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Ideas Desde La Universidad. [Entrevista] Omer Freixa: “La presencia afro llega al presente, no es una rémora del pasado”

Entrevistamos a Omer Freixa, historiador africanista argentino, docente universitario y escritor. Hablamos sobre la historia del racismo en Argentina y las realidades de las y los afrodescendientes en la actualidad.

Martes 7 de julio de 2020

1) Te reconoces a vos mismo como un historiador africanista. ¿Qué implicancias tiene esta perspectiva a la hora de analizar los hechos del pasado y del presente? ¿Qué relevancia crees que tiene esta óptica en los estudios actuales y en nuestro país en particular?

Busco un relato de la historia más justo, que contemple realidades ignoradas por una construcción histórica eurocéntrica que ha menospreciado y relegado al olvido o a la marginación a sociedades africanas (entre otras) conforme a una pauta que persiste y erige la imagen de África como si se tratara de “un país” en donde solo lo trágico ocurre, o a lo sumo ofrecido como destino turístico para quien busca naturaleza salvaje. En esta idea de tratamiento de la realidad africana como si fuera un planeta aparte, se pierden de vista los múltiples lazos entre nuestra región y la de determinadas zonas de África, como la era de la trata esclavista transatlántica que conformó un sistema triangular (África, Europa y América) por medio del cual al menos 10 millones de personas africanas poblaron, entre cadenas, el continente americano desde el siglo XVI y hasta avanzado el XIX (sin incluir las millones de vidas que se perdieron desde la captura inicial o las etapas del periplo posterior).

Las huellas de esa masa de población forzada, ingresada en un período bien prolongado de tiempo, y la presencia actual de sus descendientes, es inocultable para quien observe el devenir histórico de cualquier país americano. Cabe señalar que se trató de la diáspora más grande de la historia, involuntaria y por medio de la cual esa población llegó desnuda, en un claro gesto de la más acérrima deshumanización (si bien la trata y la esclavitud eran preexistentes). A resultas del proceso histórico descripto, entre el 15% al 30% de la población de América Latina y el Caribe tiene ascendencia africana, de 80 a 150 millones de personas (Banco Mundial, CEPAL, Unicef, etc).

Entonces se trata de visibilizar, reconocer y reclamar justicia frente a un delito contra la humanidad, como fue reconocida en 2001 la trata esclavista transatlántica, pese a que se haga la vista gorda sobre las atrocidades cometidas. Al futuro territorio argentino ingresó población esclavizada pero el mito de la desaparición de la población afro local sirvió como una forma de minimizar la gravedad de la trata esclavista bajo el paraguas, además, de que la esclavitud en estas latitudes fue más benévola que en Brasil, el Caribe, etc. Uno de los caballitos de batalla de esa explicación consistió en formular que la trata no tuvo la contundencia cuantitativa como sí en las economías de las sociedades de plantación en América, por lo que las actividades encomendadas aquí fueron más livianas. Como sea, la esclavitud es la máxima degradación que puede sufrir un ser humano y no hay relaciones esclavistas más benignas que otras. Hay que pensar África en América y reconocer el protagonismo de personas africanas y afrodescendientes en nuestro pasado nacional (y en el continente donde es negado o minimizado), para dejar de repetir que “en Argentina no hay negros”, producto de una lectura que parte de un Estado que ha hecho un esfuerzo enorme y exitoso en presentarse como aquel que preside una población de origen blanca y europea. La presencia afro llega al presente, este grupo, frente a lo que pretende el relato nacional, no es una rémora del pasado.

2) ¿A partir de qué momento y en qué contexto se empezó a utilizar el concepto afrodescendiente en el mundo? ¿Qué carga histórica arrastra esta terminología?

El empleo del término no supera los 20 años, es reciente. La Conferencia Mundial de Durban contra el racismo (ONU), de 2001, con instancia previa en la preparatoria de Santiago de Chile, legitimó el uso del término validando lo que sostuvo un dirigente afrouruguayo tras su participación en Sudáfrica: “Fuimos a Durban siendo negros y volvimos afrodescendientes”. La citada conferencia declaró a la trata y la esclavitud como delitos de lesa humanidad. Desde allí el término, particularmente en América Latina y el Caribe, ingresó en la agenda de lo público y se convirtió en una herramienta de empoderamiento para reclamar al Estado acciones afirmativas, a la vez que fomentó la movilización y formación de grupos nuevos con la premisa de buscar compensaciones en relación a que las generaciones anteriores, de las cuales sus integrantes descienden fueron víctimas de la trata y la esclavitud, así como promovió la mejora de la situación para una población (ver 1) que generalmente lleva los peores indicadores socioeconómicos y está relegada a la marginalidad, dado el estigma del pasado esclavista.

