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Red Internacional
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MÉXICO-EE.UU.. Entre el servilismo y la retórica de Peña, Trump a la ofensiva

Pelea vía twitter por el pago del muro canceló por ahora el diálogo que a toda costa anhela mantener un debilitado Peña Nieto. El posible establecimiento de un arancel de 20% en importaciones mexicanas es el último agravio. La mayor tensión en décadas entre México y EE.UU.

Bárbara Funes

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3

Viernes 27 de enero de 2017

El último episodio de la crisis diplomática entre los dos países es la posible imposición del arancel de 20% en la importación de productos mexicanos a Estados Unidos para financiar la construcción del muro de Trump.

Apenas este miércoles fue la firma de la medida ejecutiva del muro, que apunta a impedir el ingreso de migrantes a territorio estadounidense, y va de la mano de otras dos que tienen como objetivo vulnerar y criminalizar a los migrantes y, como consecuencia, realizar deportaciones masivas.

Al cierre de esta edición, Luis Videgary había anunciado que se mantenían negociaciones. Peña mantiene su apuesta a la negociación y a la subordinación, a pesar de que la dura postura del presidente estadounidense lo llevó a un nuevo pico en su crisis. Otro, como el que se abrió con la primera visita de Trump a México, cuando aun era candidato por el partido republicano.

Arrecian las críticas al gobierno en las redes sociales, el sarcasmo ante su sometimiento a Trump, su actitud indigna ante los ojos del gran público. Mantuvo la reunión del 31 de enero. Hasta que el presidente estadounidense la canceló. Un nuevo escarnio para el gobierno, una nueva ofensa para el país.

Ahora, ante la ofensiva de Trump y el repudio generalizado que se extiende en el país, en el punto más bajo de popularidad de su gobierno (12%), Peña se vio obligado a decir que “defendería a los connacionales y que no pagaremos el muro”. Y a renglón seguido añadió que cualquier proceso de repatriación de migrantes indocumentados se hiciera de forma "ordenada y coordinada". Es decir, para que nadie tenga dudas: no enfrentará las deportaciones, sólo pide que se realicen gradualmente. Ninguna oposición a las brutales medidas de Trump.

Peña durante todo su sexenio fue el fiel servidor de la administración del demócrata Barack Obama: gestionó las reformas estructurales, entre ellas la energética, la laboral y la educativa, todas diseñadas en función de los intereses de las trasnacionales. Desplegó una política de Border Patrol al servicio de Estados Unidos, con la implementación del Plan Frontera Sur para impedir que los migrantes atraviesen el territorio mexicano y lleguen al gigante del norte. Avaló la deportación de más de 2.8 millones de trabajadores migrantes, la separación de familias, la criminalización de los “connacionales” en EE.UU. -con la consecuente violencia racial, superexplotación laboral y encarcelamiento de migrantes.

El muro del odio, de la ignominia, es también para profundizar la división en el seno de la multiétnica clase obrera estadounidense, entre blancos, negros y latinos, así como entre el conjunto de los trabajadores que residen en el gigante del norte y los que residen en México. Es el muro edificado para exacerbar el racismo y la xenofobia.

Pero no debemos olvidar que ese mismo muro, de acero y concreto es arma de negociación para la próxima discusión en torno al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora sin fecha definida, pero que se dibuja en el horizonte próximo.

Es así que el modelo de acumulación capitalista de México, basado en el TLCAN y la aplicación de los planes neoliberales, sustentado por el régimen de la alternancia basado desde sus inicios en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Acción Nacional (PAN), está en cuestión y se avizora una profunda crisis. Esto en el marco de los límites que presenta la globalización en el terreno internacional, que hundió en la precarización y la pobreza a importantes sectores de la clase trabajadora mundial.

Escenarios en ciernes

De acuerdo con Adam Isaacson, analista en Washington Office on Latin America (WOLA), “La cancelación de la visita de Peña Nieto y la posibilidad de una tarifa abre una verdadera y grave crisis diplomática entre los dos países, que estaban manteniendo relaciones bastante amistosas y ya están a punto de ser enemigos”.

Por su parte, Patrick Schaefer, especialista en la economía fronteriza en la Universidad de Texas, en El Paso, señaló a Univision Noticias que “un impuesto a las importaciones sería devastador para México, pero también para Estados Unidos. Las consecuencias serían especialmente severas para la industria del motor, alimentaria y las fábricas estadounidenses que ensamblan electrónica en México”. Y agregó que, para establecer el arancel, Trump necesita la aprobación del Congreso estadounidense.

¿Qué alternativas tiene Peña? Según analistas, podría incentivar el mercado interno del país, a partir de tomar un nuevo préstamo de los organismos internacionales. Una salida que implicaría nuevas cadenas que aten al país al capital internacional, y poco realista: con el gasolinazo, que ha provocado el alza de la inflación, la depreciación del peso mexicano y bajo nivel salarial, es poco posible que se reactive el consumo interno a partir de la clase trabajadora y los sectores populares.

Otros plantean que puede intentar negociar directamente con los gobiernos estatales de Estados Unidos y con cada uno de los sectores de la industria privada estadounidense –el automotriz, el ganadero, el agropecuario– con los que México mantiene una relación comercial. Se trataría de negociar, por ejemplo, con Michigan, Texas, Dakota del Norte, Kentucky e Indiana, que dieron su apoyo a Trump en las elecciones, pero que verán perjudicada su producción industrial con el establecimiento de aranceles sobre importaciones provenientes de México.

Ambos son escenarios complejos de concretar y que representan un retroceso respecto a lo que la gran patronal conquistó en las últimas décadas, con la integración productiva vía el Tratado de Libre Comercio y la reducción de aranceles.

La vía para salir de la crisis

Elija el camino que elija, lo cierto es el gobierno de Peña enfrenta una crisis sin fin desde la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa: escándalos de corrupción -como la Casa Blanca o los desfalcos millonarios de los gobernadores priistas-, la fuga del Chapo, la resistencia magisterial contra la reforma educativa, el gasolinazo, la inflación en ascenso y la histórica depreciación del peso son algunos de los principales hitos. Y la crisis económica internacional que se expresa en la contracción del comercio mundial potencia aun más el escenario adverso que vive el gobierno mexicano.

Ninguna salida favorable a los de abajo puede venir de Peña y los partidos que gobiernan para los empresarios y las trasnacionales. Tampoco las propuestas de López Obrador -un frente de unidad nacional con el capital privado y los partidos del Pacto por México que allanaron el camino a las reformas estructurales, ni la apelación a los tribunales de la ONU- constituyen una salida que responda a los intereses de las mayorías.

En estos tiempos turbulentos, sólo el desarrollo de una alianza entre la clase obrera multiétnica de Estados Unidos y la mexicana, de la juventud y de las mujeres a un lado y otro de la frontera pueden sentar las bases para enfrentar los ataques de la administración Trump. Una alianza que es posible, como se vio en las movilizaciones contra el nuevo presidente estadounidense entre el 20 y el 21 de enero pasados, que se expresó también en las ciudades fronterizas como Juárez, en Chihuahua, y El Paso, Texas. Una alianza que debe levantar la lucha para echar abajo el muro, frenar las deportaciones, y luchar, a ambos lados de la frontera, contra las trasnacionales.