Un análisis de las grandes transformaciones políticas que se dieron en Eslovaquia entre el final de la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Lunes 24 de julio de 2017
Finalizada la Primera Guerra Mundial (PGM), como consecuencia de la desaparición del imperio austrohúngaro y la implementación del Tratado Saint-Germain-en-Laye(1), nacía Checoslovaquia en los territorios de Moravia, Bohemia y Eslovaquia. Este país, ubicado en el centro de Europa, fue una república parlamentaria en donde el poder político y económico estaba en manos de la burguesía checa, mientras que las burguesías de las minorías nacionales eslovaca, alemana y húngara se manifestaban en disconformidad con esta situación. La decisión de crear el Estado checoslovaco, con la preeminencia de los moravos y bohemios (checos), estuvo distante de cualquier tipo de decisión autónoma de sus habitantes.
Los nuevos Estados surgidos en Europa Central y Oriental, como resultado de la desintegración del imperio austrohúngaro, del imperio alemán y del imperio zarista fueron diseñados desde París, Londres y Washington con el aval ideológico del derecho de autodeterminación política del presidente Woodrow Wilson. De norte a sur surgieron países o se modificaron territorial y políticamente las fronteras de los que ya existían. Finlandia, Letonia, Estonia, Lituania, Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Austria, Hungría y el reino Yugoslavia vieron la luz como nuevas formaciones estatales, mientras que Rumania y Bulgaria mantuvieron su continuidad como Estados pero ampliaron sus fronteras.
En el mencionado marco de transformación geopolítica europea es que surgió Checoslovaquia. Su breve historia, como Estado liberal parlamentario, hasta su desaparición como resultado de la invasión nazi, en marzo de 1938, estuvo caracterizada por una tensión latente entre los grupos dirigentes de las distintas burguesías nacionales y las ambiciones territoriales expansivas de la Alemania de Hitler y la Hungría de Horthy.
La Cuestión de las nacionalidades y los Acuerdos de Munich
Checoslovaquia fue creada bajo la hegemonía de la burguesía checa pero sus territorios eran habitados por otras nacionalidades que no fueron tenidas en cuenta a la hora resolver la cuestión de las autonomías. El censo de 1920, en donde la pertenencia a una determinada nación era definida por la lengua, mostraba que el 64% de la población era checoslovaca, el 23% alemana, 6% húngara, 3% rutena, 1% polaca y 1% judía. Sin embargo la medición ocultaba un hecho que de ser visible hubiera permitido modificar la legitimidad del dominio político de los gobernantes checos. Al juntar a los checos y eslovacos en un mismo grupo se intentaba “sumar agua para el molino” de los intereses hegemónicos de la clase dirigente checa.
El nacionalismo eslovaco, el nacionalismo alemán de los Sudetes(2) (sobre todo a partir de la llegada de Hitler al poder en Alemania) y el disconformismo del vecino Estado húngaro, eran fuerzas políticas que cuestionaban las dimensiones de las fronteras de Checoslovaquia. Los Acuerdos de Munich(3), de 1938, iban a sintonizar con ese malestar puesto que fueron el puntapié inicial para que los territorios de los Sudetes se anexaran al Tercer Reich (más adelante, en marzo de 1939 toda Chequia), para que Eslovaquia se convirtiera en un Estado independiente y para que Hungría se anexara las regiones habitadas por una mayoría magiar.
El Pacto de Munich
Andrej Hlinka y Josef Tiso: el nacionalismo católico eslovaco
De nacionalidad eslovaca y de religión católica Andrej Hlinka fue uno de los más importantes dirigentes políticos del nacionalismo eslovaco de entreguerras. Tempranamente, en 1912, fundo junto a František Skyčák el Partido Popular Eslovaco (PPE), que bajo una línea política caracterizada por un radical anticomunismo y una profunda filiación al catolicismo pugnaba por conseguir la autonomía política de Eslovaquia, primero en el marco del imperio austro-húngaro y luego en el escenario checoslovaco.
