durante estos 12 años han garantizado la explotación capitalista, el lucro de los empresarios y la quita de derechos de los trabajadores. Fue Lula por ocho años y Dilma en su quinto año los responsables por la situación que genera el legítimo descontento social. Encarar esta situación de frente es paso fundamental para construir una tercera fuerza donde los trabajadores sean sujeto político, organizándose en asambleas de base, y puedan romper definitivamente con la estrategia petista que está mostrando cada vez más su cara. Para no ser base de maniobra de la derecha ni del petismo, por una tercera fuerza independiente de los trabajadores este 15 de abril y para acumular y organizar fuerzas para que la clase trabajadora haga valer su peso social y político, única alternativa contra cualquier avance de derecha.