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Red Internacional
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ELECCIONES 23J. "Es que sino viene la derecha". ¿Cómo la enfrentamos sin caer en la trampa del mal menor?

Durante estos cuatro años de gobierno “progresista” hemos visto cómo no ha frenado el crecimiento de la extrema derecha, abriendo camino hacia la posibilidad de gobernar el 23J. ¿De dónde viene este ascenso? ¿Qué alternativa tenemos las mujeres, las migrantes, las personas LGTB, cuando se dice que solo podemos votar al mal menor que durante estos cuatro años se ha dedicado a hacer políticas de derecha?

Jueves 13 de julio de 2023

Este 23J puede marcar el inicio del primer gobierno de Vox, junto al PP. Ya tanto Abascal como Feijoo han dejado claro que pretenden eliminar derechos fundamentales como la ley trans o que pretenden limitarlos, como el derecho al aborto para las menores, y en materia económica se van a dedicar aún más a empobrecer a las clases populares y a enriquecer a la burguesía.

Esto nos puede producir rabia, pero también una pregunta, ¿cómo hemos llegado a esto? Un programa antiderechos que hace cuatro años parecía impensable, con un fuerte movimiento de mujeres en las calles, ahora es una posibilidad muy real. A la derecha y su programa contra los derechos LGBTI y de las mujeres no se la para solamente con conseguir que no forme gobierno. Por una parte, porque si el mal menor que le hace el turno hace un programa de derecha no sólo impone ataques, sino que abre camino que se fortalezca la derecha pudiendo ir más a la ofensiva más adelante. Pero también porque es en la lucha en las calles como se enfrenta a la derecha, tal y como se vio con la pelea del movimiento de mujeres que tumbó los ataques al derecho al aborto que proponía Gallardón aún con gobierno del PP con mayoría absoluta.

¿Cómo hemos llegado a esto?. Pues bien, intentemos contestar a la pregunta.

Podríamos irnos más atrás, pero creo que empezar en 2019 nos da suficientes datos como para entender el por qué. En la campaña electoral de ese año, Unidas Podemos y el PSOE decían que venían a asaltar los cielos, prometían, entre tantas otras cosas, derogar la ley de extranjería que condena a decenas de miles de migrantes a la precariedad y situaciones de riesgo extremo, la ley mordaza que se utiliza para reprimir a movimientos sociales, protestas, huelgas…, un impuesto a las grandes fortunas para aumentar el presupuesto de servicios públicos, pararle los pies a una casta judicial que en casos como el de la manada culpa a las víctimas de violencia de género, regular los alquileres para terminar con una crisis de la vivienda que deja a decenas de miles de personas en las calles y que no nos deja independizarnos a la juventud, y la lista continúa.

Pues bien, en estos cuatro años de gobierno no han cumplido prácticamente ninguna de estas grandes promesas y demandas tan sentidas por la clase trabajadora. Al contrario, ya su primera acción fue abrir un nuevo CIE, una cárcel para migrantes. Y durante unos años en los que hemos vivido fuertes crisis, primero con la pandemia y luego con la inflación que trajo la guerra de Ucrania han dejado a la sanidad pública infrafinanciada y permitido que gobiernos autonómicos como el de Ayuso la desmantelen aún más, han reprimido duramente huelgas como la del metal de Cádiz.

Han traído medidas que nos pueden parecer progresivas a simple vista pero que con un poco de análisis vemos que se quedan muy cortas, como la reforma laboral de Yolanda Díaz, que venía a terminar con la temporalidad y los contratos basura y que lejos de hacerlo -muchos trabajos siguen siendo enormemente precarios y temporales- ha tratado de conciliar a la patronal y las burocracias sindicales, dejando completamente vendidos a los sectores más precarios de la clase trabajadora, hasta el punto de que personajes como Ana Botín la han aplaudido.

En un momento de crisis inflacionaria prometían una subida del salario mínimo que la iba a paliar pero que se quedó en una subida de menos de cien euros que evidentemente no resuelve nada. En plena guerra de Ucrania, cuando todos los estados en la órbita de la OTAN se rearman como no habíamos visto desde la guerra fría este gobierno ha seguido la misma línea, destinando a armamento una subida de presupuesto del 26% mientras que en educación este solo aumentaba un 6%, subida que se ha comido la inflación y que mantiene a estos servicios tan esenciales para tantísima gente infrafinanciados y en declive.

