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Red Internacional
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Tribuna Abierta. ¿Es posible un apagón global?

¿Cuáles son las causas que llevan al gobierno austríaco a pensar en la posibilidad de un apagón global? ¿Y cuáles son las posibles soluciones?

Jueves 11 de noviembre de 2021

Hace unas semanas que los medios de comunicación llenan titulares sobre un posible futuro apocalíptico con un apagón eléctrico global, técnicamente conocido como Blackout. La noticia se hizo viral a partir de un anuncio del gobierno austríaco, en el que se referían a un blackout como uno de los peores escenarios futuros para la sociedad, incluso peor que un ataque terrorista u otra pandemia, y además, el Ejército austríaco ha asegurado que Europa deberá enfrentarse a este desastre dentro de los próximos 5 años. Esto ha ocasionado una preocupación evidente y un alud de gente ha corrido a comprar material para "sobrevivir" a un futuro sin electricidad. Con todo esto, ¿deberíamos preocuparnos? ¿Y qué hay de cierto en todo lo que hemos oído?

La causa de un blackout

El sistema eléctrico está formado por tres partes principales: los puntos de generación (tanto centrales nucleares, de gas o carbón como paneles solares o aerogeneradores, etc.), las líneas de distribución y los puntos de consumo. Estos tres elementos se repiten por todo el territorio formando una red interconectada en la que circula constantemente energía de corriente alterna (es decir, en forma de onda) que oscila con una frecuencia de 50 Hz. Con el fin de mantener esta frecuencia constante, la generación debe ser igual al consumo en todo momento, puesto que si el consumo es mayor a la generación, la frecuencia baja, y si el consumo es menor, la frecuencia aumenta.

Y sin entrar en más detalles técnicos, ¿por qué es tan necesario mantener esa frecuencia constante? Pues porque existen muchos componentes electrónicos de baja y alta potencia diseñados para funcionar a 50 Hz, y una variación de ésta podría suponer su destrucción o apagado. Y lo peor de todo: cuando se apaga un consumo de golpe la descompensación entre generación y consumo es aún mayor y hace variar más la frecuencia, y por tanto se crea un efecto dominó que puede afectar en cualquier punto de esta red interconectada de una forma totalmente imprevisible.

Cuando esto ocurre, se debe actuar rápidamente aislando la zona problemática y dividir la red eléctrica en múltiples islas para estabilizar el sistema. Aunque el sistema es de gran complejidad, cada país posee sus propios sistemas de regulación y control y la tecnología necesaria para actuar con total garantía.

El contexto actual

Las razones que han llevado a Austria y otros países a querer preparar a la sociedad para una situación de estas características es su dependencia a la energía generada en otros países: en 2019 importó un 71% de la energía. Esto sumado a la crisis actual por el suministro de gas y la subida de precios, hace que la perspectiva de estabilidad eléctrica no sea la mejor para encarar un invierno. España también tiene un porcentaje muy elevado de energía importada, un 75% en 2019, aunque desde el Gobierno y otras instituciones han asegurado que existen suficientes reservas de energía en el Estado como para evitar un apagón general de larga duración.

Además, países como Austria o Suiza están muy interconectados con los demás países que les rodean, lo que les hace más vulnerables a este tipo de fallas. Las fuentes de generación de toda la Europa continental deben ir perfectamente sincronizadas para evitar que una bajada o subida de frecuencia se propague hasta la otra punta del continente. Esto, de hecho, ya ocurrió el 8 de Enero de este año cuando, debido a una baja frecuencia en Croacia, Europa quedó desconectada entre Europa noroeste y Europa sudeste.

En este aspecto, la Península ibérica juega con ventaja, ya que la conexión con Europa es sólo a través de los Pirineos y en caso de desviación de frecuencia sería directamente aislarse hasta que el problema se solucione. Fue lo que ocurrió este pasado julio, cuando el incendio forestal que existía en el norte de Catalunya hizo saltar la conexión entre España y Francia y quedamos aislados de la Europa noreste.

Separación de la red de transmisión eléctrica europea a causa del incendio del 24 de Julio de 2021. Fuente: ENTSOE (European Network of Transmission System Operators for Electricity)

En ninguno de estos dos ejemplos se notó un apagón global, ya que los sistemas de control aislaron las fallas y mantuvieron el equilibrio en el resto de la red de distribución.

¿Pasará en un futuro?

La emergencia climática actual ha dejado claro que debemos abandonar el tradicional sistema eléctrico centralizado y basado en combustibles fósiles por una generación de energía eficiente, renovable y al alcance de todos. ¿Pero qué tiene que ver esto con un blackout? Pues recordemos que la generación debe equivaler al consumo en todo momento, y por tanto cuantas más fuentes de generación añadimos al sistema de manera distribuida, más aumenta la complejidad de esta regulación de frecuencia, y aún más considerando la gran variabilidad y volatilidad de las energías renovables. Pero cuidado, que esto no debe entenderse como un argumento en contra de las renovables; que sea más difícil no significa que suponga un desastre inevitable. La solución es sencilla: para cada cierta cantidad de nueva generación instalada debe incluirse un sistema de regulación de frecuencia para asegurar la calidad del suministro eléctrico en todos los puntos de la red.

Quienes deben hacer estos deberes para asegurar una transición energética fiable y segura son las operadoras del sistema eléctrico, que en el caso de España es Red Eléctrica de España (REE). Sin embargo, tanto en España como en otros países de Europa, estas empresas encargadas del suministro eléctrico se han capitalizado y son más privadas que públicas, dejando la calidad del suministro eléctrico en manos de políticas capitalistas que derivan en recortes de costes y evitando inversiones a largo plazo -como más elementos de regulación de frecuencia o personal especializado en esta tarea- para asegurar un incremento de los beneficios al cabo del año.

Cuando el objetivo es contentar a los accionistas y el producto es un servicio básico, quienes salen perdiendo siempre somos los mismos. La tecnología está ahí, no hay que descubrir nada nuevo, simplemente deben hacerse las inversiones que tocan antes de que sea un problema sistemático vendido a la sociedad como algo inevitable. En el anuncio sobre las preparaciones del ejército austríaco ante un posible blackout se puede ver a una familia cenando tranquilamente cuando de repente la luz se va, encienden velas y siguen cenando hasta que la luz vuelve. El mensaje está claro: tendremos que acostumbrarnos, es algo inevitable y no pasa nada.

Pues sí ocurre. El suministro eléctrico es un derecho básico que debe garantizarse, y deben realizarse las inversiones necesarias para asegurar que estas situaciones no se normalicen en un futuro, cuando el sistema eléctrico sea más descentralizado y la demanda eléctrica mayor. Un apagón eléctrico global será más probable si se siguen priorizando las ganancias de las eléctricas por encima del bienestar de la población.