El escenario electoral de cara a 2015 en la provincia de Córdoba no muestra mucha dinámica propia. Todos los analistas burgueses señalan que las estrategias electorales tanto del oficialismo como de la oposición, están determinadas por la decisión que tome el gobernador De la Sota: ir por un nuevo mandato o pegar el “salto” (¿al vacío?) nacional.
Miércoles 15 de octubre de 2014
Fotografía: Flickr
La oposición burguesa ha hecho de una elección como la de Marcos Juárez un modelo a seguir para vencer al PJ luego de 16 años en la provincia. Pero la misma fue una elección absolutamente marginal, tanto desde el punto de vista de la cantidad de electores (20 mil, menos que muchos barrios de la capital) como desde el punto de vista del electorado. Se trata de una ciudad socialmente moldeada por el modelo de sojización. No se puede extrapolar esos resultados al conjunto de la provincia.
Las novedades concretas, más allá de las poses mediáticas, pasan por los acuerdos puntuales en distintas ciudades medianas -como Río Tercero y Villa Dolores- realizados por el PRO y el Frente Cívico de Juez para competir por la intendencia. En la última ciudad se suma, además, el radicalismo.
Hasta ahora ninguna de las fuerzas integrantes del Frente Cívico - que son las mismas que el UNEN, salvo el PS- ha salido a despegarse claramente de estas alianzas que realiza Luis Juez, salvo alguna declaración general en contra de “posibles” acuerdos con el PRO.
Estas negociaciones impulsadas por el juecismo son el resultado de una caída en picada en la opinión pública, que supo verlo como una opción para enfrentar a los grandes partidos de Córdoba. Inclusive algunos sectores de la izquierda -como el MST- se encandilaron con la posibilidad de “terminar con el bipartidismo”. Después de la estrepitosa caída electoral del 2013 –menos de 6% de los votos- el instinto de supervivencia del senador Juez lo lleva a pactar tanto con la derecha neoliberal del macrismo como con el kirchnerismo (Boudou le permite tener 49 empleados rentados en el Senado).
El radicalismo es el más afectado por la indefinición delasotista, donde todo parece girar alrededor de negociados. Por un lado el intendente de la capital, Ramón Mestre, tiene un pacto con De la Sota para poder gobernar la ciudad, con lo cual mina cualquier posibilidad de acuerdo para desbancar al PJ de la gobernación. Por otro lado, el sector encabezado por “el milico” Aguad, busca aislar a Luis Juez y seducir al PRO. La “ventaja” del radical es que Juez tiene grandes límites para un armado propio (esto se basa en la debilidad del resto de los partidos del UNEN cordobés como Libres del Sur, PS, GEN, Ari-CC). Dentro del universo radical, y con muy poco peso, también se encuentra el sector acuerdista encabezado por Mario Negri.
El kirchnerismo, que había logrado instalar una figura con peso y potable para las clases medias de Córdoba como la ex rectora Carolina Scotto, recorre como alma en pena el escenario político luego de la insólita y particularmente silenciosa renuncia de Scotto como diputada nacional. Ahora busca la instalación de su reemplazante, el Tatu Bernabey, intendente en licencia de Villa del Totoral -ciudad de sólo 8 mil habitantes- y absolutamente desconocido en el resto de la Provincia de Córdoba. Su único mérito consiste en haber sido leal todos estos años a la billetera del gobierno nacional.
Eduardo Acastello ya se lanzó a la carrera por la gobernación pero oscilando y jugando entre el kirchnerismo y el PJ cordobés, una especie de sciolismo cordobesista que, de todos modos, tiene poco margen de juego propio. Su fortaleza se basa en el importante peso que tiene en Villa María pero no parece tener mayor extensión territorial en la provincia. Siendo así, estará obligado a jugar casi de visitante en cualquiera de las dos fuerzas cuando define donde hacerlo.
Es en el peronismo, más allá de esperar la definitiva decisión del Gallego De la Sota, donde estallará la interna de las distintas fracciones del PJ. Las novedades pasan por el desembarco que pretende el ex gobernador Schiaretti con un acuerdo con Olga Riutort, para poder ganar la capital de la provincia y -como frutilla del postre (amargo para los K)- lograr atraer a sus filas a Carolina Scotto, quien ya es medida en las encuestas con el Gringo Schiaretti. A favor de este acuerdo juega el pasado, ya que ambos tenían una muy buena relación cuando convivían en el poder, él como Gobernador y ella como Rectora de la UNC.
En toda esta rosca política el gran ausente es qué proyecto político concreto gobernará la provincia en el marco de una crisis enorme de la industria automotriz que está generando oleadas de suspensiones e importante cantidad de despidos incluyendo el cierre de varias fábricas.
En ese marco se perfilan las candidaturas del Frente de Izquierda que, en varias encuestas, mide dos dígitos en la ciudad capital y se encuentran en una posición expectable para acceder a una banca de diputado nacional, luego del fraude que les hicieran el año pasado. Esta performance les habilita, también, a renovar puestos en la legislatura de la provincia.