Fuerzas especiales del Ejército de Turquía buscaban el martes a un grupo de comandantes acusados de tratar de capturar o matar al presidente durante el intento fallido de golpe de estado.

Santiago Montag @salvadorsoler10
Martes 26 de julio de 2016
Desde el fallido golpe de Estado en Turquía del 15 de julio, el gobierno de Erdogan intensifica las purgas. El contexto de unificación nacional le brindó aires para profundizar su política bonapartista y combatir a opositores restringiendo libertades democráticas.
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Según funcionarios, más de 1000 integrantes de la policía y el ejército participaron en la búsqueda de 11 soldados en las laderas que rodean a la ciudad costera de Marmaris, donde Erdogan pasaba sus vacaciones la noche del intento de golpe de Estado.
Erdogan y su Gobierno culpan al clérigo musulmán Fethullah Gulen de orquestar el plan para derrocarlo, y han lanzado una campaña de búsqueda y arresto de sus presuntos seguidores. Hasta el momento son más de 60.000 soldados, policías, jueces y funcionarios públicos han sido detenidos, suspendidos o puestos bajo investigación. Entre ellos maestros y profesores.
Sobre esto, Nabi Avci, ministro de Cultura y Turismo de Turquía, admite sin pelos en la lengua que “estamos haciendo una limpieza”.
La Dirección de Asuntos Religiosos despidió el martes a otros 620 empleados, entre ellos predicadores e instructores del Corán, un hecho que elevó a 1.100 el número de personas removidas de sus cargos desde el intento de golpe.
Según encuestas, supuestamente, casi dos tercios de los turcos creen que Gulen estuvo detrás del intento de golpe. La encuestadora Andy-Ar mostró además que casi el 4 por ciento atribuía la responsabilidad a Estados Unidos o a otras potencias, y que apenas el 2 por ciento culpaba a Erdogan.
Por esto, y el rechazo callejero al golpe del 15 de julio, Erdogan continúa su política de ajuste de cuentas, incluso luego de las masivas movilizaciones del lunes que sostenían consignas como “ni golpe de Estado ni dictadura”, en alusión al sector del ejército golpista, pero también a la figura del mandatario.
Además se reanudaron los bombardeos a posiciones kurdas del PKK en Irak como parte del plan de fortalecer su rol de árbitro en Medio Oriente
Erdogan el Sultán
Esta política de ataque a libertades democráticas viene avanzando desde 2013 con grandes protestas callejeras iniciadas por la destrucción del Parque Gezi, en Estambul. Desde aquel momento es moneda corriente la censura a la prensa, la persecución a periodistas y estudiantes, los intentos de Erdogan de reformar la Constitución para perpetuarse en la presidencia, y la reanudación del conflicto militar con los kurdos del PKK en 2015.
El 20 de mayo de 2016, a través de una enmienda se levanta la inmunidad parlamentaria de decenas de diputados, apuntando a miembros del Partido Democrático de los Pueblos (HDP por sus siglas en turco), principales opositores en el parlamento y pro kurdos, para hostigarlos. Uno de los motivos puede hallarse en que este partido es denunciante de las políticas y crímenes de lesa humanidad perpetrados en regiones de mayoría kurda infligidas por el ejército turco y el AKP de Erdogán.
También que, en las elecciones del 2015 obteniendo 13% de los votos con un programa que promovía la participación de las minorías yazidíes armenias, árabes, etc, poniendo lìmites a las aspiraciones de Erdogan en formar un régimen presidencialista. Como primer paso para construir un liderazgo fuerte que pueda despertar un pan-otomanismo sobre territorios de habla turca situados fuera de su territorio y un sentimiento nacionalista dentro de sus fronteras.
Además la ubicación geopolítica de Turquía que se caracteriza por su apoyo a las permanentes intervenciones militares imperialistas sobre el territorio de quienes le disputan la hegemonía regional, le da margen de maniobras para ser el niño mimado de la OTAN y no ser cuestionado por el resto de los jefes de Estado.
Está por verse cómo continúan y hasta dónde pueden llegar estas purgas. Este límite dependerá de una gran respuesta en las calles: la única esperanza está en la juventud, el pueblo kurdo y la clase trabajadora

Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.