En materia de derechos sociales han traído la ley del solo sí es sí, que lejos de brindar la protección y los recursos que tanto necesitan las víctimas de violencia de género sigue una lógica punitivista que no hace más que aumentar el número de presos. Lo más progresista que han hecho seguramente haya sido la ley trans, que si bien es una gran conquista es una ley inacabada, que deja fuera a les migrantes y a les no binaries, y que no hace nada por reducir la patologización que sufrimos las personas trans ni las larguísimas listas de espera que tenemos para acceder a la sanidad, y que se ha aprobado gracias a las manifestaciones y protestas que fueron necesarias para presionar al ala más reaccionaria del PSOE.

Estas promesas no cumplidas y estas políticas de derechas pero con tinte progresista en un periodo de crisis son el caldo de cultivo en el que la extrema derecha ha proliferado. Ha podido agrupar a parte de los sectores más reaccionarios de la sociedad con muchísima facilidad, ya que estos veían caer cada vez más sus condiciones de vida sin ninguna respuesta del gobierno, así es como hemos llegado a hoy. No solo eso, sino que ya no hay fuerza en las calles con la que enfrentarles. Este gobierno también se ha encargado de desmovilizar del todo a los movimientos sociales y a las luchas obreras, pensemos en ese enorme movimiento de mujeres de 2018 y 2019 que llenaba las calles de mujeres y disidencias tremendamente críticas con el poder judicial. Eso hoy ya no está, se han encargado a través de las burocracias que dirigen estos movimientos de desviarlo todo hacia el ministerialismo, lo que se traduce en desorganizarlos casi por completo y despojarles de su fuerza.

Ahora, a diez días del 23J, vemos cómo Sumar y el PSOE siguen haciendo las mismas promesas vacías que sabemos ya con la certeza de la experiencia que no van a cumplir, y dicen que van a parar a la extrema derecha cuando precisamente son sus políticas lo que les ha llevado a donde están ahora. La realidad es que no tienen ni la intención ni el poder para hacerlo, y si forman gobierno de nuevo, que sigue siendo algo muy posible, dentro de cuatro años tendremos a una extrema derecha mucho más fuerte que no tendrá problema en formar gobierno.

Pues bien, la pregunta que queda es ¿cómo paramos de verdad a la extrema derecha? La respuesta es construyendo una alternativa política que de verdad luche por nuestros derechos sociales y laborales, que luche en los ministerios pero sobre todo en las calles, del lado de una clase trabajadora cada vez más racializada, feminizada y diversa que nunca. Que no intente conciliar con aquellos que nos quieren empobrecer y desunir, y que de respuesta a los grandes problemas que enfrentamos ahora.

Pensemos qué distinto sería el panorama político actual si tuviéramos esa organización, si en lugar de confiar en que un gobierno del mal menor frene a la derecha se hiciera con las organizaciones y métodos de la clase trabajadora. Si se impusiera en los sindicatos una combatividad y coordinación a la burocracia que levantara grandes movilizaciones obreras si se quiere atacar el derecho al aborto, la autodeterminación de género o imponer un cupo laboral trans. Si se impusiera que se coordinara a la clase trabajadora organizada al frente de los distintos sectores en lucha y tomando sus demandas. Así es como se ha parado históricamente a la derecha, y como se la para hoy.

Pensemos en el ejemplo de Francia, cómo cuando Macron ha querido aumentar la edad de jubilación han estallado huelgas y protestas enormes y muy combativas que se han prolongado durante meses, o cómo cuando la policía racista y represora asesinó hace poco a un joven racializado de 17 años a sangre fría el país se ha visto de nuevo inmerso en protestas y movilizaciones en contra del racista estado francés y su policía, ahora con la experiencia y la fuerza de la pelea de los meses anteriores. Esto es lo que necesitamos en el Estado Español para pararle los pies a una extrema derecha que nos quiere tirar al basurero de la historia, y está en nuestras manos construirla en cada centro de trabajo y de estudio, en cada barrio. No sólo desarrollar las movilizaciones (que en sí mismas no traen victorias), sino también la autorganización y coordinación para vencer.

En un momento en el que nos jugamos tanto no nos pueden servir promesas vacías y no nos puede paralizar el miedo que nos produce la reacción. A una derecha de verdad no se la para con una izquierda de mentira, y lo que tenemos que hacer este 23J no es votar al mal menor, al que conocemos perfectamente y que nos ha traído a donde estamos y que se quiere abanderar de nuestras luchas, como la conquista de la ley trans, para convencernos de que les votemos a regañadientes. No nos podemos permitir que nos ataque la derecha, pero tampoco la ofensiva del mal menor al servicio de los capitalistas.

Es momento de lanzarnos a construir la alternativa que necesitábamos durante estos cuatro años y que necesitamos ahora, así y solo así conseguiremos parar a la extrema derecha, dentro y fuera del gobierno, y solo así podremos conquistar todo lo que nos roban cada día los capitalistas que alimentan a la derecha en esta época de crisis, inflación y ajustes.