El ataque a tres jugadores tras la derrota en la Eurocopa, solo por su color de piel, es solo la punta del iceberg de un racismo extendido detrás de la fachada de una sociedad multiétnica e inclusiva.
Lunes 12 de julio de 2021 09:47
El primer ministro, Boris Johnson, condenó este lunes los insultos racistas en internet contra tres jugadores de Inglaterra que ayer erraron en la definición por penales de la derrota con Italia en la final de la Eurocopa disputada en Londres.
Marcus Rashford, Jadon Sancho y Bukayo Saka fueron objeto de una avalancha de insultos aberrantes y "emojis" con imágenes de simios y bananas publicados en las redes sociales luego de la final. El color de su piel y su ascendencia fue suficiente para desatar esta ola de ataques racistas.
"Este equipo de Inglaterra merece ser aclamado como héroes, no ser objeto de ataques racistas en las redes sociales. Los responsables de este atroz abuso deberían estar avergonzados", dijo el líder conservador en un mensaje en su perfil de Twitter.
La Asociación de Fútbol también emitió un comunicado poco después de que terminara el partido, en el que describía ese comportamiento de algunos aficionados en Internet como "repugnante" e instaba a la policía a aplicar "los castigos más rigurosos posibles".
"Haremos todo lo posible para apoyar a los jugadores afectados mientras instamos a los castigos más rigurosos posibles para los responsables", expresó la FA.
La institución también dijo que continuará haciendo todo lo posible para erradicar la discriminación en el juego, pero instó al Gobierno a actuar rápidamente y promulgar una legislación adecuada para que este tipo de abusos tenga consecuencias en la vida real.
Además, consideró que las empresas de redes sociales deben intensificar y asumir la responsabilidad y tomar medidas para prohibir a los abusadores en sus plataformas, recopilar pruebas que puedan llevar a un enjuiciamiento y apoyar para que sus plataformas estén libres de este tipo de abusos.
Inglaterra, de local frente a 67 mil personas, perdió la ocasión de ganar su primera Eurocopa y festejar un título de trascendencia después del Mundial 1966 conseguido en su propia casa.
Rashford, Sancho y Sakda, de padres centroamericanos en los dos primeros casos y africanos en el último, erraron sus ejecuciones e Italia se adjudicó la Euro tras imponerse 3-2 en la instancia de los penales.
El ataque a estos tres jugadores, todos nacidos en Inglaterra y hoy con contratos millonarios, es solo la punta del iceberg de un racismo extendido detrás de la fachada de una sociedad multiétnica e inclusiva.
Los discursos xenófobos y racistas fueron creciendo durante la última década al calor de la crisis económica internacional y sus efectos. La extrema derecha aprovechó para crecer buscando en los migrantes y su descendencia, y en la Unión Europea (impulsando el brexit) un chivo expiatorio para los problemas propios. Esa xenofobia fue tolerada por los conservadores y otras fuerzas políticas, y se expresó en ataques directos y físicos tanto de parte de bandas de extrema derecha como de la propia policía.
Es por esto que tras el brutal asesinato de George Floyd en Estados Unidos, Inglaterra fue uno de los países donde más grandes fueron las movilizaciones contra el racismo institucional y la brutalidad policial.