Quienes lo emplean observan en el término una superación de la categoría “negro/a”, entendida esta última como un resabio de la época colonial y esclavista. No obstante, afrodescendiente invita a pensar más allá estrictamente del fenotipo, a partir de la ascendencia, la ancestralidad. Así se pensó, por caso, la inclusión de la variable en el censo nacional argentino de 2010 (cuando la última inclusión censal databa de finales del siglo XIX). Es importante la auto-identificación, es decir, el proceso de construcción identitario es abierto, relacional y cambiante. Por eso hay grupos que optan por auto-denominarse negros. Como toda construcción social, también hay rechazo a la elección de afrodescendiente.

El término ayudó a construir una agenda regional y planetaria. Se alcanzaron instancias importantes tras Durban. Por ejemplo, Estados americanos se comprometieron a censar a sus poblaciones afrodescendientes en la ronda 2010. 2011 fue declarado el Año Internacional de los Afrodescendientes y se transita el Decenio Internacional de los Pueblos Afrodescendientes (2015-2024) bajo el lema “Reconocimiento, Justicia y Desarrollo”, todo ello con el objetivo de devolver dignidad a poblaciones cuyos antepasados/as no gozaron de ella.

En última instancia, ampliando la concepción, toda persona es afrodescendiente, pues el origen de la especie humana remite a África, la llamada “Madre Negra”.

3) Deteniéndonos en el caso argentino. ¿Cuántas personas actualmente se perciben como afrodescendientes en el país? ¿Qué factores intervienen en este reconocimiento?

Con antecedentes en pruebas piloto, el censo nacional de 2010 dio cuenta de la existencia de 149.493 personas que se auto-reconocieron a sí mismas afrodescendientes (92% nacidas en el país), apenas un 0,4% del total. El problema es que la medición fue un muestreo y a ello se suman los obstáculos propios de una categoría novedosa, como decía anteriormente. Como la inclusión de la variable permitía la propia adscripción, puede darse el caso de personas que desconozcan sobre sus orígenes y pase por alto la aceptación y/o se rehúse en base al racismo estructural existente en las sociedades. La persona afrodescendiente, como señalé antes, no siempre fenotípicamente responde al patrón de tez oscura.

Resulta interesante comentar unos estudios genéticos realizados por un equipo de la UBA, liderado por el antropobiólogo Francisco Carnese. Uno de 2005 concluyó que un 10% de la población de la CABA y del conurbano tiene gen africano. Actualmente, de acuerdo a las pruebas previas y a estimaciones del colectivo, se calcula que un 5% de la Argentina tiene orígenes africanos, unas 2 millones de personas. En definitiva, hay una amplia brecha entre el 0,4% de 2010 contrastado al 5% estimado. Hay que seguir investigando y censando.

4) En un reciente artículo planteas la existencia de un “genocidio discursivo” en Argentina. ¿A qué te referís con esta denominación y qué efectos tiene en la sociedad? ¿Qué particularidades crees que adoptan el racismo y la discriminación que operan en el país?

Como anticipé en la primera respuesta, se dio la voluntad estatal de generar la idea de desaparición de lo que fuera totalmente incompatible y funcional a una lectura blanca y europea. En otras palabras, el poder llevó a postular la teoría del crisol de razas en donde primó la homogeneidad disolvente de la heterogeneidad realmente existente. ¿Cómo fue posible pasar de un censo colonial -1778- en donde más del 30% en varias provincias era población africana y afrodescendiente en el Virreinato del Río de la Plata, a uno de 1895 con solo 454 “de raza africana” de entre 4 millones? La élite operó una serie de mecanismos censales para ocultar el origen afro junto a un relato histórico en donde se sometió al colectivo a un proceso de desaparición paulatina sostenido en las guerras (de independencia, civiles, etc.), las duras condiciones de vida, baja tasa de natalidad y mestizaje, el cese del tráfico esclavista, episodios como la epidemia de fiebre amarilla y la contundente inmigración a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Ahora bien, si estas explicaciones son parte de la historia, no obstante no alcanzan a explicar cómo fue posible la desaparición, a lo sumo pueden interpretar una evidente disminución numérica (si bien luego se dieron camadas migratorias afro ya no involuntarias como en la primera de época colonial).