Andrej Hlinka
Dentro del PPE comenzó a funcionar, a principios de la década de 1920, una organización paramilitar denominada Rodobrana (Defensa del Hogar en eslovaco) que se consideraba a si misma fascista y que se encargaba de custodiar las manifestaciones y mitines del PPE, como también de amedrentar y “cazar” adversarios políticos. Perseguida por el gobierno Checoslovaco, nunca cesó en sus actividades hasta que se fusionó en 1938 con la Guardia de Hlinka; esta última, creada luego de los Acuerdos de Munich tenía un cariz ideológico que se destacaba por un fuerte antisemitismo, un radical catolicismo y un seguidismo de los puntales del nazi-fascismo. Luego de la invasión alemana de Polonia, en septiembre de 1939, la Guardia se consolidó como el brazo paramilitar del PPE.
Josef Tiso, sacerdote católico y teólogo, sirvió como capellán militar en la PGM. Miembro del PPE, cuando murió Hlinka en 1938 lo sucedió en la jefatura del partido. Luego de la anexión de los Sudetes y la consecuente huida del presidente Edvar Benes(4) el PPE declaró la autonomía de Eslovaquia y Tiso fue nombrado primer ministro del nuevo Estado con el aval de Hitler. Durante toda la Segunda Guerra Mundial (SGM) permaneció como el jefe político del Estado independiente de Eslovaquia. Como consecuencia de la derrota de Hitler y de la penetración del ejército rojo su régimen fue derrotado y él juzgado por traición a la patria y colaboración con el nazismo.
Hitler junto a Tiso
Eslovaquia: la marioneta de Hitler
Luego del Primer Arbitraje de Viena (2 de noviembre de 1938), a partir del cual Hungría recuperó una pequeña porción de los territorios que había perdido luego de la PGM (Rutenia), Checoslovaquia pasó a ser en los hechos una Confederación checa y eslovaca. Pero la vertiginosa dinámica de los acontecimientos hizo que esta formación estatal tuviera una cortísima vida. El 13 de marzo de 1939 Josef Tiso fue “citado” a Berlín por Hitler. Allí se le comunicó que Alemania se preparaba para ocupar el resto de Chequia (además de los Sudetes) y que Hungría tenía las intenciones de hacer lo mismo con Eslovaquia. Pero el führer le dijo al líder del PPE que sí Eslovaquia pretendía mantener su autonomía política debía declarar su independencia de Chequia y entonces las ansias invasoras húngaras iban a ser frenadas por el gobierno alemán. Sin demasiado que negociar, Tiso aceptó las imposiciones y Eslovaquia pasó a ser un Estado independiente.
Aunque formalmente independiente, debido Tratado de Protección Mutua firmado entre el Tercer Reich y el Estado Eslovaco, la Eslovaquia de Tiso fue un satélite nazi. En ese sentido, siguiendo en su línea de obediencia a Alemania suscribió al Pacto Tripartito el 24 de noviembre de 1940. Al igual que Rumania y Hungría, ambos subscriptores del pacto, Eslovaquia fue impulsada a participar, con las tropas alemanas, de la invasión a la URSS y de la crucial y definitiva Batalla de Stalingrado.
El Fascismo Clerical
Eslovaquia, desde su creación por parte de Hitler en 1939 y hasta su desaparición en abril de 1945, tuvo un régimen de partido único, el PPE. Sin embargo al interior del partido gobernante hubo dos alas. Por un lado la fracción liderada por Josef Tiso, y por el otro la encabezada por el primer ministro Vojtech Tuka. La primera se caracterizó por intentar de llevar adelante un gobierno autoritario y católico, tratando de mantener una “mediana” independencia de los lineamientos emanados de Berlín.
El ala de Tuka, más afín al nacionalsocialismo alemán y enfrentada en una lucha de poder con el clericalismo conservador de Tiso, se caracterizó por pretender consolidar los principios ideológicos y políticos del Tercer Reich en suelo eslovaco. En ese sentido es que la fracción de Tuka promovió las medidas contra la comunidad judía; el 10 de septiembre de 1941 se aprobó un código judío, que legalizaba la expropiación, internamiento y deportación de los judíos eslovacos. Entre marzo y agosto de 1942, 56.000 fueron exterminados.
Tiso y el ejército eslovaco
Las disputas entre la fracción católica y conservadora de Josef Tiso y la fascista antisemita de Vojtech Tuka daban cuenta de las características político-ideológicas existentes en las postrimerías del periodo de entreguerras. La PMG había dejado a Europa empobrecida, además de no haber podido resolver las contradicciones imperialistas. Francia y Gran Bretaña, ganadoras en la Gran Guerra, eran potencias en decadencia, mientras que Alemania a pesar de haber sido derrotada mantenía su supremacía económica en el continente:
“La contradicción del Tratado de Versalles era que los vencedores querían debilitar al capitalismo alemán sin realmente desarmarlo y, al mismo tiempo, que conservara intacto su poder industrial. Esto hizo inevitable su rehabilitación militar”(5).
