El brutal asesinato de George Floyd obliga a reflexionar sobre la opresión racial y cómo esta se traslada a otras latitudes. En esta entrevista, dos integrantes de Afromujeres y Disidencias Rosario desentrañan las raíces de la negritud y el racismo en nuestro país.
Úrsula Vivas @ursulavivas
Jueves 25 de junio de 2020 14:57
Pareciera que el racismo es problema de otras latitudes, que el relato de la Argentina europea, blanca y pura, está marcado a fuego y no deja entrever cómo la opresión racial se cuela en nuestros territorios.
Para desenmarañar estas concepciones hablamos con Gisella Gardner y Mérida Doussou Sekel, integrantes de Afromujeres y Disidencias Rosario, para ahondar en el porqué de la invisibilización de afrodescendientes y pueblos indígenas en Argentina. A su vez, reflexionamos sobre las esquirlas del colonialismo que continúan hasta estos días que llevan a que la población negra no sea tenida en cuenta ni siquiera para mediciones demográficas. El primer censo que se realizó donde se les preguntaba a las personas si eran afrodescendientes fue en 2010.
Además, conversamos sobre cómo se articula la lucha contra el racismo y otras formas de opresión, en el marco de las enormes movilizaciones y levantamientos en todo el mundo que están cuestionando en las calles y poniendo en jaque las desigualdades sistémicas del capitalismo, agravadas por la crisis del coronavirus.
¿Por qué no hablamos de racismo? ¿O hablamos solo cuando ocurren actos de odio racista?
Mérida Doussou Sekel: Hay una concepción en Argentina de que el racismo no existe, producto de una invisibilización histórica de negar que hay negres. Para explicarlo hay que irse muy para atrás históricamente, a contar que acá también existió la esclavitud, que no era como en Centroamérica o Norteamérica una esclavitud de plantación, pero que igual en el puerto de Buenos Aires entraron gran cantidad de esclavizades y quedaron muchísimos. El porcentaje de personas esclavizadas durante el período de la colonización en Buenos Aires era del 30%, en Santiago del Estero y Tucumán del 50%. Y seguimos viendo, fenotípicamente hablando, personas racializadas en la Argentina.
Hay dos grandes hipótesis en disputa en este sentido. Por un lado, la que expresa que todes les negres se murieron en las guerras de independencia o con la fiebre amarilla, concepción que fue reforzada por la generación del 37, con el discurso de poblar a la Argentina de blancos europeos. Esta lógica de que en Argentina somos todos blancos, es también la imagen que se vendió al exterior. Y, por otra parte, hay una postura, que acompañamos, de que hubo una invisibilización sistemática, previa a la conformación del Estado- Nación que conocemos como Argentina, y que esa invisibilización continúa hasta nuestros días, no solo con les afrodescendientes sino también con los pueblos indígenas.
El asesinato de George Floyd en manos de la policía de Minneapolis puso sobre la mesa nuevamente la brutalidad y el racismo policial, y desató la bronca de miles en las calles, ¿Cuál es su lectura de la situación?
Gisella Gardner: La forma en que mataron a George Floyd para el pueblo negro tiene mucha relevancia. Murió por la rodilla de un tipo blanco que lo asfixiaba, algo que trae rémoras de la época de los linchamientos cuando se nos colgaba en las plazas. Todo eso remueve lo que significa morir por cuello para el pueblo negro, y realza la violencia policial que sucede todo el tiempo. La realidad es que el 40% de las personas que no tienen casas y son pobres son afrodescendientes, o latina o migrante, es decir racializada.
El asesinato de George Floyd ocurre bajo las condiciones de un sistema capitalista, que condena a unos a estar más arriba y a otros abajo. Tanto Obama como Trump, demócratas o republicanos, ninguno dio una lucha contra el racismo. Con Obama surgió Black Lives Matter (BLM) y ahora está apoyando a uno de los tipos más racistas que hay, Joe Biden. Y eso marca la pregunta, ¿Cómo se construye una nueva política que no lucre con les oprimides? Lo de George Floyd sale a la luz porque se pudo filmar, pero eso ya sucedía y sigue sucediendo.
MDS: Las movilizaciones se trasladaron a muchas ciudades del mundo, se ven personas que no son racializadas apoyando, porque en definitiva esto se da en el marco de una enorme crisis del capitalismo. Esto viene a poner en cuestión sobre qué bases se ha creado este sistema tan desigual, y una de sus patas es el racismo. Creo que la clave está también en pensar en una unidad para ser contrahegemónicos a ese sistema. Una unidad entre les trans, el movimiento negro, las personas precarizadas, la clave está en la unidad de quienes el sistema capitalista ha oprimido durante siglos.