Una voluntad obstinada de hacer desaparecer triunfó, cuando debería hablarse de un proceso de invisibilidad (o genocidio discursivo, se les eliminó desde el relato) que es el padecimiento actual del colectivo derivado en la falta de derechos, si bien se han dado ciertos avances. La extranjerización es otro atropello habitual, la idea de relegar lo afro como externo al país, como si las poblaciones afrodescendientes apenas hubieran superado la etapa colonial para extinguirse con el paso de unas pocas décadas tras 1810.

5) En los últimos años aumentó la cantidad de inmigrantes africanos que vienen a la Argentina en búsqueda de trabajo. ¿Crees que se encuentran más expuestos a situaciones de vulnerabilidad, discriminación y violencia policial? ¿Por qué?

Existe el estereotipo de la migración subsahariana como estrictamente trabajadora informal en la vía pública y eso no representa a la totalidad del conjunto. Sin embargo, el grueso de quienes ejercen esa ocupación callejera muchas veces resulta víctima habitual de atropellos y abusos de autoridad por parte de las fuerzas de seguridad, lo que se informa con frecuencia en los medios de comunicación. Otros grupos compuestos por diásporas diversas se dedican a lo mismo y padecen la situación pero, por su origen y rasgos fenotípicos, la discriminación y la violencia son más encarnizadas hacia la primera, el decomiso de la mercadería más focalizado en este grupo de migrantes subsaharianos, por ejemplo.

La palabra “negro/a” en la Argentina representa la mayoría de veces un insulto, y es necesario deconstruir el mecanismo despreciativo que encierra. Alude a un marcador socioeconómico, ya no tiene que ver estrictamente con el color de piel (lo que guardaría consonancia con la supuesta desaparición afro), sino que depara fobia contra quien es pobre, como las personas migrantes y refugiadas. Si las hay de tez oscura, pero llegan con dinero, el trato es muy distinto. Crece la aporofobia. No obstante en el desprecio hacia migrantes subsaharianos lo primero que sobresale es la marcada diferencia fenotípica respecto de otros grupos migrantes.

6) Actualmente estamos atravesando el pico de contagios del COVID-19 en Argentina y Latinoamérica. ¿Estas difíciles condiciones de vida de los inmigrantes de origen afro se vieron agravadas en este contexto? ¿Qué políticas están tomando los gobiernos al respecto?

La situación de migrantes de origen afro ya era vulnerable en situación prepandemia. Por ejemplo, de la colectividad senegalesa presente en la Argentina, más del 90% subsiste en base a la venta informal en la calle. Así es entendible que en la coyuntura actual se acrecientan los riesgos de empeoramiento de la situación pues la ayuda económica gubernamental en muchos casos no llega ya que parte del colectivo no tiene al día los papeles de regularización migratoria ni menos la ciudadanía argentina (además de la exclusión de quienes ingresaron al país en forma reciente). Por suerte, al interior se han organizado y promovido colectas y otras formas de ayuda cuando los medios oficiales resultan insuficientes, debido a que el sentimiento de solidaridad es muy fuerte entre semejantes y los mecanismos se activan en un momento crítico donde la mayoría vive al día y enfrenta el reto, caso contrario, de tener que salir para poder solventar las necesidades más básicas.

7) A su vez, estamos viendo una rebelión antirracista en el seno del imperialismo, a partir del asesinato del joven negro George Floyd en manos de un policía supremacista blanco. ¿Cómo analizás este movimiento? ¿Qué relación encontrás entre estos hechos y la historia segregacionista y racista de Estados Unidos?

Lo ocurrido con Floyd es parte del historial de los EE.UU. pero, esta vez, el caso ha trascendido con una protesta más iracunda y global. Se trata del patrón habitual de una sociedad marcada por una clara divisoria, leída como racial, desde el principio de su formación, desde el arribo de poblaciones esclavizadas africanas y la perpetuación de este rentable pero oprobioso sistema esclavista por siglos. Estos asesinatos, con decenas de antecedentes, refuerzan el sentido supremacista de concebir que las vidas negras no valen, por eso el #BlackLivesMatter es una bandera de lucha genuina y ha promovido una instancia para repensar los mecanismos que enlazan capitalismo y racismo desde sus orígenes. En una época en donde se acrecientan odios, este despertar de las conciencias debería servir para visibilizar y poder enfrentar la violencia ejercida contra cuerpos afro por su condición, no solo en EE.UU., pues el racismo es estructural y universal. Ejemplos abundan en América Latina, donde parece ser que las vidas afro tampoco importan debido a que si no son asesinadas se les vulneran sus derechos más elementales.


Brenda Hamilton

Profesora de historia (UBA). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.

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