Derrotada la revolución de noviembre y el levantamiento espartaquista en 1919, sin colonias y sometida a las condiciones de Versalles, en Alemania fue cocinándose un caldo de cultivo para el surgimiento del nacionalsocialismo. León Trotsky en su artículo “¿Qué es el Nacionalsocialismo?” publicado en a finales de 1933 sostenía lo siguiente:
“Los espíritus ingenuos piensan que el título de rey reside en el rey mismo, en su capa de armiño y en su corona, en su carne y en sus huesos. En realidad, el título de rey es una interrelación entre individuos. El rey es rey sólo porque los intereses y prejuicios de millones de personas se reflejan a través de su persona. Cuando el flujo del desarrollo barre esas interrelaciones, el rey parece ser solamente un hombre gastado, con un labio inferior flácido.”(6)
Hitler en Alemania y Mussolini en Italia, tanto como Pavelic en Yugoslavia, Antonescu en Rumania, Quisling en Noruega, Tiso en Eslovaquia, etc fueron personificaciones políticas que daban cuenta de las características que había asumido la lucha imperialista en Europa. El nazi-fascismo en su forma “pura” alemana e italiana se adecuaba a las singularidades políticas, ideológicas y religiosas de los países débiles y periféricos. A modo de ejemplo, en Yugoslavia las tensiones y disputas entre la burguesía terrateniente serbia y el nacionalismo independentista croata apoyado por la iglesia católica, con la conquista alemana del territorio terminaron traduciéndose en el régimen ustasha(7). El surgimiento de figuras políticas como Ante Pavelic, el Poglavnik ustasha (líder, al igual que führer, duce, etc), el conducator Antonescu en Rumania o el Mariscal Horthy en Hungría no hacían más que exponer las características del capitalismo europeo de la época, que al no haber resuelto, ni siquiera brevemente, sus principales contradicciones luego de la PGM, fue generando las condiciones para otro gran enfrentamiento bélico. Derrotado el nazi-fascismo, sus líderes, parafraseando a Trotsky, quedaron gastados y con el labio inferior flácidos.
La derrota en Stalingrado y el levantamiento eslovaco
El ejército eslovaco formó parte del ataque a la URSS participando en la batalla de Stalingrado. De menor capacidad técnica y material que la Wermacht quedó tremendamente dañado luego de que el ejército rojo comenzara a revertir la original situación desventajosa y empezara la contraofensiva desde fines de 1942 y principios de 1943.
A mediados de 1944, en medio del retroceso alemán, se produjo en territorio eslovaco un levantamiento contra el gobierno colaboracionista de Josef Tiso. El presidente del gobierno checoslovaco en el exilio en Londres, Edvard Beneš, había iniciado los preparativos para una posible rebelión en 1943, cuando mantuvo los primeros contactos con los elementos disidentes del ejército eslovaco. Aunque en ese momento las condiciones para un alzamiento parecían no estar maduras, sí se formó el Consejo Nacional Eslovaco (CNE) con el fin de motorizar la rebelión. Este consejo estaba compuesto por fuerzas heterogéneas: pero claramente opuestas en términos ideológicos y políticos; por un lado, buena parte de los partidos políticos de la burguesía liberal, que habían sido apartados como resultado de la invasión alemana y de la creación de la República de Eslovaquia, y por el otro, el Partido Comunista Eslovaco y los partisanos.
Levantamiento eslovaco
El 29 de agosto de 1944 tuvo lugar la insurrección eslovaca, con el fin de facilitar el ingreso de los soviéticos desde los Cárpatos, pero ese mismo día el ministro de defensa eslovaco, el general Ferdinand Čatloš, anunció en la radio estatal que Alemania ocupaba Eslovaquia y ordenaba a las fuerzas armadas que no ofreciesen resistencia. Se desencadenó entonces una guerra entre la invasión alemana y el gobierno colaboracionista de Tiso contra los insurrectos del ejército eslovaco y los partisanos. El mayor poder de fuego de las tropas nazis hizo que para fines de octubre se impusieran y doblegaran el alzamiento. Sin embargo, poco duró el control alemán del territorio eslovaco pues el ejército rojo a principios de noviembre había terminado de cruzar los Cárpatos, tomar Rutenia y se disponía a avanzar a través de las fronteras eslovacas.