Surge la necesidad de volver a discutir el racismo sistémico que recorre la historia de nuestros pueblos. ¿Cómo creen que se refleja esta realidad en nuestro país?
GG: Es muy importante mirar lo que sucedió en Estados Unidos para hablar de acá. En Argentina se dice que no tenemos racismo, pero nos olvidamos del gatillo fácil, de los pueblos originarios, de los pobres. Es imposible generar un movimiento antirracista si no miramos lo que pasa acá, si el racismo sigue siendo un problema de Estados Unidos. Acá la gente racializada es la que vive en la periferia, en las villas, en los peores lugares. Muchos son migrantes. Cuando mataban a Fernando Báez Sosa lo trataban de negro. La policía reprime pueblos originarios diciéndoles indios infectados.
MDS: Otro debate a propósito de esto es cómo la figura de negro se usa para insultar y figurar a la pobreza. Negro es igual a pobre. No importa el fenotipo. Eso también hay que ponerlo en cuestión y reaviva la importancia de rescatar este concepto de afrodescendiente para recuperar una historia de resistencia, no de insultos ni de márgenes, y dejar de vincular lo negro a lo malo, o lo negro a lo inexistente.
GG: En nuestra región hay agrupaciones que pelean hace mucho contra el racismo y por el reconocimiento de la cultura afro. Una de ellas es la casa Indoafroamericana de Santa Fe, con Lucy Molina, una referente argentina que pelea hace más de 30 años y fue partícipe de hechos históricos, como la conferencia que se hizo en Sudáfrica, Durban 2001, que fue la primera conferencia mundial contra el racismo y la xenofobia. Al igual que la Asociación Misibamba, ellos son afroargentinos del tronco colonial, descendientes de la diáspora africana que vino esclavizada.
MDS: Lamentablemente hay mucha gente que no puede acceder a esa información, a esa tradición, porque los negros siempre estuvieron tapados en la familia. Hay mucha gente que producto de la invisibilización del Estado y de las familias no tiene acceso a identificarse. De ahí viene la importancia de la palabra afrodescendiente. Que también es profundamente política, porque es una demanda ante esa imposibilidad de encontrarse con su historia, aun viviendo el racismo en carne propia.
¿Cómo se conjuga su lucha en contra de la opresión racial y a la vez la opresión de género?
MDS: Nosotras creemos que existen varios feminismos y somos parte de ese movimiento. Pero el reconocimiento de la afrodescendencia no es algo fácil, tarda en llegar. Hoy en nuestro país el feminismo que se ve en la tele, que se conoce, no es antirracista. Las mismas que organizan el Encuentro de Mujeres se negaban a ponerle plurinacional. No se rompe hasta el final con un pensamiento colonialista.
GG: También dentro del feminismo hay racismo, hay transfobia. Y a su vez en los movimientos antirracistas hay machismo y transfobia. Entonces es muy importante, por ejemplo, la marcha por Black Trans Lives Matter. Las compañeras trans en Estados Unidos mueren cada 2 días, un número muy similar al nuestro. Las compañeras trans migrantes pasan exactamente lo mismo que pasan acá.
MDS: En este sentido, hay algo nuevo que aporta el feminismo negro que es la interseccionalidad. Para pensar cómo se conjugan las distintas formas de opresión, que engendra un problema de clase, de racialización, así como también la cuestión de género. Nosotras peleamos dentro del movimiento feminista pero nuestra lucha principal es contra el racismo y ahí vamos a estar hermanadas con todes.
¿Cuál es la importancia de los números y los censos, y cuáles son las demandas hacia el Estado por parte de les afroargentines?
GG: Reparación histórica, en muchos sentidos. En que se reconozca que nuestros ancestros vinieron esclavizades. Que, si bien hay un día para les afrodescendientes y la cultura afro, que se empiece a respetar nuestra cultura, nuestra historia, que se deje de invisibilizar. Que se deje de asociar lo negro o lo migrante con lo malo o lo pobre, e incorporar una perspectiva antirracista de conjunto, que no los condene a los trabajos más precarios.
MDS: En Estados Unidos podemos ver que el movimiento negro se organizó políticamente hasta en partidos, hay datos sobre la población afroamericana en las cárceles, sus índices de pobreza, o cuántos viven en los márgenes de las ciudades. Nosotros no tenemos esa posibilidad porque no se tiene en cuenta desde la misma lógica de la creación de las estadísticas el hecho de ser racializades, y ese es un límite enorme para hacer exigencias al Estado, no tenemos números de nada.
Otra gran demanda es por un cupo laboral para las personas afrodescendientes y migrantes, porque tampoco es un derecho el trabajo legal. Todas las personas que migran no tienen posibilidad de laburar de manera formal.