Con el ingreso del compañero Christian Castillo al Congreso como diputado nacional del PTS en el Frente de Izquierda Unidad llegaron numerosos mensajes de alegría y felicitaciones. La conquista de una nueva trinchera de lucha para los de abajo.
Jueves 2 de noviembre de 2023 14:44
Es que el compañero Chipi es muy querido y respetado. En la izquierda, pero también en organizaciones de otras tradiciones. En casi todas ellas toman y recuerdan sus charlas y clases en la UBA. En los años 90, un poco antes y un poco después.
Por mi parte, quiero contarles que su aporte para lograr el acercamiento al trotskismo también traspasó la General Paz. Y llegó a ojos y oídos de lo que por entonces era la golpeada juventud de la generación X, sin futuro de los años 90.
El Chipi venía a nuestros lugares donde “no llegaba ni Dios”, y al local del PTS en La Matanza (cuando los locales trotskistas no abundan por estos lares). Contaba la historia de la revolución rusa a quienes no nos interesaba ni la historia de Maradona. Tan descreídos de cualquier ideología, como odio al sistema. Sobre todo a las instituciones represivas y la derecha. Es que éramos su blanco fijo. A lo sumo una vaga identificación con el anarquismo (por entonces así se los llamaba a los libertarios, a diferencia de quienes hoy colocaron esa corriente en una moda de derecha). Pero fuimos parte de un enorme proceso movimiento democrático juvenil que, entre otras cosas, llenó la plaza de mayo a los 20 años del aniversario del golpe militar.
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El Chipi y un grupo de jóvenes cuadros del PTS, (que venían de militar en la UBA) tomaron lo más progresivo para lograr hacer que nuestra rebeldía pegue un salto hacia las ideas del trotskismo, la revolución y sumar una nueva camada de militantes surgidos de los barrios más humildes del conurbano al partido. Un puñado de aquel proceso, así conocimos y nos sumamos al PTS. Mientras, por el contrario, el resto de la izquierda, primero nos consideraba tan poco cualitativos como para poner su tiempo militante, y luego, a lo sumo, si. Pero solo para ser parte de una rama más en una de sus colaterales de los movimientos de desocupados que pelean por trabajo. Dejando las tareas estratégicas de la construcción de partido, para otro sector selecto de militantes.
Recorte de La Nación en la movilización por la libertad de Chipi Castillo en UNAM, México
En ese camino, también logró levantar importantes columnas en nuestras vidas, como que hasta tengamos ganas de leer, incorporar de algún modo esa costumbre, o escribir nuestras opiniones. Tal vez al menos porque esta vez, valía la pena, para entender más lo que él contaba en esas charlas y tal vez poder opinar algo en la segunda clase. E incluso, que junto a nuestra formación ideológica, retomemos o culminemos la escuela secundaria. Ya no por “tener un oficio para que te vaya bien en la vida individualmente”, sino como apuesta estratégica a lograr ingresar en las grandes industrias con mayor concentración obrera.
O esas ganas de saber que si en algún acto en capital, el orador iba a ser el Chipi, sabíamos que estaba bueno ir, portarse bien para escucharlo y disfrutar al mejor orador del partido que lograba transmitir los conceptos más difíciles, como discurso claro, contundente y entusiasmante. Y que por supuesto lo sigue haciendo.
Recuerdo que en el 99 estábamos siguiendo apasionadamente el día a día de la lucha de los estudiantes mexicanos que tomaron la universidad UNAM. Sabiamos que el chip había viajado a llevar nuestra solidaridad. Hasta que nos avisan que allá los reprimieron y el cae en cana junto a otros militantes del PTS y estudiantes mexicanos.
Caímos en la embajada Mexicana en Bs As y comenzamos una huelga de hambre ( Dando esta vez una excusa importante, por la cual no tener para comer… broma). Y luego flayamos de orgullo, al verlo regresar en calidad de exiliado.
Con el Chipi como uno de sus principales dirigentes, se propusieron lograr que al menos una fracción de esa juventud plebeya (mayormente desocupada que engrosaban los 24% que había a nivel nacional) , tras vivir en primera persona todo lo que fue los 90, luego el 2001, y con el crecimiento económico posterior, nos proletaricemos y nos transformemos en dirigentes obreros trotskistas. Tras lo cual nos encontrará más adelante, encabezando los diferentes procesos del sindicalismo de base.
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Hoy esa capacidad para transmitir la revolución como práctica militante y sumar nuevos compañeros a las filas de la construcción de un partido revolucionario , no solo como historias increíbles poco contadas, pega un salto en expansión , alcance. El ingreso del chipi al congreso nacional, no solo es una enorme oportunidad para lograr todo eso a gran escala, sino también para patear con aún más fuerza el tablero de los representantes de los millonarios. Yo creo que ellos lo saben. y no les gusta nada. Ya les incomodaba cuando hablan Nico o Myriam, que luego se sumó un obrero jujeño de nuestra tradición , Alejandro Vilca y encima ahora, uno de los dirigentes responsables de haber construido ese partido que supo abrirse paso en situaciones adversas o algo favorables, con gobiernos neoliberales o de los que tienen discurso progre pero aplican políticas de derecha.
Llegó el chipi al congreso, para hacer de una pequeña pero importante conquista, una nueva trinchera para la voz de los explotados y su partido.