Los comunistas eslovacos y los partisanos, no muy importantes numéricamente pero sí constantes, continuaron las tareas de hostigamiento a la ocupación alemana luego de derrotada la insurrección. Esta acción contribuyó a desgastar a los nazis y a facilitar el ingreso soviético, pero hasta que esto no ocurrió las represalias contra el levantamiento fueron radicalmente violentas. La población rural eslovaca, por ser considerada nutridora del alzamiento partisano, y la comunidad judía fueron víctimas de la represión de los einsatzgruppen(8), enviados a la zona tras el fin de los combates. Se retomaron las deportaciones de judíos (13.000) y de eslovacos (30.000) a campos de concentración y exterminio, mientras que 7.500 soldados, 2.500 partisanos y 3.723 civiles fueron directamente asesinados.
Fin de la República de Eslovaquia y vuelta de Checoslovaquia
En marzo de 1945 el avance soviético sobre el territorio eslovaco ya era firme. Ante esta situación el Alto Mando del Ejército Alemán dispuso la evacuación, lo más rápido que fuera posible, con el fin de defender los pozos petrolíferos situados en el oeste de Hungría y para evitar la llegada del ejército rojo a Viena. El gobierno de Tiso huyó detrás de los nazis e intentó refugiarse en la capital de Austria con la idea de poder entregarse a las fuerzas estadounidenses del general Walton Walker. Pero esto no sucedió pues finalmente los colaboracionistas eslovacos fueron extraditados a la restablecida República de Checoslovaquia. Los líderes del fascismo clerical, Josef Tiso y Vojtech Tuka, fueron juzgados y condenados a muerte por los cargos de traición a la patria y colaboracionismo con el invasor.
El restaurado Estado checoslovaco tuvo como jefe político, nuevamente, a Edvard Benes, quien durante la guerra había mantenido conversaciones con Stalin en relación a las características que iba a asumir el país luego de la liberación. Benes, quien después de los Acuerdos de Munich, desconfiaba de las democracias liberales europeas había acordado con Moscú que su país iba a quedar bajo la órbita soviética a cambio de que se respetase su independencia. Rápidamente formó un gobierno de coalición que incluyó un número importante de comunistas.
La armonía entre las fuerzas burguesas y los comunistas checoslovacos se iba a romper en febrero de 1948 cuando tuvo lugar la toma del poder por parte de los últimos en el “Febrero Victorioso” o “El Golpe de Praga”, según la óptica desde la cual se observe el hecho. Sucedía que en 1947 Checoslovaquia había sido aceptada en el Plan Marshall con la condición de que abandonase su relación con la URSS. Esta situación debilitaba sensiblemente al Partido Comunista Checoslovaco, por lo que se decidió actuar rápidamente con el fin de evitar el distanciamiento con los soviéticos. Los tropiezos parlamentarios de los partidos comunistas en Francia e Italia, en 1947 y 1948, habían hecho que Stalin cambiara de opinión acerca de la vía parlamentaria para consolidar y mantener el poder soviético en las áreas de influencia acordadas con Churchill, Roosevelt y Truman.
La creciente “apostasía”(9) de Yugoslavia fue otro motivo para que la URSS haya comenzado a llevar adelante el proceso de sovietización de los Estados que habían sido liberados por el ejército rojo. En definitiva, la toma del poder político por parte de los comunistas checoslovacos puede enmarcarse dentro de un proceso mayor que tuvo como resultado el pasaje de un modelo político de coalición a otro en donde la URSS se fue consolidando rápidamente como un Estado opresor, generando Estado obreros deformados y vinculando las distintas económicas nacionales a las necesidades de la soviética.
Breve conclusión
Los diferentes regímenes (República de Checoslovaquia luego de la PGM, el régimen eslovaco pro-nazi y el posterior satélite soviético checoslovaco) fueron emergentes estatales de las profundas tensiones y disputas políticas, militares e ideológicas que se dieron en el continente europeo desde principios hasta mediados del siglo XX. La guerra imperialista de 1914, que había comenzado con la excusa del asesinato del heredero al trono austríaco el archiduque Francisco Fernando, finalizaba con la desaparición de Austria-Hungría, del imperio otomano, del imperio alemán y de la Rusia del zar. Sin embargo la liquidación de los imperios multinacionales, el triunfo de las democracias liberales, no trajo como resultado un periodo de estabilidad y paz continental.
El nazi-fascismo europeo, en el caso de Eslovaquia en su variante cristiana católica, puede entenderse como la resultante de los fracasos revolucionarios en Hungría y Alemania en 1919, del condicionado resurgimiento alemán viabilizado por Francia y Gran Bretaña, de las diferentes estrategias del estalinismo, que fueron desde el ultra-izquierdismo, pasando por los frentes populares hasta llegar a la firma del Tratado Molotov-Ribbentrop en agosto de 1939. La carencia de una salida revolucionaria al desastre que había dejado la PGM, acrecentado por la crisis del treinta, mantuvo intactas las contradicciones capitalistas que poco a poco fueron dando forma a una nueva guerra mundial, aunque esta vez la furia del capital, en su versión nazi-fascista, iba a tener como blanco a la URSS.
El frente oriental, la batalla contra la URSS, fue el núcleo de la SGM. Hacia occidente la Wehrmacht llevó adelante una guerra convencional, una guerra entre “pares”. Los campos de concentración más importantes (Auschwitz, Treblinka y Jasenovac) se encontraban al este de Alemania y los genocidios nazis llevados adelante contra los pueblos soviéticos y yugoslavos dan cuenta de quien era el verdadero enemigo. Poco tiempo después del Pacto Molotov-Ribbentrop, Hitler en una conversación con el embajador de Francia en la URSS entre 1936 y 1938 y en Alemania en 1938 y 1939, Robert Coulondre, afirmaba que de no ceder, los británicos y franceses, Polonia al Tercer Reich iba a suceder una gran guerra con mucha sangre derramada por Alemania y Francia. El diplomático galo asintió la afirmación del Füher pero agregó que el ganador, al final, sería León Trotsky(10). Porque “Si para Marx, el capitalismo crea su propio sepulturero: el proletariado; la guerra imperialista provoca una situación en la que el proletariado puede ponerse verdaderamente a la cabeza de todos los oprimidos como adalid de la lucha por la emancipación social”(11).
Notas:
1. Tratado firmado entre las potencias aliadas vencedoras de la Primera Guerra Mundial y Austria. Se establecía de modo definitivo el desmembramiento de la antigua monarquía de los Habsburgo, el Imperio austrohúngaro, y en su lugar quedó reconocida la República de Austria como "estado sucesor", la cual quedó limitada a algunas zonas en las que se hablaba solamente el alemán.
2. Cadena montañosa que fue habitada, mayormente, por población alemana hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Luego fueron expulsado por el gobierno checoslovaco.
3. Acuerdo firmado por Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, con el objeto de solucionar la Crisis de los Sudetes. Se permitió la anexión de esta región al Tercer Reich.
4. Político checo, presidente de Checoslovaquia en dos ocasiones. La primera desde 1935 hasta la invasión de Alemania en 1939. La Segunda luego de la SGM hasta 1948.
5. Mandel Ernest. El Significado de la Segunda Guerra Mundial, Fontamara, México, 1991, p. 11.
6. Trotsky, León. "¿Qué es el Nacionalsocialismo?", La Segunda Guerra Mundial y la revolución, Ediciones IPS, Buenos Aires, 2015, p. 135.
7. El régimen ustasha croata fue un Estado títere alemán que llevó adelante un verdadero genocidio del pueblo serbio que habitaba los territorios de Bosnia y Croacia.
8. En alemán grupo de operaciones, eran escuadrones de la muerte que funcionaban dentro de las SS.
9. Se acusaba al comunismo yugoslavo de Tito de ser apóstata, es decir, de hacer abandono de la ortodoxia política emanada de la URSS.
10. Robles, Andrea. “La Segunda Guerra Mundial: “Un debate con Historia del Siglo XX de Eric Hobsbawm”. La Segunda Guerra Mundial y la revolución. op. cit
10. Trotsky, León. “Los Astros Gemelos: Hitler-Stalin”. La Segunda Guerra Mundial y la revolución. op. cit., p. 263.